domingo, 12 de abril de 2015

La isla de todos los santos

Políticamente, las Islas Baleares son un archipiélago formado por cuatro islas principales y varios islotes. Geológicamente, el archipiélago está formado por dos grupos de islas, las Gimnesias (Mallorca, Menorca y sus islotes) y las Pitiusas (Ibiza, Formentera y sus islotes).

Aunque no os lo creáis, he pasado más de 30 años viviendo en las Gimnesias y nunca había ido a las Pitiusas. Es lo que tiene la insularidad, sobre la que he estado pensando mucho últimamente y sobre la que escribiré una entrada un día de estos.

Esta Semana Santa, he cubierto un vacío que tenía pendiente: ir a las Pitiusas, concretamente a Ibiza (o Eivissa), la mayor de ellas, la isla de todos los santos, sí esa isla en la que (casi) todas las poblaciones se llaman San o Santa algo. Excepto su capital.

Ibiza es el nombre con el que el mundo mundial conoce a la isla, Eivissa como la conocemos los habitantes de las islas. Eivissa es también el nombre de su capital, aunque, del mismo modo que para los isleños la capital de Mallorca no es Palma (ni mucho menos Palma de Mallorca) sino Ciutat, la capital de Ibiza no es Eivissa (ni mucho menos Ibiza) sino Vila.

Somos así los isleños.

A lo que iba. Me fui seis días (no llegó) a la isla de todos los santos. Pasé la mitad del tiempo sin maleta y la otra mitad con un virus intestinal. Un gran estreno para mi primer viaje vacacional en Semana Santa.

Pero, a pesar de todo, tuve tiempo de pasear, ver cosas, llegar a calas perdidas, visitar mercadillos hippies, hacerme a la idea de la locura que debe ser esa isla en verano, disfrutar de mares cristalinos y flipar con casas blancas. Hasta de ir a Formentera. Pero Formentera se merece entrada propia. Ya llegará.












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