Compré este libro en Swakopmund, en uno de mis viajes a Namibia. Me llamó la atención el título, que creo que mal traduje como “No soy un florero”. Leyendo el libro, descubrí que realmente significaba “Esto no es un florero”, aunque no descarto que realmente significara las dos cosas. Quiero pensar que sí.
Según leí en la contraportada, era la historia de una chica que pasa de no tener claro qué quiere hacer con su vida a alguien que escoge la libertad personal y controlar su vida. Así que me imaginé que sería eso: alguien que decide tomar las riendas de su vida, cambiar, dejar de ser el florero del título y empezar una nueva vida. Y sí, bueno, es algo así, pero la protagonista tarda toda la novela en tomar esa decisión. Toda la novela. Enterita.
Lizelle, su protagonista es una chica sudafricana que, en un viaje a Europa, conoce a un tipo con el que al principio no congenia nada pero del que se acaba enamorando y con el que se acaba casando. En seguida, su relación entra en una espiral de abusos y malos tratos que pone los pelos de punta. Ella es una persona con la autoestima por los suelos, nunca ha tomado las riendas de su vida, ha estudiado lo que sus padres han querido y tiene una madre bastante insoportable, más preocupada del qué dirán que de la felicidad de su hija. La relación con su marido es, para mí, totalmente incomprensible, en todas y cada una de sus fases. Sí, entiendo que te puedas llegar a casar con alguien que no es lo que parecía, pero los intentos que hace ella por salvar su matrimonio con un maltratador me parecen terroríficos. Me acabé de leer el libro esperanzada de que sí, al final tomara las riendas de su vida (¡eso prometía la contraportada!), pero se me ha hecho muy largo y terrible. Y me ha costado mucho entender a Lizelle: por un lado aguantando todo el maltrato físico y psicológico con tal de no romper su matrimonio, pero por otro lado no tiene reparos en tener algunas relaciones extramatrimoniales, como si fuera lo más normal del mundo.
Lo más flipante es que, según la contraportada, es una historia “a veces chocante, a menudo divertida”. Totalmente en desacuerdo. No es divertida en absoluto. Una historia de una relación basada en los malos tratos y los abusos no tiene nada de divertida, pero nada. Y los intentos de humor que tiene son totalmente grotescos. De poner los pelos de punta.
No me ha gustado nada esta historia, no he podido sentirme identificada con su protagonista en ningún momento, no he podido entender cómo aguanta todo lo que aguanta y cómo no corta esa relación antes. Pero no es sólo que la historia sea dura (¿cómo lo va a ser una historia de malos tratos?) es que la venden como lo que no es. Y eso me cabrea.
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