Se me acumulan las entradas de cosas que quiero contar y no cuento, así que he decidido inventarme dos semanas temáticas para ponerme al día de dos temas de los que quiero compartir bastantes cosas: libros y viajes. Esta semana será la semana temática de los libros; la que viene, de viajes.
Admito que leí este libro por recomendación de unas amigas. Raquel Sánchez Silva no me cae especialmente bien (más bien al contrario, me parece un poco petarda), pero como el tema del libro es un tema recurrente en nuestras conversaciones, acabó saliendo en una de ellas y me lo recomendaron. En el prólogo, la periodista deja bien claro que su intención era escribir algo sobre el tema, pero no una novela, sino como ensayo, basado en todo lo que había investigado y descubierto cuando, después de los 35, se planteó qué posibilidades tenía de ser madre Sin embargo, sus editores la convencieron de que lo transformara en novela. Para mí ahí está el error principal: como novela, es muy floja y no aporta nada; pero como recopilación de historias sobre la fecundidad femenina en general y sobre la reproducción asistida en particular, vale mucho la pena. Y es esa parte lo que destaco de este libro: la información que aporta sobre un tema del que apenas se habla. Y lo hace en forma de historias tan variopintas como posibles, desde la chica soltera no muy agraciada que quiere que la fecunden con esperma de un nórdico buenorro de ojos azules hasta la casada que acude con su madre porque no se queda embarazada “y no puede ser, porque todas en nuestra familia somos muy fértiles”.
Es un libro que explica claramente qué se puede hacer y qué no, tanto médicamente como legalmente, qué posibilidades reales existen y cuáles son sólo fantasías y que la maternidad es una opción, no una obligación. En ese aspecto, me ha gustado. Insisto, creo que hay mucha falta de información sobre estos temas. Bueno, falta de información no, porque por poco que brujulees por internet, puedes encontrarlo todo, pero sí que es verdad que es un tema del que se habla poco. “¿Te planteas ser madre alguna vez?” es una pregunta que nos deberíamos hacer todas alrededor de los treinta y no alrededor de los cuarenta, como suele pasar hoy en día.
Yo no tengo hijos ni creo que los tenga nunca pero creo que hay una cosa en la que has acertado, y es que ahora muchas mujeres postponen la maternidad. Yo pienso que a los cuarenta no se debería ir a por el primero...
ResponderEliminarYo creo que es difícil generalizar, porque cada mujer tiene su propia historia...
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