viernes, 10 de julio de 2015

Diario de a bordo

Desde que me ha tocado ser jefa del Festival de Primavera, llevo un diario a bordo. En realidad no fue iniciativa mía, aunque sí que es cierto que en algunas campañas previas había hecho ya una especie de diario o al menos anotaciones sueltas de cosas que pasaban, veía o vivía. Pero el primer año que me tocó ser jefa, el jefe me recomendó hacerlo: escribir cada día las cosas que habían pasado. Los días de mar son muy densos e intensos y, a menudo, las cosas que pasan a primera hora se acaban diluyendo entre las cosas que pasan un rato más tarde y, al final del día, o bien no las recuerdas o bien parece que pasaron varios día antes. Y, cuando vuelves a tierra, hay muchos detalles importantes que has olvidado. Algunos de esos detalles son importantes, a qué hora se acabó el trabajo cada día, incidencias hubo y cuándo fueron, por lo que lo que empecé a hacer hace años por recomendación lo he asumido como una tarea muy necesaria para el trabajo.

Escribir el diario cada día, después de largas horas en el puente, de subir y bajar escaleras y de la tensión que supone llevar una campaña, suele ser bastante cansado. Pero, aún así, intento hacerlo siempre. Incluso a lo largo del día voy anotando cosas que luego igual olvido, como cuánto cable hemos tenido que añadir en un determinado muestreo, si había barcos en la zona o los motivos por los que algún muestreo ha sido nulo.

Empecé a escribir los diarios de forma metódica y profesional. Reflejaban casi exclusivamente cosas laborales que pasaban, incidencias, problemas o ideas para mejoras en años siguientes. Con el tiempo, me he ido relajando y cada vez más anoto también anécdotas personales, cosas divertidas que pasan, mis enfados, si la comida está rica o quién se ha peleado con quién. Luego, en tierra, los repaso al menos una vez, cuando preparamos el informe preliminar en el que reflejamos las incidencias y problemas que hemos experimentado durante los días de mar. Y siempre me río. Me río porque aparecen anécdotas que ya no recordaba. Me río porque la perspectiva en tierra es muy distinta a la del mar. Me río porque me encuentro frases como “Qué putas, éste es mi diario y escribo lo que quiero” justo antes de una reflexión eterna sobre alguna chorrada que me ha pasado por la cabeza ese día.

Me gusta releerlos no sólo porque me resulta necesario laboralmente, sino porque veo reflejado en ellos lo que siento cada día, cómo va cambiando mi actitud según los días. Después de dos o tres semanas en el mar, a la vuelta lo recuerdas todo como un conjunto, un resumen, algo global, perdiendo los detalles del día a día. Pero es bucear en los recuerdos escritos lo que me da la perspectiva real de lo que viví a bordo, o al menos la idea de cómo yo viví esos días a bordo. Hay días fabulosos en los que no paro de escribir sobre lo feliz que estoy por tener un trabajo maravilloso. Y hay días en los que estoy tan enfadada y/o cansada que sólo escribo palabras sueltas (“Hemos hecho cuatro muestreos. Todo bien. Estoy muerta”). Hay días en los que incluso escribo sobre conversaciones que hemos tenido en el puente, sobre los delfines que hemos visto o sobre las copas que nos hemos tomado el día que entramos a puerto. También hay veces que escribo cosas que, cuando las releo, no sé qué significan. Y luego hay cosas sobre las que no escribo, muchas, pero al releer otras, a veces las recuerdo. A veces no y se quedan ahí, perdidas en algún rincón oscuro de mi memoria caprichosa.

Me gustan estos diarios. Aunque me suponen un esfuerzo cuando están en el mar, creo que son una herramienta estupenda, tanto laboral, como personal. Me ayudan a conocerme un poco mejor, a saber quién era y quién soy. Y, aunque sólo sea por eso, creo que vale la pena seguir con ellos.

En la foto, uno de los portillos de mi camarote .

4 comentarios:

  1. Valdrá la pena para ti y también para nosotros... escribes muy bien y transmites mucho con tus palabras¡¡ me encanta viajar y compartirlo con los otros¡¡ gracias¡¡¡

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  2. Seguro que pones alguna vez. ¡Qué suerte! ¡Vaya hermana fantástica y maravillosa que me ha tocado! ¡Menos mal que no está aquí! Jajajajajaja.

    A ver si pones como otros años retazos del diario de a bordo. ¿Lo harás? ¿Lo harás?

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    1. De ti no me acuerdo mucho cuando estoy a bordo, ¡¡jajaja!!
      No eran retazos del diario, eran palabras escritas a lápiz. Y sí, volví a escribirlas este año, pero no sé dónde andan y no sé si las publicaré. Pero si insistes...

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