viernes, 11 de enero de 2013

Cine aéreo

No me gustan los aviones especialmente. No es que me den miedo… bueno, sí, un poco; pero simplemente ignoro los sentimientos horribles que me generan y los pensamientos catastróficos que me pasan por la mente e intento disfrutar del viaje. Intento disfrutar del tiempo que paso en ellos leyendo, durmiendo, charlando con mi acompañante (cuando lo tengo), trabajando o simplemente mirando el paisaje por la ventana, sin pensar que estoy en un trasto gigantesco que inexplicablemente se mantiene en el aire con mucha gente dentro y que se mueve a toda leche.

En los últimos años, he cogido muchos aviones y he llegado a una conclusión: mis vuelos favoritos son los de duración intermedia. Dos, tres horas. Algo así. En esos vuelos te da tiempo a encender aparatos electrónicos un buen rato (leer con el libro electrónico en un Barcelona-Palma es casi imposible), ir al baño sin miedo a que sea ya el momento de aterrizar o echarte una buena siesta. He aprendido a aprovechar el tiempo en los aviones, disfrutarlo al máximo, en función de su duración.

Si un vuelo de diez horas y media da para mucho, imaginaos lo que dan de sí dos vuelos de diez horas y media. En mi caso, el viaje de Munich a Johannesburgo (y viceversa) que hice en diciembre para ir a Swakopmund me dieron para dormir algo (más a la ida que a la vuelta), cenar y desayunar, pasear por el avión, ver varios capítulos de series de televisión que me gustan y dos películas.


Fue una maravilla descubrir la pantallita que tenía delante y la multitud de películas (y series y música y juegos) que tenía a mi disposición. A la ida, no me costó mucho escoger la película que quería ver mientras cenaba, a la vuelta, dudé un poco más.

Vi “To Rome with Love” de Woody Allen en la ida. No la había visto y mira que me encanta Woody Allen. Pero se me pasó cuando estuvo en la cartelera, aunque creo que no fue de manera del todo inconsciente, porque tengo una serie de recuerdos agridulces de mi última visita a Roma y admito que durante un tiempo he tratado de evitar todo lo relacionado con esa ciudad. Pero esta vez me decidí. Era Woody Allen. ¿Qué puedo decir? Me gustó mucho, me divirtió. Hubo trozos en los que me reí mucho, pero mucho. Y la verdad, Roma sale estupenda. Pero Roma es una ciudad estupenda. Siempre. Algunas de las historietas de la película son simplemente fantásticas. Me lo pasé pipa.


A la vuelta, vi “The Odd Life Of Timothy Green” de Peter Hedges, de la que nunca había oído hablar. Y no es extraño: en España no se estrena hasta el mes que viene. ¡Madre mía! He visto una película antes de su estreno en nuestro país, ¡y de forma totalmente legal! Es la historia de un matrimonio que no pueden tener niños y de cómo uno (el Timothy Green del título) aparece en sus vidas. Es una película muy chula con toques fantásticos, igual un poco ñoña (es de Disney) pero es bonita y agradable. El tráiler es una maravilla, pero no lo enlazo porque es de esos tráilers que te cuentan el 90% de la película. A mí me gustó mucho porque no tenía ni idea de qué iba y me sorprendió, me entretuvo y me hizo llorar bastante. Qué vergüenza. Yo ahí, llorando en un avión, ale venga, sin parar. En fin, ¡es lo que hay!

2 comentarios:

  1. Odio volar. Y todo lo que implica antes y después. Y el ruido molesto mientras vuelas, y los camareros, ups, digo azafatos, molestando para que compres de todo.
    Y conseguir dormir después de intentarlo bastante rato pero despertarme de mala leche porque ya hemos lelgado y yo quiero seguir durmiendo.
    Aghhhh!

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    1. Yo a veces lo paso muy bien y a veces lo paso muy mal. Al final es cuestión de saber relajarse o de intentarlo!

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