jueves, 1 de octubre de 2015

Cosas jurásicas

Descubrí a Michael Crichton hace más de veinte años, con la fiebre de “Parque Jurásico”. Me compré el libro cuando la película de Steven Spielberg ya se estaba gestando y me flipó. A partir de entonces, leí muchas de sus novelas, aunque mi favorita sobre todas las demás es “Esfera”. La manera de escribir de Crichton me parecía fascinante: además de enganchar, dotaba a sus historias de un trasfondo científico que me atraía muchísimo. Y eso que yo entonces no era ni un proyecto de científica. O igual sí y aún no lo sabía.
 
Cuando estrenaron este verano “Jurassic World”, sabía que la quería ver. En su día, vi “Parque Jurásico” con la superioridad moral que me daba el conocer previamente la historia y la pedantería de mi yo cinéfila adolescente dispuesta a decir aquello de “prefiero el libro”. La verdad es que la película me impresionó por sus efectos especiales y espectacularidad, pero me decepcionó por cómo muchas cosas del libro ni siquiera aparecían (como la secuencia que más ganas tenía de ver, con dinosaurios voladores o el elefante en miniatura que tenía Hammond), cómo muchos personajes habían cambiado (incluyendo la muerte o no de algunos personajes) y cómo la parte científica quedaba relegada a unas cuantas explicaciones al principio. Eso sí, la banda sonora de John Williams es de lo mejorcito que se ha escrito de música de cine. Qué maravilla. Sentía mucha curiosidad por “Jurassic World”, por cómo seguía la historia veinte años después y por cómo los efectos especiales permitirían ahora ver los dinosaurios. He de admitir que, en su momento, ni vi ni leí las secuelas del “Jurassic Park” original pero ahora, veinte años después, sentía curiosidad, mucha.

Cuando vi “Jurassic World” hace un par de meses, me pareció todo un espectáculo. Me lo pasé en grande, debo admitirlo, aunque es cierto que también me pasé gran parte de la película con los ojos cerrados: soy muy miedica, odio los sustos y aguanto fatal los momentos esos de tensión en los que sabes que va a pasar algo. Yo fliparía con una peli como ésta, pero en la que no pasara nada, sólo viendo cómo sería el parque y qué animales habría. Pero claro, eso no sería espectáculo, eso no es lo que quiere el público mayoritario. La historia es la misma: una isla, dinosaurios, un par de niños y las cosas que se descontrolan. Después de verla, tuve necesidad de ver la peli original. Y es alucinante ver cómo han cambiado las cosas, no sólo las técnicas de efectos especiales, sino mucho más que eso. Por ejemplo, en “Jurassic Park”, hay un técnico del parque que se pasa la peli fumando en la sala de control. ¡Fumar en el lugar de trabajo! ¡Mostrar gente fumando en una peli! ¡Impensable! La peli original en su día fue el no va a más de efectos especiales; obviamente, la actual la supera con creces. También me llamó la atención una cosa igual un poco tonta: en la original, un número muy limitado de personas se encuentran en la isla, mientras que en la actual, la isla está llena de visitantes. Está claro que hoy en día lo de las multitudes llama más la atención, el miedo colectivo está más a la orden del día que nunca y es más espectacular. En la primera peli, el espectáculo eran los dinosaurios. En ésta, ellos son importantes sí, pero todos los demás aspectos se han cuidado muchísimo, intentando ser mucho más espectacular en todo.

Y luego están los homenajes. Es divertido identificar cosas de la peli original, planos similares, recuerdos, curiosidades. Recuerdo que en su día hubo bastantes comentarios por el hecho de que Spielberg había tenido el coraje (o la valentía o el morro) de incluir la mercadotecnia de la película dentro de la propia película y hasta eso se recuerda en ésta, con uno de los personajes vistiendo una camiseta de “Jurassic Park”.

Después de ver la primera película, me entraron ganas de volver a leer la novela de Michael Crichton. Dicho y hecho. La verdad es que no me ha entusiasmado tanto como la primera vez que la leí (soy veinte años más vieja), pero sí que conserva toda la frescura y la diversión que recordaba. Lo primero que me ha sorprendido es que el nombre de isla, en la versión española que yo tengo, la han cambiado de “Isla Nublar” a “Isla Nubla”, lo que me ha perturbado bastante. Pero bueno, me ha servido para revisar todas las diferencias entre la cinta y el libro (más de las que recordaba) y todos los homenajes que la nueva película ha hecho a la novela original (¡por fin dinosaurios voladores!). Ha sido divertido volver a leerla, he pasado muchos ratos buenos este verano con dinosaurios, pero también me quedé un poco saturada. Igual ahora es buen momento de ver las secuelas de la peli original. O no, ya veré.

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