- ¿Necesitas algo? -me dijo.
- No -le contesté yo-, creo que no.
- Piénsalo. Voy al centro comercial de aquí al lado, así que aprovecha si quieres algo. Yo te lo traigo
- Venga, ya que vas, tráeme una cinta para las gafas.
- ¿Una cinta? ¿Cómo la quieres?.
- No lo sé, tipo deportiva.
- ¿De qué color?
- Me da igual, confío en ti.
Y me trajo una cinta roja, claro. Roja, mi color favorito. Hice bien en confiar. Qué bien me debía conocer.
Entonces, yo llevaba unas gafas rojas, pero ahora ya no las llevo. Ahora, tengo un coche rojo, entonces aún no lo tenía.
Normalmente, no uso cinta para las gafas, sólo cuando voy al mar. La uso para las gafas de sol, puede ser muy cruel el sol primaveral en alta mar, así que siempre llevo las gafas encima, colgadas del cuello con una cinta o puestas.
La cinta roja me ha acompañado en el Festival de Primavera unos cuantos años. Pero el año pasado no fui capaz de encontrarla, así que me compré otra, negra. Al volver del mar, encontré la roja y la guardé a buen recaudo, aún estaba en buen estado. Antes del primer Festival de Primavera, la recuperé, pero me pareció que ya estaba demasiado dañada para aguantar dos Festivales de Primavera, así que me llevé la negra. No me gusta la cinta negra, la encuentro un poco corta y, el segundo día en el mar, ya se me rompió, o medio rompió. Así que he decidido usar la cinta roja para el Festival de Primavera que empieza mañana. Y, a la vuelta, me desharé de las dos. De la negra, porque está estropeada. Y de la roja simplemente porque creo que ha llegado el momento deshacerme de ella.
En la foto, la cinta roja.
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