Éste es un libro prestado por mi hermana la gafapasta. Me lo llevé en el último viaje a Namibia, pensando que allí lo empezaría, pero no lo hice hasta la vuelta, cuando ya incluso había visto la película. Ya hable por aquí de ella: la película me pareció una historia bonita, contada de una manera especial. La Muerte narra la historia de una niña que llega a una familia de acogida en la Alemania de la II Guerra Mundial y de su acercamiento a las palabras y a los libros. El libro es, si cabe, aún más delicioso que la película. Es una historia dura, bastante triste (¿Cómo no va a ser triste una historia contada por la muerte?) pero contada con una sensibilidad muy especial.
Me ha encantado. He tardado bastante en leerlo, los días de mar siempre son para mí días prácticamente sin libros, así que lo dejé un poco apartado. Además, como sabía cómo acababa la historia, sabía que me resultaría triste y creo que me resistía a acabarlo. Pero lo acabé y lloré, lloré mucho, sí. Es uno de los pocos libros que me ha hecho llorar. Pero aún así, lo recomendaría totalmente.
lunes, 2 de junio de 2014
domingo, 1 de junio de 2014
Favoritos
De pequeños, siempre teníamos conversaciones como “¿Cuál es tu color favorito?”, “¿Cuál es tu animal favorito?” o “¿Cuál es tu día de la semana favorito?”. No sé por qué, cuando nos hacemos mayores, dejamos de hablar de eso. Y también de pensar en ello. ¿Dejamos de tener cosas favoritas? Supongo que no. Pero estamos más ocupados en cosas supuestamente importantes y nos olvidamos de las pequeñas cosas.
Yo no recuerdo qué respondía yo a esas preguntas, la verdad. Sé que de más mayor, adolescente o post-adolescente, decidí que mi animal favorito era el oso. No sé por qué. Pero todo cambia con la edad, hasta los gustos.
Ahora mismo, mi animal favorito es la jirafa.
Creo que la primera vez que lo pensé fue en el viaje de estudios de la carrera, allá por el 2001. Estuvimos en Praga y en Budapest y en esta última ciudad visitamos su zoo. Fue entre curioso y terrorífico. No entraré en detalles, pero recuerdo que allí me enamoré de las jirafas que había. Eran tan… especiales. Entonces aún llevaba cámara de carrete y con un carrete en blanco y negro le hice ésta foto a una de ellas. Una jirafa de ojos tristes, tras unos barrotes.
La jirafa es un animal precioso.
Vi por primera vez una jirafa en libertad en septiembre, de camino a Etosha. Íbamos por la carretera, con el sopor que te da hacer cientos de quilómetros por el desierto, cuando vi una allí, junto al arcén. No reaccioné, cuando vas a ciento y pico quilómetros por hora, no te da tiempo a reaccionar mucho. Y tampoco es lo habitual, al menos en mi vida, ver jirafas junto al arcén de una carretera. Pero había visto una jirafa en libertad.
Una jirafa fue el primer animal que vimos cuando entramos en Etosha. Luego, vimos más, muchas más.
Las jirafas son altas, elegantes, esbeltas y muy, muy asustadizas. A veces salen en los documentales corriendo a toda pastilla pero, en general, son lentas de narices. Y muy miedicas. Recuerdo un grupo numeroso de jirafas de camino a Okaukueju, una de las pozas de agua de Etosha. Tardaron tanto, tanto, tanto en llegar que parecía que nunca llegarían. O que iban de coña. Y una vez delante del agua tardaron tanto, tanto, tanto en decidirse a beber que parecía que nunca beberían. Esa actitud, esa parsimonia, ese “miro por allí a ver si viene alguien, miro por allá a ver si hay algún peligro, ay, qué susto, hay un par de cebras ahí al lado” no la había visto yo nunca en un documental. Y tiene su gracia.
Son una pasada, las jirafas.
Desde que fui por primera vez a Namibia, sabía que me iba a comprar un “algo” de jirafa. Una escultura, una imagen, algo. Creo que fue en el segundo cuando me compré un busto de jirafa monísimo. Luego me compré una postal. Ambas ocupan un lugar destacado en el rincón namibio de mi salón.
Y las fotos. Les hice miles de fotos cuando las vi en Etosha. Ya colgué algunas aquí, pero ahí van algunas más.
Sí, son una pasada, las jirafas.
¿Cuál es tu animal favorito?
Yo no recuerdo qué respondía yo a esas preguntas, la verdad. Sé que de más mayor, adolescente o post-adolescente, decidí que mi animal favorito era el oso. No sé por qué. Pero todo cambia con la edad, hasta los gustos.
Ahora mismo, mi animal favorito es la jirafa.
Creo que la primera vez que lo pensé fue en el viaje de estudios de la carrera, allá por el 2001. Estuvimos en Praga y en Budapest y en esta última ciudad visitamos su zoo. Fue entre curioso y terrorífico. No entraré en detalles, pero recuerdo que allí me enamoré de las jirafas que había. Eran tan… especiales. Entonces aún llevaba cámara de carrete y con un carrete en blanco y negro le hice ésta foto a una de ellas. Una jirafa de ojos tristes, tras unos barrotes.
La jirafa es un animal precioso.
Vi por primera vez una jirafa en libertad en septiembre, de camino a Etosha. Íbamos por la carretera, con el sopor que te da hacer cientos de quilómetros por el desierto, cuando vi una allí, junto al arcén. No reaccioné, cuando vas a ciento y pico quilómetros por hora, no te da tiempo a reaccionar mucho. Y tampoco es lo habitual, al menos en mi vida, ver jirafas junto al arcén de una carretera. Pero había visto una jirafa en libertad.
Una jirafa fue el primer animal que vimos cuando entramos en Etosha. Luego, vimos más, muchas más.
Las jirafas son altas, elegantes, esbeltas y muy, muy asustadizas. A veces salen en los documentales corriendo a toda pastilla pero, en general, son lentas de narices. Y muy miedicas. Recuerdo un grupo numeroso de jirafas de camino a Okaukueju, una de las pozas de agua de Etosha. Tardaron tanto, tanto, tanto en llegar que parecía que nunca llegarían. O que iban de coña. Y una vez delante del agua tardaron tanto, tanto, tanto en decidirse a beber que parecía que nunca beberían. Esa actitud, esa parsimonia, ese “miro por allí a ver si viene alguien, miro por allá a ver si hay algún peligro, ay, qué susto, hay un par de cebras ahí al lado” no la había visto yo nunca en un documental. Y tiene su gracia.
Son una pasada, las jirafas.
Desde que fui por primera vez a Namibia, sabía que me iba a comprar un “algo” de jirafa. Una escultura, una imagen, algo. Creo que fue en el segundo cuando me compré un busto de jirafa monísimo. Luego me compré una postal. Ambas ocupan un lugar destacado en el rincón namibio de mi salón.
Y las fotos. Les hice miles de fotos cuando las vi en Etosha. Ya colgué algunas aquí, pero ahí van algunas más.
Sí, son una pasada, las jirafas.
¿Cuál es tu animal favorito?
jueves, 29 de mayo de 2014
Sesión de cine
Hoy toca resumen de cine, de pelis que he visto en los últimos tiempos, diría yo que en los últimos dos meses o así. No veo mucho cine yo, últimamente, no. Cosas de la vida.
“Julie y Julia” de Nora Ephron es la historia de Julie, una joven que decide cocinar durante un año las recetas de un famoso (en los USA) libro de recetas de Julia Child y contar sus evoluciones en su blog. Encontré la película por casualidad un día en la tele y la vi, por curiosidad. Está protagonizada por una maravillosa Meryl Streep (esta mujer siempre es maravillosa) y una Amy Adams con peinado horrible (con lo mona que es esta chica). Luego he descubierto que estaba dirigida por Nora Ephron. Me gustó bastante, pero no me entusiasmó, no sé por qué. Es maja, bonita, tierna y bastante redonda, pero no sé. Tal vez es porque por aquí no conocemos a Julia Child (o al menos yo no la conocía hasta que no vi la película), pero me faltaba algo. Supongo que la cinta presupone que el espectador conoce y admira a Julia. Está bien, pero tampoco la volvería a ver a corto plazo.
Otra película de Meryl Streep también pillada por casualidad, “No es tan fácil” de Nancy Meyers. La historia de una mujer de edad (Meryl Streep), separada que se convierte en la amante de su ex (Alec Baldwin), casado con una mujer más joven. Entretenida y divertida, grande Meryl Streep (again). Y sale Steve Martin haciendo de persona normal. Qué bueno.
“Romeo + Julieta de William Shakespeare” de Baz Luhrmann. No la había visto aún y sentía curiosidad. La obra es más que conocida, pero esta adaptación tiene la gracia de situar la trama en la actualidad, con música e imágenes casi estridentes, demostrando que la historia es perfectamente exportable a cualquier época y lugar. Me gustó, lloré al final (juro, juro, juro, que por un momento tuve la esperanza de que acabara bien, tonta de mí) y me flipó pensar que la peli tiene casi veinte años. Glups, qué vértigo.
Otra de Meryl Streep, “Si de verdad quieres…” de David Frankel. Ella y Tommy Lee Jones (otro grande) son un matrimonio con más de 30 años a sus espaldas, con todas las rutinas que eso conlleva. A petición de ella, se apuntan a unas sesiones de terapia para parejas (con Steve Carell, genial) para intentar recuperar la alegría en su matrimonio. Agradable y tierna, nada espectacular pero sí entretenida.
“Ultimatum a la Tierra” de Scott Derrickson. Ciencia ficción. Me gusta mucho el género, pero me defrauda constantemente. Aunque, en general, la mayoría de historias tienen un inicio interesante, muchas se desinflan rápidamente y otras tienen finales insulsos para lo interesante del tema. Ésta peli me pareció una petardada. Invasión extraterrestre. Genial. Luego es de las que se desinflan sin parar. Encima, Keanu Reeves y Jennifer Connelly no me caen ni medio bien, así que no me gustó nada. Eso sí, la vi en versión original, igual para no sentirme tan culpable de ver algo tan infumable.
Y dejo para el final la única que he visto en el cine últimamente, aunque creo que ya hace mil años. O más. “Ocho apellidos vascos” de Emilio Martínez-Lázaro. La primera vez que oí hablar de esta peli, fue por mi madre. Me dijo: “Oye, hacen una película de unos vascos que dicen que está muy bien”. Yo no sabía de qué me hablaba. Lo descubrí más tarde, cuando la película empezó a ser el éxito que está siendo. Poco después vi el tráiler y dije: “Esto hay que verlo”. Así que, aprovechando la Fiesta del cine, me llevé a mis progenitores al cine. Creo que no iban desde que les llevé a ver “Buscando a Nemo” o un documental sobre la naturaleza. Hace mil años, vamos. Tengo que decir que mis padres suman entre ambos 150 años. Así, tal cual. Ir al cine nunca ha sido algo habitual en sus vidas y, aunque de jovencitas sí que íbamos bastante con mi madre, a mi padre le sacas de las pelis de vaqueros y de los documentales de animales y todo le parece malo. Pero me los llevé al cine. Y nos lo pasamos pipa. Menudas risas. Creo que me perdí muchos chistes porque no podía parar de reír. Vale, no estaremos delante de la mejor producción de cine del mundo mundial, pero es una película divertida, amena, simpática y con unos actores maravillosos. Qué bonito sale el País Vasco. Qué gusto poder reírnos un poco, de nosotros mismos, de los vecinos, de lo que sea. La cuestión es reír. Cuando acabó la peli, mi padre me dijo “¿No la hacen otra vez?”. Y creo que esa es una de las maravillas de la peli: gusta a todo el mundo, sea cual sea la edad, jóvenes y mayores. En el cine había gente de todas las edades.
Y esto es todo, amigos.
“Julie y Julia” de Nora Ephron es la historia de Julie, una joven que decide cocinar durante un año las recetas de un famoso (en los USA) libro de recetas de Julia Child y contar sus evoluciones en su blog. Encontré la película por casualidad un día en la tele y la vi, por curiosidad. Está protagonizada por una maravillosa Meryl Streep (esta mujer siempre es maravillosa) y una Amy Adams con peinado horrible (con lo mona que es esta chica). Luego he descubierto que estaba dirigida por Nora Ephron. Me gustó bastante, pero no me entusiasmó, no sé por qué. Es maja, bonita, tierna y bastante redonda, pero no sé. Tal vez es porque por aquí no conocemos a Julia Child (o al menos yo no la conocía hasta que no vi la película), pero me faltaba algo. Supongo que la cinta presupone que el espectador conoce y admira a Julia. Está bien, pero tampoco la volvería a ver a corto plazo.
Otra película de Meryl Streep también pillada por casualidad, “No es tan fácil” de Nancy Meyers. La historia de una mujer de edad (Meryl Streep), separada que se convierte en la amante de su ex (Alec Baldwin), casado con una mujer más joven. Entretenida y divertida, grande Meryl Streep (again). Y sale Steve Martin haciendo de persona normal. Qué bueno.
“Romeo + Julieta de William Shakespeare” de Baz Luhrmann. No la había visto aún y sentía curiosidad. La obra es más que conocida, pero esta adaptación tiene la gracia de situar la trama en la actualidad, con música e imágenes casi estridentes, demostrando que la historia es perfectamente exportable a cualquier época y lugar. Me gustó, lloré al final (juro, juro, juro, que por un momento tuve la esperanza de que acabara bien, tonta de mí) y me flipó pensar que la peli tiene casi veinte años. Glups, qué vértigo.
Otra de Meryl Streep, “Si de verdad quieres…” de David Frankel. Ella y Tommy Lee Jones (otro grande) son un matrimonio con más de 30 años a sus espaldas, con todas las rutinas que eso conlleva. A petición de ella, se apuntan a unas sesiones de terapia para parejas (con Steve Carell, genial) para intentar recuperar la alegría en su matrimonio. Agradable y tierna, nada espectacular pero sí entretenida.
“Ultimatum a la Tierra” de Scott Derrickson. Ciencia ficción. Me gusta mucho el género, pero me defrauda constantemente. Aunque, en general, la mayoría de historias tienen un inicio interesante, muchas se desinflan rápidamente y otras tienen finales insulsos para lo interesante del tema. Ésta peli me pareció una petardada. Invasión extraterrestre. Genial. Luego es de las que se desinflan sin parar. Encima, Keanu Reeves y Jennifer Connelly no me caen ni medio bien, así que no me gustó nada. Eso sí, la vi en versión original, igual para no sentirme tan culpable de ver algo tan infumable.
Y dejo para el final la única que he visto en el cine últimamente, aunque creo que ya hace mil años. O más. “Ocho apellidos vascos” de Emilio Martínez-Lázaro. La primera vez que oí hablar de esta peli, fue por mi madre. Me dijo: “Oye, hacen una película de unos vascos que dicen que está muy bien”. Yo no sabía de qué me hablaba. Lo descubrí más tarde, cuando la película empezó a ser el éxito que está siendo. Poco después vi el tráiler y dije: “Esto hay que verlo”. Así que, aprovechando la Fiesta del cine, me llevé a mis progenitores al cine. Creo que no iban desde que les llevé a ver “Buscando a Nemo” o un documental sobre la naturaleza. Hace mil años, vamos. Tengo que decir que mis padres suman entre ambos 150 años. Así, tal cual. Ir al cine nunca ha sido algo habitual en sus vidas y, aunque de jovencitas sí que íbamos bastante con mi madre, a mi padre le sacas de las pelis de vaqueros y de los documentales de animales y todo le parece malo. Pero me los llevé al cine. Y nos lo pasamos pipa. Menudas risas. Creo que me perdí muchos chistes porque no podía parar de reír. Vale, no estaremos delante de la mejor producción de cine del mundo mundial, pero es una película divertida, amena, simpática y con unos actores maravillosos. Qué bonito sale el País Vasco. Qué gusto poder reírnos un poco, de nosotros mismos, de los vecinos, de lo que sea. La cuestión es reír. Cuando acabó la peli, mi padre me dijo “¿No la hacen otra vez?”. Y creo que esa es una de las maravillas de la peli: gusta a todo el mundo, sea cual sea la edad, jóvenes y mayores. En el cine había gente de todas las edades.
Y esto es todo, amigos.
martes, 27 de mayo de 2014
Menorca
Así, sin paliativos, sin concesiones, sin atenuantes.
Me encanta su perfil plano y recto, únicamente recortado por una montaña, de menos de 400 metros de altura.
Me encantan sus carreteras tranquilas, su ausencia de autopistas, sus cortas distancias.
Me gustan sus pueblos, sus campos, sus colinas, sus vacas. Sus playas y calas. Sus aguas y cielos azules.
Me gustan sus quesos, sus comidas, su ginebra.
Me encanta su capital, Maó, su puerto maravilloso, una delicia entrar en él desde el mar. Su mercado de pescado, sus escaleras, sus callejuelas, sus miradores hacia el puerto.
Me encanta Ciutadella, sus callejuelas, la historia de sus aguas que se levantan violentamente en algunos momentos previsibles, su pequeño puerto, impresionante también entrar en él desde el mar.
Menorca es una isla especial y única. Es reserva de la biosfera.
Y todo en ella me gusta.
Incluso esa tranquilidad que para algunos es demasiado, es paz extraña que hay en la isla, esa sensación de soledad que hacen que Mallorca, la isla de la calma, sea una auténtica vorágine cosmopolita.
Conozco Menorca más desde el mar que desde tierra, conozco mejor sus cabos y faros que sus carreteras. Pero vuelvo a ella una y otra vez, de manera puntual, desde aquella primera vez en septiembre de 2001 (o podría ser mayo de 2002, mi memoria es esquiva). Esas visitas puntuales no hacen más que acrecentar mi amor hacia la isla. Sí, la he visitado alguna vez con algo más de tiempo. Pero siempre creo que es poco. Siempre me falta más. Siempre quiero más Menorca.
Y allí estuve este fin de semana, conduciendo una furgoneta de siete plazas ocupada por siete pasajeros, recorriéndola y disfrutando de lugares conocidos y de lugares que visitaba por primera vez.
Y ya quiero otra vez más, de Menorca.
En un par de semana, volveré a ella de nuevo. De manera puntual, apenas unas horas. Pero valdrá la pena. Menorca siempre vale la pena.
martes, 20 de mayo de 2014
Primavera esplendorosa
Ésta está siendo una primavera esplendorosa en mi balcón.
Cuando me marché hacia el mar, ya había sembrado y plantado casi todo, así que monté un sistema de riego automático como el que tan bien funcionó el año pasado. Y funcionó tan bien como la vez anterior. A mí vuelta, hace ya más de una semana, me encontré con que la primavera había estado haciendo su trabajo durante mis más de dos semanas de ausencia.
Hay tomateras por todas partes, de dos tipos, algunas ya con tomates.
Los pimientos que crecen y crecen, aunque aún no tienen flores.
Hay albahaca de hoja grande y albahaca de hoja pequeña (aunque ésta última se la he regalado a mis padres).
Incluso la orquídea parece despertar, formando nuevas raíces.
La fucsia, que parecía casi muerta, ya da sus primeras flores.
La buganvilla está en todo su esplendor.
El fresal, tras una época que parecía morir, está reviviendo.
Los mini-claveles son minis, pero abundantes.
En cualquier momento podría empezar a recolectar zanahorias (que he olvidado fotografiar).
Y el bosque de ginkgos… ¡ay el bosque de ginkgos! Hojas y hojas pueblan ya sus ramas, pero no sólo eso: ha nacido un nuevo ginkgo a los pies del mayor de ellos. ¡Un nuevo ginkgo! Así, sorprendentemente, sin avisar, tengo un nuevo ginkgo en mi pequeño bosque. Tan increíble como sorprendente como (posiblemente) inadecuado: si cultivar dos árboles en una maceta me parecía una barbaridad, no sé qué voy a hacer ahora con tres. Continuará.
Cuando me marché hacia el mar, ya había sembrado y plantado casi todo, así que monté un sistema de riego automático como el que tan bien funcionó el año pasado. Y funcionó tan bien como la vez anterior. A mí vuelta, hace ya más de una semana, me encontré con que la primavera había estado haciendo su trabajo durante mis más de dos semanas de ausencia.
Hay tomateras por todas partes, de dos tipos, algunas ya con tomates.
Los pimientos que crecen y crecen, aunque aún no tienen flores.
Hay albahaca de hoja grande y albahaca de hoja pequeña (aunque ésta última se la he regalado a mis padres).
Incluso la orquídea parece despertar, formando nuevas raíces.
La fucsia, que parecía casi muerta, ya da sus primeras flores.
La buganvilla está en todo su esplendor.
El fresal, tras una época que parecía morir, está reviviendo.
Los mini-claveles son minis, pero abundantes.
En cualquier momento podría empezar a recolectar zanahorias (que he olvidado fotografiar).
Y el bosque de ginkgos… ¡ay el bosque de ginkgos! Hojas y hojas pueblan ya sus ramas, pero no sólo eso: ha nacido un nuevo ginkgo a los pies del mayor de ellos. ¡Un nuevo ginkgo! Así, sorprendentemente, sin avisar, tengo un nuevo ginkgo en mi pequeño bosque. Tan increíble como sorprendente como (posiblemente) inadecuado: si cultivar dos árboles en una maceta me parecía una barbaridad, no sé qué voy a hacer ahora con tres. Continuará.
domingo, 18 de mayo de 2014
Capricho
Hace unos días, una persona con mucha más edad que yo y, por tanto, mucha más experiencia, me contó lo que hacía cada vez que se encaprichaba de algo: espera un tiempo, para descubrir si eso que desea es simplemente un capricho o si realmente es algo que necesita.
Aunque él simplemente lo contaba para explicar por qué tardó varios años en comprarse un reloj que le gustaba y no lo explicaba como un consejo, a mí me pareció un consejo maravilloso.
Y decidí seguirlo.
Así que, hace unos días, decidí tomarme las cosas con calma y esperar, para tratar de decidir si algo que me apetece es sólo un capricho o es algo más.
Y así estoy, esperando.
Ya veremos.
En la foto, una pequeña caracola que me traje de mis días de mar. Un pequeño capricho. Éste sí.
Aunque él simplemente lo contaba para explicar por qué tardó varios años en comprarse un reloj que le gustaba y no lo explicaba como un consejo, a mí me pareció un consejo maravilloso.
Y decidí seguirlo.
Así que, hace unos días, decidí tomarme las cosas con calma y esperar, para tratar de decidir si algo que me apetece es sólo un capricho o es algo más.
Y así estoy, esperando.
Ya veremos.
En la foto, una pequeña caracola que me traje de mis días de mar. Un pequeño capricho. Éste sí.
jueves, 15 de mayo de 2014
Nisi
Cientos y cientos de vosotros me paráis por la calle preguntándome qué significa mi nombre, Nisi.
Mentira. Nadie me lo ha preguntado nunca.
Eso me lleva a pensar varias cosas. O la gente sabe qué significa Nisi o a nadie le importa un comino. Es un mote, así que no tiene por qué significar algo, ¿verdad?
Me alucina que alguien sepa qué significa. Aunque igual no sería tan raro: hay mucha gente lista ahí fuera.
Porque sí, significa algo que en seguida contaré. Hace cosa de un año, leyendo “A Short History of Tractors in Ukrainian” descubrí que significa más de lo que me pensaba. En este libro, aparece la expresión decree nisi que por lo visto es un término jurídico. Según el traductor de google, nisi es latín y significa “pero”.
Pero nisi también es una palabra en otra lengua, en griego. Nisi en griego significa “isla”. Y en realidad se escribe así: νησί. Es una palabra aguda, así que se pronuncia “nisí”.
Hace un tiempo, yo tenía un blog. Otro blog. Era un blog de fondo negro y letras claras. Y en ese blog yo era Illa, Isla en catalán. Era un blog en ese idioma que, por motivos que no vienen al caso, decidí convertir en privado. Así, el número de gente que lo visitaba era muy, muy limitado, claro. Y no tenía gracia, ninguna.
Así que, tras la entrada 500 de aquel blog, Illa decidió reinventarse, convertirse en Nisi y crear este blog. Y la primera entrada del blog de Nisi era, en realidad, la entrada 501. De ahí la dirección del blog.
Y con esto, niños y niñas, una lección muy importante en la vida: habéis aprendido cómo se dice “isla” en griego. Algún día puede seros muy útil.
Y me he acordado hoy de esta tontería porque estoy rellenando en inglés unos formularios que están en griego. Es una larga (e interesante) historia que, si sale bien, contaré algún día. Y ésta es una de las pocas palabras que recuerdo del (poco) griego que una vez supe. Otras cosas que recuerdo son frases tan útiles como “Mi casa tiene tres habitaciones” o “Mi coche es grande”. Imprescindibles para cualquiera, vaya.
Y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, os recomiendo un libro que se llama precisamente así “La isla” (Το νησί) de Victoria Hislop, que ya lo recomendé el día del libro del año pasado. Y del que han hecho una serie que nunca he llegado a ver. Y aquí está la foto de esa isla, Spinalonga, un islote situado al este de Creta.
Mentira. Nadie me lo ha preguntado nunca.
Eso me lleva a pensar varias cosas. O la gente sabe qué significa Nisi o a nadie le importa un comino. Es un mote, así que no tiene por qué significar algo, ¿verdad?
Me alucina que alguien sepa qué significa. Aunque igual no sería tan raro: hay mucha gente lista ahí fuera.
Porque sí, significa algo que en seguida contaré. Hace cosa de un año, leyendo “A Short History of Tractors in Ukrainian” descubrí que significa más de lo que me pensaba. En este libro, aparece la expresión decree nisi que por lo visto es un término jurídico. Según el traductor de google, nisi es latín y significa “pero”.
Pero nisi también es una palabra en otra lengua, en griego. Nisi en griego significa “isla”. Y en realidad se escribe así: νησί. Es una palabra aguda, así que se pronuncia “nisí”.
Hace un tiempo, yo tenía un blog. Otro blog. Era un blog de fondo negro y letras claras. Y en ese blog yo era Illa, Isla en catalán. Era un blog en ese idioma que, por motivos que no vienen al caso, decidí convertir en privado. Así, el número de gente que lo visitaba era muy, muy limitado, claro. Y no tenía gracia, ninguna.
Así que, tras la entrada 500 de aquel blog, Illa decidió reinventarse, convertirse en Nisi y crear este blog. Y la primera entrada del blog de Nisi era, en realidad, la entrada 501. De ahí la dirección del blog.
Y con esto, niños y niñas, una lección muy importante en la vida: habéis aprendido cómo se dice “isla” en griego. Algún día puede seros muy útil.
Y me he acordado hoy de esta tontería porque estoy rellenando en inglés unos formularios que están en griego. Es una larga (e interesante) historia que, si sale bien, contaré algún día. Y ésta es una de las pocas palabras que recuerdo del (poco) griego que una vez supe. Otras cosas que recuerdo son frases tan útiles como “Mi casa tiene tres habitaciones” o “Mi coche es grande”. Imprescindibles para cualquiera, vaya.
Y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, os recomiendo un libro que se llama precisamente así “La isla” (Το νησί) de Victoria Hislop, que ya lo recomendé el día del libro del año pasado. Y del que han hecho una serie que nunca he llegado a ver. Y aquí está la foto de esa isla, Spinalonga, un islote situado al este de Creta.
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