Porque ya tengo tomates ¡¡ya tengo tomates!! Y unos cuantos, la verdad. El pimiento está a punto de echar flores y creo que en la planta de berenjena está apareciendo algo que igual se convierte en… ¿una berenjena? Los fresales están relucientes de hojas y con alguna que otra flor-principio de fresita. He sembrado nuevas semillas de zanahoria. La albahaca está preciosa, aunque yo cogí las semillas de una albahaca de hojas pequeñas así que alguien me explique cuándo se transformó en una de hojas grandes. El aloe ha florecido. Y el cactus también, aunque (como siempre) lo ha hecho con nocturnidad y alevosía. Mi planta bonita de flores preciosas sigue echando flores y la orquídea tiene 5 flores (aunque me ha sido imposible hacer una foto en la que aparezcan las 5. Y sí, debo admitir que mis dos mini-orquídeas han muerto). Y mi bosque de ginkgos… mi bosque de ginkgos merece un punto y aparte.
Dicho y hecho.
Mi bosque de ginkgos.
Una vez soñé con un bosque de ginkgos.
Admito que cuando le di este nombre a un par de tallitos de 5 cm de altura, era una licencia poética, totalmente. Ahora… ahora estoy preocupada. En serio, estoy empezando a preocuparme seriamente por esos dos arbolitos que tengo en una maceta y que, a mi pesar, son eso: árboles. Y que, como tales, van a acabar formando un bosque. Pero un bosque de verdad. El tallo principal de mi ginkgo alfa ha crecido 23 cm en poco más de un mes. Y le ha salido una rama nueva de 28 cm. Y otras nuevas u otras que ya tenía le han crecido entre 15 y 20 cm. Mi ginkgo beta no ha crecido ni un milímetro en altura, pero ahora tiene 3 ramas, de entre 10 y 15 cm. Repito: todo esto en poco más de un mes: a final de marzo estaban así, a mitad de abril así y ahora… ahora están enormes, como se puede ver en una foto por aquí abajo.
Me encanta que crezcan. Me hacen muy feliz. Ya he contado por aquí que estos arbolitos son muy especiales para mí. Pero me temo, sí, me temo, que algún día su maceta será demasiado pequeña para ellos. Que no podré seguir teniéndolos en casa. Que tendré que dárselos a alguien con más espacio para ellos. Que tendré que asumir que no podrán formar parte de mi vida.
Una vez soñé con un bosque de ginkgos. Y pensé que, tal vez, durante unos años, podrían estar en maceta y crecer poco a poco. Y soñé que, tal vez, en un futuro, tendría un lugar más adecuado para ellos: nada de maceta, sino tierra libre, en un pequeño jardín, junto a una pequeña casa y un pequeño huerto. Pero están creciendo demasiado rápido. O tal vez yo estoy viviendo demasiado despacio. La cuestión es que ahí están, alegres, vivos, enormes, verdes, con tal cantidad de hojas que me siento incapaz de contar. Mi bosque de ginkgos. ¿Qué será de ellos?