martes, 23 de diciembre de 2014

El palo

Seguro que habéis oído hablar del palo. Y no, no me refiero a aquel anuncio en el que un niño gritaba de felicidad como un poseso porque le regalaban un sencillo palo. Me refiero a eso que llaman por ahí bastoncitos para hacerse selfies y que tiene ya muchos detractores confesos.

Yo tengo un palo de esos. Lo digo alto y claro: TENGO UN PALO. Y me hace muy feliz.

Lo descubrí en Roma, en mi tarde de paseo por Villa Borghese: los vendían como churros por la plaza del Popolo romana. Y supe que me iba a comprar uno. No fue hasta cinco días después cuando en mi día libre romano, me compré uno junto al Coliseo. Regateando unos cinco milisegundos, conseguí pagar un tercio de lo que me pedía el vendedor. Yo regateando soy malísima, pero el vendedor que me tocó aún peor. La cuestión es que me compré un palo y, esa misma tarde, un mando a distancia que me permite hacer fotos con mi móvil gracias al bluetooth (porque mi móvil no tiene temporizador).

Admito que es un invento perfecto para turistas: montones de parejitas se paseaban por Roma con el móvil en el palo haciéndose fotos tiernas con los más famosos monumentos romanos de fondo. Y sí, admito que lo aproveché para hacerme alguna foto e incluso alguna foto de grupo con mis tres compañeros de excursión. Pero a mí el palo me parecía que era mucho más que eso. De hecho, en un primer momento yo no pensé en los selfies: pensé en la perspectiva que podría dar a las fotos. Así que me paseé por las termas de Caracala y por lugares romanos que ya conocía haciendo fotos desde una altura muy superior a mi metro sesenta y poco. Y, aunque experimenté poco, estoy contenta con el resultado.








Sí, soy de la opinión que el dichoso palo da mucho juego. Sirve tanto para el móvil como para cámaras compactas, aunque aviso a navegantes: enganchad bien la cámara y no hagáis como yo, que a base de hacer el tonto, me la acabé cargando. Pero eso es otra historia muy triste de la que no quiero hablar hoy.


Y para muestra, otro botón: un vídeo que grabé hace unas semanas en una guerra de bandas que tuvo lugar en mi ciudad (le he bajado mucho la calidad, para poder colgarlo sin demasiados problemas). Swing, lindy hop, visto desde las alturas.


 
La cuestión es que el palo es una maravilla y sirve para mucho más que para los manidos selfies. Que lo de hacerse fotos a uno mismo parece un reciente invento hortera, pero para las que de vez en cuando recorremos mundo solas, en ocasiones es la única manera de llevarte un recuerdo gráfico de tu paso por algunos lugares (y lo digo yo, que de muchos sitios maravillosos no tengo ni una foto de mí misma en ellos).

Lo que decía, el palo es estupendo. Y tan feliz me hace que, como primicia mundial, y sin que sirva de precedente en el blog, voy a colgar una foto mía. Utilizando el palo. O, como me gusta decirlo a mí, pescando fotos.



jueves, 18 de diciembre de 2014

Peter May superfan

Soy una superfan de Peter May. Y vosotros no.
 
No sólo lo digo yo (que también), sino que lo dicen los de Quercus Books.
 
Y no sólo eso. También tengo una copia de “Runaway”, el último libro de Peter May que aún no está publicado. Y aún más: tengo una copia de “Runaway” firmada por el mismísimo Peter May. ¡Toma ya!
 
Todo empezó con un concurso en el que no podía participar, por vivir fuera del Reino Unido. Pero participé. Y me seleccionaron (junto a otras 99 personas, no nos vamos a engañar) como superfan de Peter May. Toma y toma.
 
Como consecuencia, he recibido cinco copias de una de sus novelas, su libro sobre las islas Hébricas y una copia firmada de su última novela (¿os lo había dicho ya?), que sale a la venta en enero.
 
¿A que mola?
 
Sobre las cinco copias del libro, escogí “The Blackhouse” porque (aunque lo tengo ya en español y es, curiosamente, el primer libro del que hablé en este blog, “La isla de los cazadores de pájaros”), me hacía ilusión tenerlo en inglés, para que haga juego con el resto de libros de la trilogía, que sí que compré en inglés (en dos viajes a Namibia, en lo que ya se había convertido en una tradición “Vuelvo a Namibia. A ver si encuentro algún otro libro de Peter May allí”). ¿Qué haré con los otros cuatro? Bueno, en el texto que escribí para el concurso, ya definí quiénes serían sus dueños. Pero, cosas que pasan, he cambiado un poco de idea, y aunque el destino de tres de sus dueños sí que es el previsto, aún estoy acabando de definir lo que hago con uno de ellos. Pero eso ya os lo contaré otro día.
 
Yo me voy a mirar un poco más mi libro autografiado. (En la foto, aparece un poco retocado mi nombre, para salvaguardar mi intimidad y esas cosas).
 
Y a ver si mañana me llega otro libro porque yo, que nunca gano nada, también he ganado la porra de Hacienda de Bichejo.
 
Estoy en racha.



miércoles, 17 de diciembre de 2014

#14cosas

Hoy no hay entrada en el blog, no en este blog, pero sí que colaboro en Catorce cosas contando eso, 14 cosas buenas que han pasado en 2014.

martes, 16 de diciembre de 2014

De nuevo en la Fontana di Trevi

Ya lo dije hace algunos meses: cada vez que vuelva a Roma, volveré a la Fontana di Trevi. Aunque sepa que esté en obras. Y sí, sigue en obras, pero esta vez tuve la oportunidad de pasar por la pasarela que te permite ver la fuente más cerca que nunca.

Este lugar me sigue poniendo los pelos como escarpias.

Con andamios y todo.
 



domingo, 14 de diciembre de 2014

Carlos Núñez


Ya he perdido la cuenta de las veces que he visto a Carlos Núñez en directo. Sé que como mínimo han sido tres veces, pero creo que hay por ahí una cuarta. Soy muy fan de Carlos Núñez, lo admito. Y soy muy fan de sus directos, es un músico maravilloso sobre el escenario, domina la gaita de una manera fabulosa y transmite de una manera que ya quisieran muchos. La semana pasada tuve la oportunidad de verlo de nuevo (por tercera, cuarta o no se cuánta vez) y me lo pasé tan, tan, tan bien en su concierto que pasaré por alto la terrible organización y que casi me quedo sin entrar. Pero repito, salí de allí tan feliz que nos vamos a centrar en eso, en la parte buena.

No sé qué más contar del concierto, creo que ya lo he dicho todo.
Bueno, no, Carlos Núñez es genial, pero se rodea de auténticos cracks: Pancho Álvarez a la guitarra y su hermano, Xurxo Núñez a las percusiones. Soy muy fan de Carlos Núñez, sí, pero soy súper, súper fan de Xurxo Núñez. Me ponen los pelos de punta algunas de sus intervenciones. El Bolero de Ravel (que tocaron la semana pasada) o el Gabriel’s Oboe de la banda sonora de “La misión” (que me conformo con escucharla en diferido) son simplemente sublimes.

De verdad.

Como decía, el concierto fue una maravilla. Y, después del concierto, tuvimos la oportunidad de hacernos una foto con él y charlar un poco. Como siempre, vamos, porque siempre acabamos haciendo eso después (o incluso antes) de sus conciertos. En plan súper fans, pero es que yo soy súper fan, ya lo digo.

La foto es terrible, porque es con el móvil (algún día os contaré qué ha pasado con mi cámara de fotos digital compacta, pero no me obliguéis a hablarlo hoy, que aún lloro cuando lo pienso). Y, ya que estamos, un trocito de El Bolero de Ravel (pieles como escarpias, oiga).


viernes, 12 de diciembre de 2014

De esto que... (III)

De esto que es 12 de Diciembre y te planteas que tal vez, sí, tal vez ha llegado el momento de sacar la sombrilla de la playa del coche. Y, aprovechando un viaje para sacar del maletero 25 Kg de tierra (sustrato universal) que vas a usar para sembrar más zanahorias (¡sííí!) y hacer un nuevo intento de plantar guisantes (ya veremos…), vas y sacas la sombrilla del coche. Y, ya que estás, también sacas la bolsa que llevas con una toalla, un biquini y un gorro, por si surge un plan inesperado para ir a la playa estando fuera de casa. Y ahí vas, por mitad de la calle, abrigada como si estuvieras en Canadá, con un saco de 25 Kg de tierra (sustrato universal), la bolsa de playa y la sombrilla. Porque, muy probablemente, no te van a salir planes inesperados para ir a la playa en los próximos meses.

O sí. Vete tú a saber.