sábado, 22 de junio de 2013

Maó

 En estos días de mar, hemos parado una noche en el puerto de Maó. Menorca, en general, me entusiasma. Y la entrada a este puerto es simplemente maravillosa.



Es una especie de tradición parar allí y, aunque hace dos años tuvimos que hacer también una parada de emergencia en Ciutadella para desembarcar a un tripulante herido, la parada en Maó es la única que solemos hacer y todo un soplo de aire fresco en nuestro día a día marino. Solemos aprovechar esta parada para hacer cambios en el personal científico (gente que sube, gente que baja, aunque este año no ha sido el caso), hacer agua o para llevar/recoger material de la Estación Jaume Ferrer (como hemos hecho este año).

Aunque son pocas horas en puerto, las aprovechamos al máximo y solemos cumplir varias tradiciones no oficiales ni impuestas pero que, inevitablemente seguimos año tras años: un paseo por la ciudad, cena de (casi o) todo el personal científico en el mismo sitio de siempre (y disfrutando como enanos de comidas no habituales a bordo, como la pizza), copas en el Akelarre y, los que aguantan, en algún garito más. Y, al día siguiente, de vuelta al mar y a trabajar como si no hubiéramos estado quemando la noche, a un ritmo un poco más lento que el de costumbre, intentando volver a la rutina marina.

Aparte de estas tradiciones no escritas y grupales, yo tengo algunas tradiciones propias, aunque no sé si llamar tradiciones. Son pequeñas cosas que, si puedo, cumplo año tras año. A veces alguien me acompaña, a veces son solitarias. A veces no son posibles, a veces sí. Este año pensaba que no cumpliría ninguna. Y las cumplí todas.

Una de ellas es comprarme en una tienda determinada una camiseta de Pou Nou, una ropa de marca menorquina que me encanta: ropa de calidad con diseños también de la isla. Cumplido. Me compré ésta:



También me gusta subir por la mañana, antes de salir al mar, a dar una vuelta por el mercado, y comprar un queso como éste:




Y la última es desayunar en una cafetería junto al mercado, con vistas al puerto, leyendo el periódico o charlando si alguien me acompaña. Exactamente así:



Este año la visita al mercado y el desayuno fueron solitarios: todo el mundo dormía la juerga nocturna. Yo, que no puedo quitarme el chip de responsabilidad hasta que el último muestreo no ha acabado, me desperté a las 7 de la mañana, así que aproveché para ir al mercado y desayunar. Una auténtica delicia, aunque el trabajo de todo el día habiendo dormido sólo 4 horas se hizo bastante cuesta arriba.

Ah, casi se me olvidaba. Una cosa importante cuando entras a puerto es que hay que controlar que, a la salida, todo el personal científico está a bordo. Como somos muchos (18) y suponía que la mayoría no se levantaría antes de salir, este año desarrollé un sistema de alta tecnología que me permitía conocer quién estaba a bordo. Éste:


Eso sí, alguno me mandó un whatsapp a las 05:30 de la mañana diciendo “Estoy en el barco, no encuentro boli”.

domingo, 16 de junio de 2013

Con vistas

 Cabeza de ajos en el puente de mando, con vistas a Cabrera.
 

Zapatas (o bocanegra o moixina o Galeus melastomus) secándose al sol,  con vistas a Cabrera.


Saludos desde el mar. Con vistas.

viernes, 14 de junio de 2013

Hacia el mar (2nd round)



Todas y cada una de las campañas científicas en las que he participado en el mar son especiales. Ya lo dije alguna vez, no sé dónde, y lo seguiré diciendo siempre. Tengo recuerdos claros y cristalinos sobre todas y cada una de ellas, aunque con los años ya voy mezclando cosas. Aunque soy súper joven (jajaja), llevo 12 años dedicándome a esto y muchos días de mar. En los barcos he pasado muchos días y he pasado muchas cosas. He trabajado mucho, muchísimo, he aprendido mucho, muchísimo. He pasado de ser la chica que no distinguía una merluza de un jurel a ser yo la responsable de algunas de estas campañas. He conocido a gente maravillosa, a gente un poco insoportable y a gente entre esos dos extremos. He visto puestas de sol que te quitan el aliento y amaneceres increíbles. He descubierto animales que ni siquiera me habría imaginado en sueños (como la Phronima sedentaria) y bichos que te cuesta distinguir si son seres vivos o no. He llenado cajas de algas en popa, mano a mano con los marineros. Me he mareado mucho, pero mucho, sobre todo al principio y sobre todo en según qué barcos. He descubierto la maravilla de contemplar la tierra desde el mar y luego me he sentido extraña al volver a casa y tener que contemplar el mar desde la tierra. He vivido historias de amor y desamor, propias y ajenas. Y he trabajado con gente que sabía mucho más que yo, con gente que sabía mucho menos que yo, con gente que ya está retirada e incluso con gente que ya no vive.

Una campaña oceanográfica es como un Gran Hermano, pero sin Mercedes Milá ni nominaciones (aunque alguna vez me han dado ganas de nominar a alguno). Para lo bueno y para lo malo, estás encerrado en un espacio reducido durante muchos días, viendo a la misma gente a la hora del desayuno, trabajando, a la hora de la comida, trabajando, a la hora de la cena, trabajando y en el posible ratito de ocio que queda después de todo eso. La otra diferencia con Gran Hermano es que se trabaja. Y mucho. Es un trabajo físico, a veces duro, muy diferente a las horas de despacho y ordenador que son la rutina el resto del año. En los últimos años, me paso la vida subiendo y bajando escaleras en los barcos, entre cubiertas. Del puente a la zona de muestreo y a la popa, de la popa y la zona de muestreo al puente y así hasta el infinito. Pero también he medido muchos peces (y crustáceos y cefalópodos), he cargado muchas cajas, he picado muchos datos y he triado muchos individuos de mil y una especies diferentes.

La primera ronda en el mar este año fue muy bien. Me cargó de energía, la energía que necesitaba para esta segunda ronda, más larga, más complicada, más dura pero también más emocionante y melancólica. La última con el abuelo. En unas horas zarparemos hacia el mar en nuestra última (al menos mi última) campaña con el buque de investigación oceanográfica Cornide deSaavedra. No sé qué nos deparará esta campaña, no tengo ni idea. Sólo espero que tengamos buen tiempo (ojo, buen tiempo en el mar no significa sol, significa mar en calma. Me da igual que llueve o truene, pero prefiero el mar en calma que cualquier otro nivel de la escala Douglas). Sólo espero cumplir con los objetivos y volver con la satisfacción del trabajo bien hecho. Sólo espero un ambiente agradable y ser capaz de afrontar los imprevistos o los problemas que se presenten. Sólo espero que trabajemos duro y riamos felices.

Todo lo demás es insignificante.

jueves, 13 de junio de 2013

Huerto urbano

Es agradable volver a casa después de 9 días fuera y encontrarte tomates verdes, tomates casi maduros y tomates ya maduros, fresas a punto de caramelo, zanahorias que crecen, pimientos saludables, miles de flores y un jardín de ginkgos bajo el que algún día me gustaría, sí, me encantaría, echarme una siesta.

No quiero ni pensar cómo va a variar mi huerto urbano en los 15 días que voy a estar ahora fuera.










martes, 11 de junio de 2013

Pelis


Aprovechando que estoy en tierra, publico una entrada que tenía pendiente en la cabeza, sobre algunas películas que he visto en los últimos tiempos y que aún no había comentado.

Vi “La red social” de David Fincher en Namibia, pero en ese momento no me acordé de comentarla. Es la historia de facebook y su creador, Mark Zuckerberg. Me entretuvo mucho y me gustó bastante. Muestra los inicios de la idea y cómo se fue desarrollando y convirtiendo en el éxito que ha acabado siendo, aunque no deja en muy buen lugar a su creador. Sinceramente, no creo que le importe mucho, pero si la historia es tal y como la cuentan en la peli, este muchacho es un poco mala gente, por decirlo de alguna manera.

Hace un par de semanas vi en la tele una película muy recomendable, “El camino” de Emilio Estévez. La pillé ya empezada, lástima. Cuenta la historia de un padre (Martin Sheen) que viaja a Europa a recoger los restos de su hijo muerto cuando hacía el Camino de Santiago y decide continuar él mismo el Camino. Durante el viaje, conoce distintas partes de España y sus habitantes, así como a otros peregrinos con los que acaba haciendo el viaje: una canadiense que quiere dejar de fumar, un irlandés escritor totalmente bloqueado (el actor James Nesbitt, que ya vi en “Bloody Sunday”) y un holandés que quiere perder peso. Me gusto mucho, mucho esta peli. Yo nunca he hecho el Camino de Santiago, aunque tras ver esta peli me apetece mucho, muchísimo. La historia está muy bien, pero además muestra un respeto y de una manera tan natural, sencilla y realista todo lo que (dicen) rodea el camino que te dan eso, ganas de hacerlo.


Y, por último, la semana pasada vi “The lovely bones” de Peter Jackson en mitad del mar. Hace años leí el libro de Alice Sebold en el que se basa (“Desde mi cielo”). No recuerdo mucho del libro, sí que me pareció duro pero bonito, creo que lloré un poco y todo leyéndolo. La peli (también la pillé empezada) me gustó bastante, aunque creo que había un abuso de elementos oníricos, demasiados colores, flores, arbolitos y demás flipadas que no recuerdo tan exagerados en el libro. La protagonista, Saoirse Ronan, está que se sale, como siempre. Me encanta la energía que transmite.

Creo que tenía alguna peli más en el tintero, pero no me acuerdo cual… Es igual. Voy a buscar el cargador de mi mp3, que no lo encuentro…

domingo, 9 de junio de 2013

Pares y enjambres

En estos días en el mar hemos trabajado normalmente de forma tranquila en paralelo, un barco junto a otro, en la extraña soledad de los pares, tal y como muestra esta imagen del radar.


Sin embargo, algunos días hemos estado en zonas de pesca muy concurridas. Tanto, tanto, que incluso nos impidieron realizar el trabajo planeado.



Sí. Había días en las que muchos barcos nos rodeaban cual abejas en un enjambre, aunque alguna vez logramos hacernos un huequito en mitad de tanto barco.



Aaah, los días de mar…