Murakami me da pereza. Lo digo así de claro. Me da pereza empezar sus libros, me da pereza leerlos, pero cuando los acabo, me dejan un buen sabor de boca. Ya me lo dijo alguien (no recuerdo quién) cuando estaba leyendo “Tokio Blues. Norwegian Wood” y, aunque entonces no me lo creí, es totalmente cierto: cuando los acabo, me dejan una sensación muy agradable.
Después de leer “Tokio Blues”, no tenía muy claro si me leería otro libro de Murakami, al menos no a corto plazo. Pero recibí “Baila, baila, baila” (la versión en catalán) como regalo cuando defendí la tesis (hace ya ¡casi año y medio!), así que tenía que leérmelo. Y me lo he leído ahora. Bueno, he tardado bastante, lo he alternado con otros libros. Murakami se me hace demasiado denso, demasiado pesado, demasiado confuso. No es que sea difícil leerlo, no es eso, pero me resulta confuso, como si una niebla cubriera la historia y hubiera que dedicarle más tiempo de lo habitual para dejarte llevar con ella.
Con “Baila, baila, baila” me ha pasado lo que comentaba al principio. Me dio pereza empezarlo, a ratos me daba pereza leerlo, pero al mismo tiempo tenía ganas de hacerlo. Y cuando lo acabé me dio incluso un poco de pena. Es difícil contar de qué va este libro, para eso me parece que Murakami es un genio. Tal vez un genio de la confusión, rozando los límites de ser pretencioso (que igual sí que lo es), pero un genio. En la historia, en la que todo está conectado, se entremezclan un redactor freelance, un misterioso hotel, un actor famoso, prostitutas de lujo, una adolescente sensible, sus extraños padres y un personaje, el Hombre Carnero, tan inquietante como sabio en sus consejos: hay que moverse, hay que bailar, bailar, bailar sin parar, para que todo siga rodando, para que todo siga su camino.
No sé si recomendaría este libro o no, tampoco sé si recomendaría a Murakami en general. Creo que es un autor que si te gusta, te puede gustar mucho, pero si no te gusta, es insufrible. Yo sigo sin saber si me gusta o no me gusta. Me da pereza, me perturba un poco leerlo, pero cuando cierro el libro, me gusta la sensación que me deja. Así que, al menos, hay que darle a Murakami una oportunidad. Yo leeré alguno más en el futuro, pero esperaré un tiempo para hacerlo.
Hay mucha gente fascinada por los libros de japoneses, y en especial de Murakami, que creo que es el más comercial. Y luego hay mucho postureo. A mí me parecen insoportables, no entiendo ni su sociedad, ni lo que les pasa, ni comprendo nada de lo que nos quieren contar. Y con Tokio Blues la sensación que me dejó fue justo la contraria, me pareció un libro muy depresivo.
ResponderEliminarPero mira, si te gustan (o al menos te dejan buen sabor de boca), es una suerte, porque te sales de los continentes habituales ¿no?
Yo también tengo problemas para entender su sociedad. Y lo que comen. Me perturba sobremanera las descripciones de lo que comen.
EliminarSí, está bien cambiar de continente, pero no es uno de mis autores favoritos, por supuesto que no.
Lo mío con Murakami es amor incondicional, esa mezcla entre lo real y lo onírico que suele usar me fascina... (en general me encanta la literatura postmoderna, pero Murakami es especial).
ResponderEliminarÉste que comentas no lo he leído, pero si está en la biblioteca (y está, lo acabo de mirar) acabará cayendo. Hasta ahora nada de lo que me he leído me ha defraudado y, al contrario que a ti, no me cuesta nada de nada, es de los pocos autores que hacen que me olvide de comer cuando estoy ensimismada leyéndolo :D
Una cosa que me chifla de este hombre es su capacidad de despertar amor y odio incondicional, sólo por eso me parece que se merece una oportunidad. Y una enhorabuena. Me encanta que la gente tenga opiniones tan encontradas sobre él, creo que es un valor añadido a su literatura y un aliciente para conocer su obra. Alguno más leeré de él, seguro, pero tiene que llegar su momento.
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