viernes, 10 de febrero de 2017

Mil planetas

Yo entonces le quería.

Ahora lo puedo decir, entonces no.

“No te creas que estoy enamorada de ti ni nada parecido”, le dije incluso.

Porque, claro, yo no quería que él supiera que le quería. Por si acaso el amor no era correspondido.

Y no lo era, claro.

Nevaba. Era extraño ver nieve en una ciudad como aquélla; la ciudad del amor, la llaman.

Nevaba y tal vez no exista en el mundo una ciudad más triste bajo la nieve. O así la recuerdo yo.

Y hubo algún momento, uno o dos, varios instantes en los que creí que, aunque dijera lo contrario, él también me quería.

El abrazo que me dio el día que nos reencontramos. Pocos abrazos así he recibido.

La caricia que recibí en el cuello, caminando junto al río, con el frío de la nieve ya calado hasta los huesos y sus dedos, ahí, inesperados, enfriando un diminuto hueco que quedaba libre en mi nuca, entre la bufanda y el abrigo.

Y ya, creo que no recuerdo ningún momento más.

Una vez escribí que siempre estuvo a mil océanos de mí. Según pasa el tiempo, creo que no eran mil océanos lo que nos separaban, eran mil planetas.

Y aún así, yo creo que aquello fue amor. En algún momento, en algún instante, tal vez solo en los segundos que duró aquella caricia, fue amor.

5 comentarios:

  1. Que haya que decir "no te creas que te quiero" por si acaso es una pena, ¿no? Bueno, no digo en este caso, claro... hablo en general.

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    1. Sí, lo es.
      No lo puse, pero este texto es para un concurso literario.
      Que no significa que no esté basado en hechos reales. Ni confirmo ni desmiento. XD

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  2. "Las cartas de amor, si hay amor,
    tienen que ser
    ridículas.

    Pero, al fin y al cabo,
    sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor
    sí que son ridículas." F.P

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    1. ¡Qué bonito! ¿De quién es?

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    2. Fernando Pessoa. El hombre de muchos nombres y la misma cara triste...

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