Después de unos días con el blog a medio gas, voy a intentarme ponerme al día y qué mejor que hacerlo un lunes a primera hora de la mañana, aprovechando que me he despertado a una hora inusitadamente temprana.
Y empezamos con Zagreb, una ciudad de la que volví hace ya dos semanas. Mi primera visita a Croacia desde que forma parte de la Unión Europea, mi segunda visita en total, pero primera vez en su capital.
Zagreb es una ciudad grande, pero con una parte antigua, un centro, pequeño y manejable. Es una ciudad viva, llena de cafeterías con terrazas y gente en la calle a todas horas. Es un lugar en el que hay sitios para comer y sitios para beber, pero sólo en los restaurantes puedes comer y beber a la vez. Es una ciudad con un funicular antiguo, corto pero tan, tan especial que tuve que subir en él dos veces para quedarme contenta. Es un lugar con tranvías azules, casas de tejas planas que, en alguna iglesia, son tejas de colores. Es una ciudad con un mercado al aire libre de toldos rojos a los pies de una Catedral con dos torres. Es una ciudad de casas bajitas y de colores, que resultan especialmente bonitas con el contraste único que provoca la lluvia. Es una ciudad de edificios majestuosos, grandes parques llenos de árboles, un jardín botánico precioso y flores por las calles.
Zagreb huele a lavanda. Y nos llovió todos y cada uno de los días que estuvimos allí. Me quejé bastante de la lluvia, pero admito que es una ciudad a la que el contraste de colores que provoca la lluvia le sienta muy, muy bien.
La verdad que es muy bonita. En mi año en Belgrado tuve que ir 4 veces a Zagreb y pillé todas las estaciones. Tus fotos me han recordado los colores que tenía. Y terrazas everywhere. Pero al final me resultó un poquito aburrida para vivir allí.
ResponderEliminarSí que es bonita, pero lo de vivir allí no sé yo... La parte nueva me pareció muy gris y fría.
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