Ayer por la tarde llegamos a Málaga. Hoy empieza el primer Festival de Primavera de este año. Nos vamos al mar y nuestro punto de partida es esta ciudad.
El barco debería haber llegado anoche. O esta mañana. Problemas de último momento han hecho que la hora de llegada se atrase. Estará aquí en algún momento de esta tarde, según pueda capear con el temporal de levante que azota ahora mismo. Eso complica un poco todo, altera algunos planes. Yo ayer tenía que estar en Bruselas, en una reunión, pero no fui porque, con la planificación inicial, se me hacía complicado llegar a tiempo. Con el retraso, hubiera podido ir, pero ya tenía los billetes comprados. Esta mañana me he enterado que hay huelga en Bélgica, así que mi vuelta se hubiera complicado aún más. Menos mal que no he ido.
En el aeropuerto, ayer tenía aún encima el susto de los 2 días de retraso del equipaje en mi viaje a Ibiza. Para ir a Ibiza, mi maleta vino a Málaga, así que me parecía normal, en una de esas ironías de la vida, que para venir a Málaga, la maleta pasara por Ibiza. Viajaba con la misma compañía que entonces. Entre broma y broma, salió el equipaje y mi maleta no estaba. Qué gran susto. Luego descubrí el equipaje de nuestro vuelo había salido repartido entre dos cintas. No preguntéis por qué. Mi maleta apareció.
Cuando hace unos días descubrimos que el barco vendría con retraso y que pasaríamos una noche en Málaga sí o sí, decidí cotillear qué se cocía en el Festival de Cine de esta ciudad, a ver si podíamos hacer algo diferente. Descubrí sesiones de cine a 1 €, en la sección “Cosecha del año”, así que me pareció buena idea pasar parte de la tarde viendo “La isla mínima”. Se lo comenté a mi compañero de viaje y le pareció estupendo e incluso nuestra cicerone local se apuntó al evento. Lástima que, de camino al hotel, nuestro estómago pudiera más que nuestro interés cinéfilo (explicación: habíamos comido antes de la una, ya estamos con horario marinero, aún en tierra) y nos paramos a tomar una tapa. Cuando llegamos, sólo quedaban dos entradas. Éramos tres.
El plan B de la tarde se convirtió en compensar los 18 días de mar que nos esperan con ley seca, sin alcohol a bordo ni posibilidad de tocar tierra. Cañas, vermut, vino. Lo que se terciara en cada momento. Recorrimos las callejuelas del casco antiguo. Entramos y salimos de sitios, comiendo y bebiendo como si, efectivamente, fuéramos a pasar casi tres semanas en un barco en mitad del mar. Me caí y me torcí un pie (nada grave, sobreviviré) y acabamos volviendo a nuestros respectivos hoteles y casas con la satisfacción de haber aprovechado al máximo de nuestra última tarde libre en bastante tiempo.
Esta ha sido mi vida, en las horas previas al mar.
Hoy me he despertado con dolor de garganta y un tobillo resentido.
En cuatro horas, toca ir a recoger material.
En unas seis horas, llegará el barco.
Empieza el Festival de Primavera. Empieza la conquista de los océanos.
Pasaré por aquí cuando pueda. No prometo nada.
En la foto, vermut y concha fina. Anoche, en Málaga.
Casi ná. Siempre te pasan cosas. De lo que te digo últimamente, lo vuelvo a confirmar. Cada vez, peligrosamente, te pareces más a mí. ¿Caerte y torcerte un pie? Jejeje. Eso es mío en varias ocasiones jejejeje.
ResponderEliminarBueno, ¡qué pena que no vieras la Isla Mínima! Yo la tengo que grabar del plus o descargar del yomvi, ya veremos.
Venga, disfruta de la campaña y la ley seca. Ya te dije que cata el 11, así que podrás poner fin a la ley seca.
En esta campaña he sido la pupas del barco. Madre mía. Sólo pensaba que no me pasara nada más, sólo por la vergüenza que me hubiera dado confesarlo, jajaja.
EliminarPues no he ido a la cata, ¡tenía lindy!