jueves, 19 de marzo de 2015

Hay cosas

Hay cosas de las que no os puedo hablar, porque nunca sucedieron.

Podría hablaros de luchas encarnizadas entre criaturas de razas imposibles, con pieles de colores tan inusuales como verdes o cobaltos, con números impares de extremidades, con sistemas sensoriales múltiples y con sistemas de comunicación telepático.

Podría hablaros de países tan lejanos como exóticos, habitados por tribus nómadas que, aunque nadie ha visto jamás, hay quien no duda de su existencia; de países tan cercanos como desconocidos, cuyos habitantes evitan por todos los medios ser descubiertos, aunque si lo fueran, nadie creería su existencia.

Podría hablaros de viajes en medios de transporte sorprendentes, cruceros por el Nilo a bordo de cocodrilos de tamaños imposibles, viajes a la luna a lomos de dragones alados, vuelos a los picos más altos del planeta a bordo de helicópteros rosas.

Podría hablaros de excursiones alucinantes a cuevas con formaciones geológicas que parecen esculpidas por el hombre, a profundidades marinas a bordo de pequeños submarinos ocupados por un único tripulante, a ruinas sorprendentes en lugares en los que en teoría nunca ha llegado el hombre.

Podría hablaros de historias de amores imposibles, de amores bellos y puros, de amores dolorosos y terribles, de amores sinceros, de amores falsos, de amores interesados, de amores desinteresados, de corazones rotos y de corazones reparados.

Podría hablaros de guerras que duran tantos años que sus combatientes no recuerdan ya por qué luchan, de soldados heridos de gravedad que sobreviven con la única esperanza de volver a ver los ojos de su amada, de niños perdidos en campos minados de los que, nadie sabe cómo, logran salir milagrosamente.

Podría hablaros de princesas encerradas en torres de alturas imposibles que, cansadas de esperar a su príncipe azul, aprenden a escalar y descienden de sus torres sin ni siquiera un rasguño; de príncipes perdidos en mitad de la jungla, por haber hecho caso a enanitos burlones con los que se encontraron en la última intersección de caminos.

Podría hablaros de camellos que corren a través del desierto a velocidades impensables, de hombres con turbantes y miradas misteriosas a lomo de dichos camellos, de mujeres de ojos profundos, con las que si te atreves a cruzarte en su camino, son capaces de destruirte con su mirada.

Podría hablaros de niñas que piden oscuros deseos a la luna, de lunas que cumplen oscuros deseos de niñas desoladas, de jóvenes que descubren un poder incontrolable bajo la luna, de lunas que se ríen al saberse responsables del descontrol de jóvenes.

Podría hablaros de hadas furiosas, que ponen trampas para los caminantes que osan pasear por su reino; de brujas buenas que velan por el intranquilo sueño de niños enfermos; de enanos saltarines que hacen las delicias de comerciantes borrachos; de curanderos misteriosos cuyas pócimas humean con mil colores diferentes.

Podría hablaros de puestas de sol interminables, de noches eternas, de amaneceres increíbles, de tormentas silenciosas, de nevadas inesperadas, de cielos estrellados, de ríos desbordados y de mares desiertos por la avaricia humana.

Podría hablaros de bancos de peces que saltan bajo la luz de la luna, de delfines soñadores que añoran a los humanos, de gacelas saltarinas que se burlan juguetonas de leones en reposo, de elefantes despistados que se enamoran de rinocerontes, de árboles centenarios que desaparecen bajo las llamas de un incendio provocado, de águilas soñadoras, de erizos valientes y de tortugas corredoras.

Podría hablaros de tantas cosas…

Pero hay cosas de las que no os puedo hablar, porque nunca sucedieron. Aunque precisamente por eso, tal vez exactamente por eso, debería hablaros de ellas.


En la foto, un arcoiris (y un poco más) del otro día. Cuando llueve y hace sol, pasan estas cosas.

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