lunes, 31 de diciembre de 2018

2018

Tanto en 2016 como en 2017, me pasé el año rellenando papelitos de colores con cosas bonitas que vivía para luego, el último día del año, leer su contenido y recordar todo lo bonito que me había dado ese año. Este 2018 empecé a hacerlo, pero paré en febrero. No tenía un motivo concreto por el que dejar de hacerlo pero, visto a posteriori, tal vez ya intuía que este no sería un buen año, que sería uno de esos años con más que olvidar que de recordar, como así ha sido.

Es imposible que todo vaya bien siempre. Es imposible ser felices todo el rato y no encontrarte con cosas malas, negativas o tristes en nuestra vida. Supongo que la gracia es encontrar el equilibrio, no tanto saber ver la parte positiva de las cosas que nos duelen, sino disfrutar de lo bueno aún más de lo que lo malo nos hace sufrir. Por eso, aunque he llorado un montón en los últimos meses, acabo el año tranquila y casi diría que feliz, con un montón de ilusiones puestas en 2019, con la intención de resituarme en mi vida, de seguir disfrutando de las pequeñas cosas, de la gente bonita que está a mi alrededor, de recuperar la energía (personal y laboral) que en los últimos tiempos se me ha escapado, en gran parte, por la tristeza.

Lárgate ya, 2018. Admito que ha habido algún momento bueno, probablemente muchos más de los que recuerdo ahora mismo, pero necesito que te largues de una vez.

2 comentarios: