domingo, 20 de marzo de 2016

Despierta

Hace tiempo que no hago fotos, fotos en serio, de esas de jugar con la abertura del diafragma y la velocidad de disparo. Hago fotos con el móvil y con la cámara compacta, pero hacía meses que no tocaba la réflex. Incluso en los viajes que he hecho este año, la réflex se ha quedado en casa. No he tenido ganas de dedicarle tiempo a jugar con las luces y sombras, de fotografiar más allá de cosas que veo de manera obvia y que puedo reflejar con la mala cámara de mi móvil.

Por eso me hacía especial ilusión participar en la iniciativa de Despierta. Despierta es un proyecto fotográfico colectivo de Expedición Polar. Me he enterado alguna vez de la iniciativa a posteriori, pero esta vez me enteré con suficiente antelación como para apuntarme. Y eso que levantarme antes de salir el sol un domingo no era especialmente atractivo, especialmente porque llevo ya demasiados días sin parar. Después del fin de semana de swing y una larga semana laboral, el fin de semana lo he tenido cargadito de planes, empezando por el jueves. Desde el jueves llevo acostándome después de la una (o de las tres…). Aún así, anoche puse el despertador a las seis y pico. “La alarma sonará dentro de 5 horas”. Qué terroríficas palabras.

Me ha costado despertarme y, de hecho, he aplazado mis planes de ir junto al mar a ver amanecer. Estaba muy nublado, llovía y me he hecho la remolona un buen rato en la cama. Pero al final me he levantado. Al fin y al cabo, se trataba de hacer fotos al amanecer, sin normas fijas. Me he asomado por la ventana, esperando ver la luz cálida del primer amanecer primaveral, pero me ha sorprendido la luz fría, acentuada por la lluvia y las nubes. No hay grandes vistas desde mi casa, pero he salido al balcón, antes de las siete de la mañana, en pijama y bata y he estado haciendo fotos a mis plantas, sobre todo a las buganvillas. Fotos de verdad. Jugando con el ISO, la velocidad del obturador y la abertura del diafragma. Fotos muy granuladas, porque esa luz fría de este amanecer lluvioso me pedía eso.

He hecho unas cuantas fotos, la mayoría de ellas totalmente desechables, ninguna de ellas pasará a la historia como una gran fotografía, pero me ha gustado esa sensación de buscar la foto, de vivirla, de sentir otra vez la diversión de enfocar y jugar con el modo manual de la cámara réflex.

Cuando he sentido frío, he vuelto a la cama y he dormido otro rato. Luego, ya de día, aunque aún con nubes, me he levantado y he vuelto a mirar por la ventana. Qué distinta la luz del día a la luz del amanecer. Y he pasado la mañana junto al mar, de nuevo bailando.

Las fotos son de este amanecer, menos la última, que es de horas más tarde (hecha con el móvil).







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