Domingo, 20 de diciembre de 2015.
Llamo a mis padres a su casa alrededor de las diez de la mañana.
Contesta mi madre.
- ¡Viva la República!
- ¡Jajaja! ¿Habéis ido a votar ya?
- ¡No! Tu padre se está haciendo la tualet.
- Claro, tiene que ir guapo a votar.
Voy a su casa, para intentar planificarme la mañana. Me encuentro a mi padre poniéndose aftershave como si no hubiera mañana.
- ¿Vamos a votar? ¿Ahora? ¿Más tarde? Tengo que freír unas pechugas de pollo…
- Nos vamos ahora, ¡ya! ¡Venga! ¡Vamos!
Qué prisas. Les hablo de mi teoría de que los sobres del senado son de distintos tonos de naranja y se asustan pensando que “van a saber a quién vamos a votar”. “Qué más da.”, digo yo, “Yo he cogido un sobre que no correspondía al partido que voto”. Río con maldad, pero siento que nadie me entiende.
El barrio está animado, mucho para un domingo de invierno a las 10:30 de la mañana, con la niebla aún levantándose. El colegio electoral es un hervidero de gente. Vamos a nuestra mesa electoral (la han cambiado de sitio este año) y hacemos cola. ¡Hacemos cola! Creo que nunca había pasado. Mi madre se intenta colar, como siempre.
- ¡Mamá! ¡No te cueles!
- Es que yo llevo bastón, me tendrían que dejar pasar antes.
- Fíjate: en las mesas electorales todas son mujeres- dije mi padre.
- No, también hay hombres. Mira, ahí y ahí.
- Sí, pero mira, en esa mesa tres mujeres, en ésa otra, tres mujeres, en esa de ahí…
- Mamá, espera aquí, no te cueles. Mira qué niña tan mona.
- Qué graciosa, sí.
- Es vecina nuestra.
- Qué va.
- Que sí, mira sus padres.
- Pero, ¿no era un bebé? ¡Cómo corre!
Nos toca votar. Primero mi madre. Entrega el DNI.
- Puede votar, señora.
- Venga, mamá, di algo. – me arrepiento de haberlo dicho. “Por favor, que no diga lo de viva la república”. Sonríe con cara de pilla, duda un segundo, ay, que lo dice. Antes de que me de tiempo a decir “Di ‘Que la fuerza te acompañe’”, habla ella.
- Yo he venido aquí por la cesta de Navidad.
Risas generalizadas en la mesa electoral (sí, tres mujeres).
- Ay, señora, ya la hemos dado, no nos queda ninguna. Jajaja.
Mi madre se aparta de la mesa y se pone a charlar animadamente con una de las señoras. Mi padre da su DNI, pero la que tiene que buscar su nombre no lo hace porque está hablando con mi madre. Y hay una buena cola.
- Mamá, deja a la señora trabajar.
- Qué va, si no me molesta…
En el otro extremo de la mesa, la otra señora sigue pronunciando el apellido de mi padre, pero la señora ríe con mi madre. La aparto discretamente. Obviamente, no encuentran su apellido, que es también el mío, claro. Nunca lo encuentran.
- Con “U”, va con “U” antes de la “I”. – insisto.
Al final lo encuentra y mientras mi padre vota, entrego mi DNI dando saltitos. Estoy contenta por poder votar. En abril no pude y ahora me hace ilusión.
- ¡Anda, ésta es fácil! ¡Una combinación de los dos apellidos anteriores!
Qué iluminada, la tía. Suele pasar, cuando eres hijo de tus padres.
Voto, murmurando “yo voto, yo voto, yo voto”, porque no se me ocurre nada original que decir. Mierda, no sirvo para jedi.
Nos vamos del colegio.
- Mamá, creía que ibas a decir lo de “Viva la República”.
- Sí, lo iba a decir, casi lo digo, pero he pensado que mejor que no. Qué van a pensar…
Mi padre nos mira escandalizado, niega con la cabeza y dice “Me voy a por el periódico. Y a dar un paseo corto, enseguida vuelvo”. Me sorprende que mi padre haga eso (“paseo corto”), con lo que le gusta caminar y sólo son las 11 de la mañana. Luego me acuerdo de que a las 11:30 juega el Barça y lo dan por la tele. Claro, ahora todo cuadra, hasta las prisas por ir a votar.
- Me voy a casa a freír unas pechugas – le digo a mi madre-, vente si quieres.
- ¿Qué me vas a poner a hacer?
- Nada, mujer, para hacerme compañía.
- Uy, no, tengo mucho que hacer. Tengo que hacer la cama. –salir de casa sin hacer la cama es pecado mortal en el universo de mis padres.
- Vale, como quieras. Si vienes, acuérdate de que el timbre de la puerta no funciona.
La fiesta de la democracia, dicen. Mi vida sí que es una fiesta.
En la foto, los sobres que he recibido durante la campaña electoral. ¿Veis como los naranjas son diferentes?
Jajaja. Esta madre nuestra. Si llega a decir, Viva la República, me meo. Aunque lo de la cesta de Navidad no ha estado nada mal. Juasjuasjuas.
ResponderEliminarA ver en mi poble ahora cuando vaya si tenemos anécdota o no.
Jajaja. Esta madre nuestra. Si llega a decir, Viva la República, me meo. Aunque lo de la cesta de Navidad no ha estado nada mal. Juasjuasjuas.
ResponderEliminarA ver en mi poble ahora cuando vaya si tenemos anécdota o no.