Somos expertos en hablar sin saber. Somos expertos en dar opiniones definitivas de temas de los que sólo hemos leído los titulares. Somos expertos en dar lecciones magistrales después de ver un documental sobre algo de lo que antes ni sabíamos su existencia.
No es una novedad, no es algo nuevo, ni siquiera es algo a lo que una servidora escape. No en vano yo misma tengo una categoría en este blog llamada “lecciones magistrales”. En mi defensa diré que mis lecciones magistrales
surfean entre consejos que a mí me hubiera gustado que me dieran a
entradas netamente irónicas, rozando incluso lo absurdo.
En cualquier caso, nuestro día a día está lleno de expertos en hablar sin saber. Esa difusión del desconocimiento es la que provoca terrores colectivos y epidemias de ignorancia. Hoy mismo, hace un rato, en las noticias en una cadena de televisión nacional estaban hablando de una contaminación en el agua en Cádiz. La presentadora, ella muy ufana, comentaba que estaban a la espera de los resultados de los análisis y ha dicho algo así como que el problema sólo se daría por solucionado cuando los resultados de los análisis fueran “positivos”.
Madredelamorhermoso.
Pobres los de Cádiz, porque si les dicen que pueden beber agua cuando los resultados son positivos, se van a intoxicar.
Que yo sepa (y que me corrija la autoridad competente si estoy equivocada), si una analítica en busca de bacterias coliformes (como era el caso) es positiva, significa que hay presencia de las susodichas bacterias en el agua. Es decir, que “positivo” no significa que sea guay, bueno y estupendo, significa que efectivamente SÍ hay bacterias en el agua. En cambio, un resultado negativo no es que sea algo malo o triste, es que NO hay bacterias en el agua. Es lo mismo que, por ejemplo, un test de embarazo: positivo es que sí hay embarazo, negativo que no lo hay, cuando las connotaciones personales (“Uy, ¡qué bien!” y “Uy, ¡qué mal!”) son totalmente subjetivas y no tienen por qué coincidir con las anteriores.
Y ahora me imagino al político de turno ansioso por salir en la tele, acercándose a un posible afectado de ébola, diciéndole “Enhorabuena, me ha dicho que sus resultados son positivos, ¡qué bien!”. Y salir de allí todo sonriente, para ir a gastarse cuatro veces el salario mínimo en un balneario de relax, como gastos de representación, claro.
En un intento de defensa de esa gente que habla sin saber, puede que pertenezcan al mismo grupo que yo, los que se confunden con lo de positivo y negativo. Puede que, sin querer, asociemos el "positivo" a optimismo y nada de peligro. Te prometo que no lo hacemos aposta. Se nos cruza algún cable por ahí arriba. El día que me tenga que hacer un test de embarazo ya te digo yo que tendré que comprobar el resulta varias veces con las instrucciones =S
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