jueves, 28 de febrero de 2013

Dublín

Mi último viaje ha sido cuanto menos curioso. Una reunión en Belfast ha sido la excusa para pasar fuera unos días extras, desconectando de mi realidad, viviendo en una realidad paralela e irreal, de la que me podría enganchar. El viaje se podría distinguir en cuatro etapas diferenciadas, que darán al menos para cuatro entradas y alguna otra cosa que tengo en la cabeza. Tampoco quiero abusar. Porque, a pesar de todo, ha sido sólo un viaje. Y no es cuestión de emocionarse.

La primera etapa del viaje fue Dublín. Dos días en Dublín antes de la reunión y un día después. Tres noches de pintas en Temple Bar. Admito que no soy muy de cervezas, pero estos días inevitablemente he tomado bastantes. La Guinness la probé, pero no me entusiasmó. Pero sí que me enganché a ésta:


La Smithwick’s. La probé en algún momento al principio del viaje, me gustó y a partir de entonces, fue mi cerveza de cabecera para las medias pintas nocturnas.

Dublín me pareció una ciudad llena de alegría y de gente, de puertas de colores en casas de ladrillos (aunque sólo fotografié ésta), de música, llena de vida, vida y más vida. Se me hizo corto el tiempo en la ciudad. En realidad fue apenas un día y medio paseando por sus calles. Tuvimos mucha suerte con el tiempo: de 10 días de viaje, sólo llovió el último día en Dublín, una lluvia-nieve continua que nos bloqueó un poco y no nos permitió disfrutar de la ciudad tanto como esperábamos.

Bien pensado, no hice demasiadas cosas por Dublín. Sí, vi el Trinity Collegue, sí vi el Dublin Castle, sí paseé por O’Connell y por Grafton Street y sí, visité sus parques. Pero el recuerdo más marcado que tengo la ciudad son sus librerías: no recuerdo cuántas visité, no recuerdo las horas que pasamos en ellas, pero fueron muchas. Aunque sea usuaria regular de un libro electrónico, no desperdicio el placer de pasar un rato en una librería. Las hubo pequeñas y grandes, bonitas y feas, de libros nuevos y de segunda mano. Libros preciosos, maravillosos y baratos. ¡Libros baratos! Un auténtico placer. Volví de Dublín con cuatro cinco libros. Dos de ellos los compré en Hodges Figgis, que menciono especialmente por la amabilidad del dependiente que me atendió: una agradable y tranquila conversación aunque apenas quedaban unos minutos para cerrar. De allí me llevé dos libros y una recomendación. Así, mi cosecha dublinesa ha sido ésta:


Además, añadí un nuevo Harry Potter para mi colección (Harry Potter agus an Órchloch). Fue una auténtica alegría encontrarlo. Y una extraña sorpresa al descubrir que sólo hay una librería con libros en irlandés en Dublín. Sorprendente, extraño, sobre todo en un lugar donde todos los letreros están en dos idiomas.



Así que mi resumen de Dublín es éste: dos días recorriendo la ciudad, pasando horas y horas en sus librerías, haciendo fotos, charlando, riendo y bebiendo Smithwick’s en Temple Bar por las noches, escuchando música por calles y pubs. Tengo la sensación de que las fotos no reflejan lo que he vivido. A veces pasa. Habrá que volver. Porque me parece una ciudad fascinante, con calles de nombres maravillosos (O’Connell, Dame, Fownes, Dawson, …). Nos dolió dejarla después de dos días, faltaron muchas cosas por ver y disfrutar. Repito, habrá que volver. Aunque dicen que no hay que volver a los lugares en los que has sido feliz.

Por cierto, gracias a Visitante descubrí el café Irie, donde disfrutamos de una deliciosa comida y pasamos una estupenda tarde.

Actualización 01/03/2013: no sé por qué, pero ayer me olvidé de uno de los libros que había comprado: ni lo tuve en cuenta en el recuento, ni lo puse en la foto. Así que actualizo el número de libros y la foto de los mismos. Cinco. Volví de Dublín con cinco libros.









miércoles, 27 de febrero de 2013

En lo más crudo del crudo invierno

Antes de empezar con una serie de entradas sobre mi último viaje (sé, lo sé, sé que no podré escribir sólo uno) quería compartir aquí el aspecto que presenta mi bosque de Ginkgo bilobas en estos días, en lo más crudo del crudo invierno.

Sí, mis ginkgos son unos tristes árboles pelados, sin hojas, vacíos, casi tristes. Lo bueno de mis ginkgos es que sé que en cualquier momento empezarán a emerger. Cuando acaben estos días de frío intenso, en el momento menos esperado, aparecerán las yemas en las puntas de sus ramas, preludio de una explosión de bellas hojas que iluminarán mi galería el resto del año.

Pero hasta entonces, ¡ay, hasta entonces!, hasta entonces mis ginkgos estarán así, como una metáfora de mí misma, vacíos y casi tristes. Pero también sabiendo que tras estos momentos de vacío y tristeza vendrán, porque tienen que venir, momentos alegres, llenos de luz y vida. En mi bosque de gingkos serán sus hojas, su vida. En mí misma no sé qué será. Pero algo tendrá que ser.

lunes, 25 de febrero de 2013

He vuelto


He visto cosas que vosotros no creeríais. Ciudades con puertas de colores. Calles llenas de vida tanto de día como de noche. Lagos de aguas oscuras rodeados de bosques frondosos. Días soleados en Irlanda en el mes de febrero. Pubs con maravillosa música en directo. Ovejas caminando tranquilamente por pequeñas carreteras que surcan colinas. Puentes colgantes. Castillos al borde de mares en calma. Paseos rocosos creados por gigantes. Todos esos momentos se perderán… en el tiempo… como lágrimas en la lluvia. Es hora de volver a la realidad.

jueves, 21 de febrero de 2013

Titanic Belfast

Estos días, estoy en Belfast en una reunión. Concretamente, estoy en el Titanic Belfast, que es un edificio dedicado al Titanic que se encuentra en los astilleros en los que se construyó el barco.

Ayer, en el descanso de la comida, dando una vuelta por la tienda del recinto y viendo los cientos de personas que no paran de entrar y salir en todo el día (sobre todo niños; esta semana, por lo visto, es festivo escolar por estos lares), me preguntaba hasta qué punto es correcto, incluso ético, montar todo un negocio en torno a un desastre como el del Titanic. ¿Tiene mucho sentido hacer camisetas, postales, mantelerías, pósters, imanes o bolígrafos sobre un barco que se hundió en su viaje inaugural? ¿Tiene sentido montar todo esta Titanic Experience para celebrar que aquí se construyó un barco que su mayor hazaña fue esa, hundirse en su viaje inaugural? Y, sobre todo, ¿tiene sentido que en la tienda de recuerdos haya colgantes a imitación de los que lucía Kate Winslet en la famosa película? Probablemente sí. Porque probablemente este Titanic Belfast es más un homenaje, una gran mercadotecnia gigante sobre la película, más que sobre la historia y el barco real en sí.

También me pregunto qué hace un pirata con largas piernas de palo recibiendo a los visitantes en la entrada. ¿Había piratas en el Titanic? Pero eso ya es otra historia.

El Titanic, ese barco que construyó un irlandés y hundió un inglés. Eso decía una camiseta que le vimos ayer a alguien. Muy adecuado.

En la foto, el edificio del Titanic Belfast.

lunes, 18 de febrero de 2013

Vida

Cuatro días. Paseos por Dublín. Librerías. Pintas en pubs. Excursión al campo. Risas. Cambio de ciudad y de país. Banderas. Conducir por la izquierda. Buen tiempo. Vistas increíbles. Buena compañía. Frío. Pueblos costeros. Fotos. Nuestro pueblo. Desayunos copiosos. Azul. Verde, mucho verde. Ovejas. Vistas espectaculares. Carreteras sinuosas. Un puente colgante. Castillos. Gigantes.

V A C A C I O N E S.

V I D A.

Y ya de vuelta en Belfast y al trabajo. Aún una semana por delante antes de volver a casa.

En la foto, escogida (casi) al azar (de las muchas que tengo que revisar y archivar y que colgar por aquí), una puerta roja en Dublín. Me encantan las casas con la puerta roja.

miércoles, 13 de febrero de 2013

De perdidos, al río

Me voy diez días fuera. Es un viaje de trabajo pero también de ocio. Es un viaje preparado un poco a trompicones, casi diría que improvisado. Me voy un poco estresada, con muchos trabajos pendientes para la vuelta (y para la ida, y para la estancia), pero también con ganas de desconectar unos días. Y me voy sabiendo que me estresaré, porque es una de esas reuniones en las que tengo que llevar parcialmente la batuta y eso siempre me agobia. Y no debería estresarme, porque me dijo el dentista el otro día que me muerdo los dientes, que fuera con cuidado con los nervios, que me iba a cargar todo el esmalte. Pero esa ya es otra historia.

Y como voy a un sitio que hace (aún) más frío que aquí, me he hecho un gorrito con la lana que sé que me va a sobrar de la falda que me estoy haciendo (y que, a este paso, no podré utilizar hasta el invierno que viene). Y como le estoy cogiendo gustillo a ponerle un apodo a los proyectos que hago con las agujas, éste es, sin dudarlo ni un segundo, el gorrito de perdidos al río.

Espero actualizar en algún momento en estos días. O no. No sé, ya veremos.

domingo, 10 de febrero de 2013

Pintando mándalas

Como contaba ayer, esta semana he estado un poco negativa. Supongo que me puede el frío y el invierno. Es normal en esta época.

En mi día cumbre de negatividad, en vez de estar en clase de inglés me fui a pasear con una amiga y descubrí este libro para pintar mándalas (o mandalas, se puede decir de las dos formas, según la RAE) en una librería. Había otros libros del mismo tipo, pero éste me llamó poderosamente la atención. No me lo compré porque me pareció caro (aunque sé que un día de estos iré y lo compraré), pero me entraron unas ganas terribles de pintar mándalas.

Por lo visto, pintar mándalas es una técnica de relajación. Me pareció una gran idea. Una idea maravillosa. Porque, ¿cuándo dejamos de colorear? ¿Por qué dejamos de colorear? Sí, lo consideramos una actividad para niños pero, ¿por qué? No lo sé. Sólo sé que me entraron una ganas terribles, ¡terribles!, de volver a pintar. Así que me fui a comprar un paquete de lápices de colores Staedtler. Siempre había querido unos Staedtler, pero como pintar parece cosa de niños, no me los había comprado hasta ahora. Me gustan, pero no tanto como pensaba. Además, he encontrado una vieja caja de lápices de colores Alpino que compré en primero de carrera (para pintar los dibujos anatómicos que hacíamos en clase de Zoología) y creo que alternaré las dos marcas, para probar.

Como decía, me hice con una caja de lápices de colores (ahora tengo dos), algunos mándalas descargados de internet y me puse a pintar o, mejor, a colorear. No sé por qué. No le encuentro sentido, ni explicación. Simplemente, en un día negativo pensé “esto me gustará”. Y me gusta. Me relaja. No tengo ni idea qué significan usar unos colores u otros, ni pintar de dentro a fuera o viceversa. Yo cojo mi colección de mándalas en blanco, escojo el que me apetece pintar y me pongo a ello, cuando tengo tiempo, un rato.

Ya he pintado dos, los que salen en las fotos. No sé cuánto me durará esto. Si seguiré o me cansaré. Si me relajará o no. Pero me gusta. Hay momentos en los que me apetece leer, otros en los que me apetece escribir, otros en los que me apetece coser y, ahora, otros en los que me apetece pintar.

Así que, simplemente, lo hago.

sábado, 9 de febrero de 2013

Contradicciones

Normalmente, lo que quieres hacer y lo que tienes que hacer se contradicen.

Por ejemplo, yo este fin de semana quería irme a pasarlo a un refugio cerca del mar con amigos. Pero tengo una lista de 15 “deberes” laborales que tengo que dejar listos antes del miércoles. O, mejor, del lunes.

A mi pesar, me he despertado (involuntariamente) temprano esta mañana, aún sintiéndome algo idiota por renunciar a un fin de semana de diversión y amistad por unas responsabilidades laborales que, en realidad, son más que laborales, extra-laborales diría yo. De esas que me gusta hacer y que me enganchan de vez en cuando, por voluntad más o menos propia. Como decía, me sentía aún un tanto idiota y con ganas de salir corriendo hacia el norte de la isla (a pesar del frío, del viento y las nubes) cuando he cometido la tontería de revisar el correo del trabajo. Y allí estaba. Un mensaje del jefe:

“Nisi, deberías revisar este informe antes del lunes por la mañana”.
¡Antes del lunes por la mañana!

Y se me ha ido un poco la idiotez, pensando que he hecho bien en quedarme, que tengo que dejar la lista de 15 (+1) deberes listos. Y que tengo que hacer además deberes de inglés (redacción incluida) para el martes.

Y aquí estoy, en un sábado frío de febrero, avanzando en la lista de deberes.

Se hará largo, este fin de semana.

Pero, entre tanto, voy haciendo algunas otras cosas para relajarme y positivizarme (he estado algo negativa esta semana). Como acabar el gorrito de la foto (con pompones incluidos), que me parece bastante mono, pero que no me queda demasiado bien. Serán los colores. (Otra contradicción para el fin de semana). O volver a mi proyecto falda, después de haber conseguido (¡¡sí!!) más lana que se me estaba acabando. O descubriendo el placer de volver a pintar, más bien colorear, del que ya hablaré por aquí otro día.

Hoy mi sábado, mi fin de semana, está lleno de contradicciones. Pero tal vez ahí esté la fuente de nuestras energías.

¡Feliz Sábado!

jueves, 7 de febrero de 2013

Hoy, sólo música

Lo nuevo de Delafé y las Flores Azules, "De ti sin mí".



Y su versión alternativa, "De mi sin tí".



Me quedo con la segunda. Sin duda.

Si te vas, porque creo que lo harás, volverá la tristeza con la misma energía que llegó desde el este tu luz a mi vida, aquella mañana tranquila.

martes, 5 de febrero de 2013

Una de fútbol

Hoy es martes, pero es un martes peor que lunes. El mundo ahí fuera apesta, pero mucho, mucho. Así que me parece un día perfecto para frivolizar. He descubierto que me gustan las frivolidades. Disfruté tanto, tanto, escribiendo sobre Aiden que me he crecido y he decidido seguir siendo superficial. Al menos de vez en cuando.

Hace unos cuantos días, viendo en las noticias el resumen del Balón de Oro (un premio de esos que dan a futbolistas para que les suba el ego, porque no sé sino para qué sirven), descubrí a este señor:


Y pensé “¡madre mía!”. No sabía quién era (soy una inculta futbolera, sí, ¿y qué?) pero pensé “¡madre mía!”. Luego ya me dediqué a buscar si nombre (Fabio Cannavaro) y así descubrí que es un exfutbolista italiano que jugó en el Real Madrid. Lo dicho, inculta futbolera.

En cualquier caso, ese encuentro con Mr. Sonrisa, me hizo darme cuenta de una realidad: hay futbolistas guapos. Y no sólo hay futbolistas guapos: hay futbolistas que, sean guapos o feos, encuentro interesantes. Así que pensé: voy a hacer una lista de mis futbolistas favoritos. No porque sean magníficos jugadores (que deben serlo, pero de eso no entiendo), sino porque por algún motivo, me parecen interesantes. Insisto, no todos deben ser guapos, pero a mí me parecen interesantes, por algún motivo.

A Cannavaro lo dejo fuera de la lista: ya no es futbolista y viendo fotos de su época como tal, sé que no me hubiera gustado (está mejor con pelo). Es uno de esos tipos que mejoran con los años. [Nota mental: Otro día haré una lista de tipos que mejoran con los años].

Y que quede claro que, en general, los futbolistas me parecen creídos, chulos y tontos, pero repito, estamos hablando de frivolidades. Así que todo eso lo ignoraremos. Al menos en este post.

Mi número seis es Karim Benzema, del Real Madrid. Yo no diría que es guapo estrictamente (de hecho, me ha costado mucho encontrar una foto suya en la que no me pareciera feo), pero tiene algo que lo hace interesante. Al menos a mí. No sé si es que me recuerda a alguien o que tiene cara de bueno, pero tiene un no-sé-qué que se hace merecedor de estar en esta lista. Me lo llevaría de excursión por la montaña, a hacer rafting, parapente o alguno de esos deportes extraños que yo creo que no son deportes, pero deben molar.



Mi número cinco es Ibrahim Afellay, del FC Schalke 04, que por lo visto es un equipo alemán (aunque yo lo conozco de su época en el FC Barcelona). Es mono, monísimo. Es tan mono que me siento culpable de poner a alguien tan joven en esta lista; aunque no es que sea tan joven, pero es tan mono, que parece muy joven. Lo dicho, es monísimo. Me pega estupendamente para ir una tarde al cine, a tomar un café en un local súper mono y charlar toda la tarde. Seguramente le quedan genial los jerséis de cuello alto.





Mi número cuatro es Roberto Soldado, del Valencia CF. Éste tampoco es un guapo estricto, sino el típico tío con cara de chico malo que nos gusta. Bueno, que me gusta. Es fuerte, interesante y seguro que es estupendo para irte de cañas y de fiesta, y más cañas y más fiesta y lo que se tercie.





 Mi número tres es David Beckham, del París Saint-Germain. Guapo, guapo. Y él lo sabe. Otro tipo que mejora con la edad. Tiene pinta de buen padre, a pesar de la esposa que tiene. Encima, tenía intención de donar su sueldo en el equipo por el que acaba de fichar, pero por lo visto no puede. Estupendo para llevártelo con sus niños y los tuyos (si los tienes) al parque o de excursión al campo.



Mi número dos es Juan Mata, del Chelsea FC. Mata es mono, pero también es guapo. Es interesante, sexy y sé que sin barbita no sería ni tan interesante ni tan sexy. Con Mata me iría a pasar un día de playa, pasear, nadar, tomar el sol, pasear, nadar, tomar el sol y volver a empezar. Lástima que en la playa no se lleven los jerséis de cuello alto, porque seguro que le quedan estupendos.



Mi número uno es, sin ninguna duda, Xavi Hernández, del FC Barcelona. Me encanta. Me lo llevaría de cañas. Y de copas. Y de vacaciones. Y de cena. Y de comida. Y de paseo. Y de fiesta. Y a la playa. Y al parque con los niños. Y de viaje. Y más cosas que no puedo decir aquí, porque este blog es para todos los púbicos. Y hasta me lo llevaría a comer un domingo a casa de mis padres. Lo peor de todo es que a ellos les encantaría.


Y con esto y un bizcocho, hasta la próxima entrega de yo y mis frivolidades.

domingo, 3 de febrero de 2013

Scones

Mi primer intento de scones, en una tranquila mañana dominical de febrero.

Probablemente mejorables, pero perfectamente comestibles.

¡Feliz domingo!

sábado, 2 de febrero de 2013

Huerto en invierno

 Estos días de invierno, en mi huerto urbano…

… las hojas de las zanahorias están densas y luminosas y ya se vislumbran los primeros tonos de naranja en sus raíces.

… algunas de los pequeños fresales han empezado a echar algunas florecitas precoces que, aunque difícilmente acabarán en fresas, se preparan ya para lucir todo su potencial primaveral.

… la orquídea está reviviendo, con promesas de nuevas flores cuyo color apenas recuerdo.

… los ginkgos están más tristes que nunca, perdiendo poco a poco sus hojas tal y como manda la naturaleza para estos arbolitos caducifolios.

Así está, en estos días de invierno, mi huerto urbano.