Me encanta el otoño. Es mi segunda estación favorita del año, por detrás de mi adorado verano. Me encanta la luz especial del otoño, el intento de volver a tener rutinas, poder dormir muy tapada pero sin pasar frío, la inestabilidad meteorológica, los cambios en la naturaleza, sus atardeceres de colores imposibles, los días de lluvia intensa, los días aún cálidos. Pero lo que más me gusta del otoño son los días inesperados de playa.
Me chifla la playa, en otoño.
En general, me cuesta entender por qué la gente deja de ir a la playa cuando aún hace buen tiempo. Me refiero, claro, a la gente que tiene la playa cerca. Los últimos tres domingos he ido a la playa y sólo había turistas, o prácticamente. Me sorprende lo mucho que nos quejamos (yo me quejo) en verano de no poder disfrutar totalmente de nuestra isla porque está llena de gente y luego, cuando las hordas de turistas ya se han ido, hacer nosotros lo mismo, desaparecer de la orilla del mar. Es algo que no entiendo ni nunca entenderé. Yo no lo hago. Yo voy a la playa hasta que puedo, todo lo que puedo.
Pero yo estaba hablando de lo mucho que me chifla la playa.
Me encanta la incertidumbre de no saber nunca si ese será el último baño de la temporada, la piel de gallina al entrar en el mar, la calidez de los rayos de sol sobre la piel, las playas casi vacías, ir en pantalón largo a la playa, comprobar compulsivamente el parte del tiempo y desear, cuando hay lluvia pronosticada, que falle. Y a veces falla. Me encanta cuando el parte falla así.
Hoy ha sido día de playa. Quizás ha sido el último de este otoño. Tal vez no. Quién sabe. El cielo era azul, azul brillante, apenas salpicado por alguna nubecita despistada. Soplaba algo de brisa, pero sin llegar a molestar. El agua estaba clara, transparente, como una piscina, un poco fría. La arena aún mojada de las lluvias de los últimos días. Había gente, más de lo que cabría esperar de una playa en otoño, pero la mayoría eran turistas silenciosos.
Había tanto silencio y tranquilidad en la playa que el ruido de las olas casi molestaba y todo. Sólo casi.
Las fotos, días de playa, en otoño.
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