Cuando planifiqué el viaje a Roma de esta semana, ya sabría que sería un viaje de trabajo, trabajo y trabajo, sin apenas tiempo libre para disfrutar de la ciudad. Así que me marqué unos objetivos mínimos, claros y más o menos viables: ir a la Fontana di Trevi y a Fabriano, mi papelería favorita de la ciudad.
Pero llegó el jueves y parecía que no podría cumplirlos. Además, el sábado trabajábamos hasta mediodía y de allí tenía que irme directamente al aeropuerto, así que sólo me quedaba el viernes.
El viernes.
Así que el viernes madrugamos, salimos pronto del hotel y dimos un paseo de casi media hora para llegar a la Fontana.
Y allí estaba, restaurada, bella, más bella que nunca, más impresionante que nunca. Maravillosa.
Qué gran idea ir a las 8 de la mañana a ver la Fontana. A quien madruga, Dios le permite ver la Fontana di Trevi sin turistas.
Lo de ir a la papelería ya lo daba por imposible. Y, aunque acabé trabajando en el hotel hasta medianoche, conseguí encontrar un hueco y llegar a la papelería 10 minutos antes de que cerraran. Y aproveché el 20% de descuento que había ese día, ¡y tanto que lo aproveché!
Así que…
Fontana di Trevi. Tic.
Papelería. Tic.
Objetivos cumplidos.
Un gran día, el viernes.
Me gusta ese color azul. Mucho. Te los voy a coger prestados. Que lo sepas. :P
ResponderEliminarSon maravillosos. Ni se te ocurra acercarte a ellos.
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