domingo, 25 de agosto de 2013

Harry Potter turco

Hoy toca una nueva entrega de frikismo Harry Potter: la versión turca del primer libro de la serie.

Lo compré en un viaje de trabajo en Estambul, ciudad alucinante a la que me fui dos días antes para descubrirla. Tengo buenos recuerdos de aquellos días, aunque no recuerdo cómo encontré el libro ni en qué librería lo compré. Pero me encanta la edición, flexible y agradable, y las extrañas palabras que lo llenan. Como curiosidad, la imagen de portada es la misma que el HP búlgaro.

Harry Potter ve Felsefe Taşı


 Estambul, Turquía. Octubre 2010.


viernes, 23 de agosto de 2013

La supervivencia de las plantas

Una de las cosas que me preocupaba de irme una semana a orillas del Cantábrico a coger aire eran mis plantas. En mis frecuentes viajes laborales, mis padres (bueno, mi padre-MacGyver) se encargan de ellas, pero esta vez el viaje era familiar, me iba con ellos, así que había un pequeño problema que resolver. Como las tomateras ya estaban en las últimas, simplemente decidí acabar con ellas (recolectando antes los 3 tomatitos casi verdes que quedaban). Pero aún así, había muchas plantas que regar y no podía obligar a mi hermana la gafapasta (que vive a 40 Km) a pasar cada día.

Después de una pequeña búsqueda por internet, decidí probar con un sistema de riego automático casero. Así, coloqué un cubo de agua encima de unos estantes metálicos de Ikea (sobre los que normalmente reposan todas mis macetas, para evitar que el suelo del balcón se humedezca en exceso) y, alrededor del cubo, las plantas que necesitan riego diario (ni los cactus ni el aloe). Compré en la mercería del barrio, en la que me surto de lanas para tejer, de hilo grueso 100% algodón, lo humedecí e introduje un hilo en la tierra de cada maceta. Para evitar que los hilos se movieran, agujereé una botella de agua mineral por la parte inferior e introduje ahí los hilos. El montaje quedó talmente así:



También preparé un segundo set de riego automático casero en la galería, para regar los Ginkgo biloba, los baby-ginkgos (algún día hablaré de mi proyecto “Pon un ginkgo en tu vida”) y alguna otra planta que tengo en la galería. Como había acabado el hilo grueso, cogí uno que había comprado hace tiempo, también 100% algodón, y le di varias vueltas, para aumentar su grosor. El segundo montaje quedó así:




Y funcionó.

Sí, el sistema de riego automático casero funcionó.

Eso sí, es mejorable, pero funcionó.

Mi hermana-gafapasta pasó a controlar el tema a mitad de semana y rellenó el agua del montaje número 1. También detectó un exceso de agua en el montaje número 2. El montaje número 1 fue un verdadero éxito: eso sí, hay que regular bien la cantidad de agua que las plantas necesitan. En mi caso, el cubo de agua no duraría más de 4 días, ayer por la tarde lo encontré casi vacío. Pero con todas las plantas vivas. El montaje número 2 tuvo dos problemas: por un lado, dejé sin base dos macetas con agujeros, por eso había agua por todo. El segundo problema es que los baby-ginkgos absorbieron demasiada agua y las macetas sin agujeros (es decir, los culos de botellas de agua vacías) estaban encharcadas. He trasplantado los baby-ginkgos a tierras más secas, pero no creo que sobrevivan.

En cualquier caso, estoy contenta de cómo ha funcionado todo. Mis plantas pueden sobrevivir sin mi continua presencia. Y hoy he cosechado algunos frutos: un pimiento y varias mini-zanahorias. Vale, las zanahorias son diminutas, lo admito, pero eso ha sido un error mío al intentar reutilizar tierra ya usada, sin abonarla antes. No volverá a pasar.


jueves, 22 de agosto de 2013

He vuelto

Después de una semana cogiendo aire a orillas del Cantábrico, he vuelto.

Y hasta el lunes, no vuelvo al curro, así que hasta entonces procuraré no pensar en todo lo que se me viene encima.

La foto, en Cudillero (Asturias), ayer por la tarde.

jueves, 15 de agosto de 2013

Coge aire

Una noche cualquiera de verano, paseando por tu ciudad, te encuentras con esto:



Y, cuando menos, te hace pensar. Y agradeces que aún haya gente cuyas iniciativas te hacen pensar.

Así que voy a hacer caso y me voy a coger un poco de aire.

Yo no quería, lo juro.

Yo quería pasar mis vacaciones en mi isla, en mi casa, con mi gente, disfrutando un poco de lo que el resto del año no suelo disfrutar tanto como quisiera. Y dejar listas algunas cosas marujiles antes de que la vorágine viajera post-verano me consuma.

Pero no. Me voy.

Sólo es una semanita. Pero es mi primer verano sin una tesis doctoral que escribir, así que es mi primer viaje en muchos, muchos, pero muchos años sin portátil encima.

No me lo puedo creer.

Hasta el último minuto he dudado. ¿Me llevo el portátil? Si es pequeñito y pesa poco…

Pero no.

Me voy de vacaciones.

A coger aire.

miércoles, 14 de agosto de 2013

November was white, December was grey

Descubrí esta canción de Say Hi hace poco, viendo una serie que también descubrí no hace mucho, "Shameless".

Me encanta.




The fire, it cracks
And the flakes snow on
November was white
and December was grey

Well, someday soon
When the spring brings the sun
I'll finally sleep, I'll finally
feel better when the winter's gone
I'll feel better when the winter's gone
I'll feel better when the winter's gone

Oh these three months
I've been inside the house
My pacing has worn
All of the carpet out

Just give me a breeze
The rebirth of the life
I'll finally pine, I'll finally
Feel better when the winter's gone
I'll feel better when the winter's gone
I'll feel better when the winter's gone

I'll feel better when the winter's gone
I'll feel better when the winter's gone

lunes, 12 de agosto de 2013

"Hotel Rwanda" de Terry George

El otro día pensaba en esta película que vi hace unos meses y me di cuenta que no la había comentado por aquí. Y aunque quiero escribir sobre otras que he visto estos días, creo que ésta se merece una entrada propia.

Había oído hablar mucho de esta película, pero es de esas historias de las que tanto te hablan que al final te da hasta pereza verla. Encima, la temática no me atraía demasiado: historias tan reales y duras me suelen venir demasiado grandes y no siempre encuentro el momento de asumirlas. Y mira tú por dónde que me gustó, qué digo, me encantó, y mucho.

La película, protagonizada por Don Cheadle, al que había visto no mucho antes en “The Guard”, narra la matanza de tutsis de 1994 en Ruanda desde el punto de vista de un director de hotel hutu, casado con una tutsi. Gracias a él, el Hotel Rwanda del título se convierte en un refugio para cientos de vecinos tutsis, que intentan salvarse de la matanza.

Tengo algunos recuerdos borrosos de aquella matanza. Por aquel entonces yo era una adolescente que iba a clase a un colegio religioso y recuerdo que nos contaban historias de misioneras que vivían en África. Recuerdo a una chica, que creo que no era religiosa, que vino a hablarnos de este tema después de haber estado allí, pero apenas no recuerdo nada de todo aquello. Recuerdo bien las palabras “hutus” y “tutsis” pero también recuerdo con cierto hastío todo lo que se contaba del continente africano con un pensamiento eurocentrista del “siempre están igual”. África para mí era entonces (y sigue siendo en parte) un continente lejano y extraño, peligroso como sólo son peligrosas las cosas desconocidas, con una historia extraña, casi incomprensible. Con los años y, sobre todo después de mis dos visitas a esa África para principiantes que es Swakopmund en Namibia, veo África de otra manera, entiendo más su historia, sus gentes y he leído mucho más sobre este continente tan sorprendente como desconocido.

La película es impresionante. No sólo creo que está bien verla, sino que creo que hay que verla. No se corta un pelo en reflejar la típica actitud que los blancos han/hemos tenido (y creo que siguen teniendo/seguimos teniendo) con el continente negro: moláis, os queremos para lo que os necesitamos, pero si hay problemas, nos volvemos a nuestra casa y ya os las arreglaréis solitos. Creo que refleja también los problemas que hay en bastantes lugares de ese continente: entre tribus, entre grupos étnicos, entre sus gentes. Que al fin y al cabo no es tan diferente a lo que pasa en otros lugares, en Europa o en cualquier punto del globo: discriminar, herir, matar a tus propios iguales porque son diferentes en algo (color de piel, idioma, religión, orientación sexual), por culpa de una falta de respeto por el otro, una falta empatía general que es tan absurda como (lamentablemente) habitual.

Hay que verla. Y más de una vez. Para no olvidar lo peor de la raza humana. Para no olvidar lo mejor de la raza humana.

domingo, 11 de agosto de 2013

Leche-yogur

Hoy nuestra lección magistral va de cocina.

Porque, ¿a quién no le ha pasado que se ha puesto a hacer un bizcocho y se ha quedado sin leche?

Bueno, no sé si es algo habitual en los demás, a mí me pasa siempre. Básicamente porque no tomo leche, así que nunca tengo leche en casa.

Hay varias maneras de solucionar este inconveniente. Una es comprar leche, cosa absurda si no bebes leche. Otra es irte con el medidor de líquidos a casa de amigos/padres/vecinos y robarles 200 cc de leche. Ésta ha sido mi solución más habitual. Pero no podemos depender siempre de la caridad de amigos/padres/vecinos. La tercera (y magistral) solución es sustituir la leche por un yogur, convenientemente diluido en agua, y utilizar la cantidad de esta leche-yogur que pone la receta. Tan sencillo (o complejo) como esto. El más difícil todavía es si en casa sólo tienes yogures de soja (me he pasado a los yogures de soja, caseros, para más señas). No pasa nada, se puede actuar exactamente igual. Y queda muy rico. Y bonito, ved sino la foto.

Otra cosa sería si no tienes yogures en casa… Pero eso ya escapa a esta lección magistral. Cuando se me ocurra algo, volveré con más lecciones magistrales culinarias.