Ya conté por aquí que este año el día de Sant Jordi me pilló a casi 8000 Km de casa, así que no pude celebrando como suelo hacer, de paseo por el centro de la ciudad y comprando libros. Además, en Swakopmund las librerías (y todas las tiendas) cierran condenadamente pronto, así que me quedé sin cosecha de Sant Jordi. Pero, afortunadamente, unos días después pude pasearme por las dos librerías que tengo localizadas en esa ciudad. Y como resultado, este es la cosecha de (post-)Sant Jordi de este año:
“The Lewis Man” de Peter May. Segunda parte de la trilogía de Lewis. La primera (“La isla de los cazadores de pájaros”) me gustó mucho, muchísimo. Y, aunque no estoy segura que será sencillo de leer en inglés, lo intentaré.
“This is not a flowerpot” de Amy Schoeman. Un libro del que no sabía nada cuando lo compré (ahora tampoco sé mucho más), pero su autora es una inglesa que actualmente vive en Namibia, así que me pareció bonito comprar un libro editado en el país en el que estaba. Al igual que el anterior, forma parte de una trilogía: éste es el primero de una que está aún por acabar.
“It’s time to identify. Selected Animals and Plants of the Namib” de Samuel Ehrenbold y Viktoria Keding. Después de mi excursión por el desierto del Namib, sentí curiosidad por aprender más de los animales que allí se pueden encontrar, así que me pareció buena idea comprar este librito. Es una monada, la verdad: simple y sencillo, pero con descripciones claras de las especies.
“Namibia” de Gerald and marc Hoberman. Un libro de fotografías y algo de texto sobre este país increíble. Lo compré porque no sólo son fotografías y explicaciones de paisajes y ciudades, también de las tribus namibias. Lo he ojeado varias veces y leído algunas partes, pero aún tengo que dedicarle más tiempo. Es precioso.
Además, el día del libro mi hermana la gafapasta (sale mucho ésta últimamente por este blog) me compró "Mala índole. Cuentos aceptados y aceptables" de Javier Marías. Aunque hace mil años que no leo nada de este autor (tengo alguno pendiente en casa), lo que he leído me ha gustado siempre mucho. ¡Gracias, sis!
viernes, 24 de mayo de 2013
jueves, 23 de mayo de 2013
El aeropuerto de Munich
Siento debilidad por el aeropuerto de Munich, no sé muy bien por qué. No conozco Munich ciudad, pero sí puedo decir que su aeropuerto me da muy buen rollo. He estado allí ya varias veces, al menos 5 en el último año y siempre han sido unas escalas muy agradables: no tan cortas como para tener que correr por el aeropuerto, no tan largas como para querer morir.
El aeropuerto de Munich tiene varias cosas que me gustan. Una es una zona de relax en la que hay sillones y asientos para medio recostarte, enchufes por doquier e incluso unas cabinas cerradas con camas. Pero a ésta zona sólo vas cuando tienes conexiones fuera de Europa y sólo la visité una vez. También tiene una tienda en la que encontré un chocolate con sal y caramelo, muy similar al que conté aquí que buscaba, que es absolutamente delicioso. Pero también es sólo accesible para las conexiones intercontinentales. Y estuve en diciembre, así que ya me he quedado sin chocolate. También me gusta que en una de sus tiendas puedes comprar macarons, que ya enseñé aquí y que no, aún no me he puesto de nuevo a intentar cocinarlos.
Del aeropuerto de Munich también me gustan sus amplias cristaleras, sus 15 minutos de wifi gratuito (podrían ser más…) y sus zonas donde tomar café y té de manera gratuita.
Pero lo que más me gusta del aeropuerto de Munich es una tienda de productos de papelería, Fabriano. Es una tienda italiana y, de hecho, en diciembre la descubrí también en el aeropuerto de Roma. Pero la primera que descubrí (en octubre, volviendo de Croacia) fue la de Munich. Y allí vuelvo cada vez que paso por ese aeropuerto.
En Fabriano compré una pluma con la que escribí una carta larga y terrible, una pluma con tres puntas de tres grosores diferentes que uso siempre que puedo. También allí he comprado varios cuadernos de diferentes tamaños, un mini-lápiz, un llavero (que es ahora el llavero de mi coche nuevo) y unos cuantos rollos de washitape. Me encanta esta tienda, es luminosa y alegre. Me encanta entrar y perderme en sus estanterías, ver todas las cosas que tiene: bolígrafos, plumas, lápices, portaminas, cuadernos, tarjetas, bolsos, carteras y mil y una cosa más que van (más o menos) variando cada vez que paso por ahí. Algunas cosas tienen precios prohibitivos, sobre todo las cosas de piel, los bolsos y algunos complementos como pendientes de papel, pero el precio de cuadernos e incluso de plumas, bolígrafos y portaminas es bastante razonable.
Soy muy, muy fan de esta tienda, lo admito. Ya lo sabía, pero lo he confirmado al recopilar algunas de las cosas que he comprado en los últimos tiempos, para hacer la foto. Y ahí están. ¿Soy yo o se aprecia cierta tendencia al rojo?
El aeropuerto de Munich tiene varias cosas que me gustan. Una es una zona de relax en la que hay sillones y asientos para medio recostarte, enchufes por doquier e incluso unas cabinas cerradas con camas. Pero a ésta zona sólo vas cuando tienes conexiones fuera de Europa y sólo la visité una vez. También tiene una tienda en la que encontré un chocolate con sal y caramelo, muy similar al que conté aquí que buscaba, que es absolutamente delicioso. Pero también es sólo accesible para las conexiones intercontinentales. Y estuve en diciembre, así que ya me he quedado sin chocolate. También me gusta que en una de sus tiendas puedes comprar macarons, que ya enseñé aquí y que no, aún no me he puesto de nuevo a intentar cocinarlos.
Del aeropuerto de Munich también me gustan sus amplias cristaleras, sus 15 minutos de wifi gratuito (podrían ser más…) y sus zonas donde tomar café y té de manera gratuita.
Pero lo que más me gusta del aeropuerto de Munich es una tienda de productos de papelería, Fabriano. Es una tienda italiana y, de hecho, en diciembre la descubrí también en el aeropuerto de Roma. Pero la primera que descubrí (en octubre, volviendo de Croacia) fue la de Munich. Y allí vuelvo cada vez que paso por ese aeropuerto.
En Fabriano compré una pluma con la que escribí una carta larga y terrible, una pluma con tres puntas de tres grosores diferentes que uso siempre que puedo. También allí he comprado varios cuadernos de diferentes tamaños, un mini-lápiz, un llavero (que es ahora el llavero de mi coche nuevo) y unos cuantos rollos de washitape. Me encanta esta tienda, es luminosa y alegre. Me encanta entrar y perderme en sus estanterías, ver todas las cosas que tiene: bolígrafos, plumas, lápices, portaminas, cuadernos, tarjetas, bolsos, carteras y mil y una cosa más que van (más o menos) variando cada vez que paso por ahí. Algunas cosas tienen precios prohibitivos, sobre todo las cosas de piel, los bolsos y algunos complementos como pendientes de papel, pero el precio de cuadernos e incluso de plumas, bolígrafos y portaminas es bastante razonable.
Soy muy, muy fan de esta tienda, lo admito. Ya lo sabía, pero lo he confirmado al recopilar algunas de las cosas que he comprado en los últimos tiempos, para hacer la foto. Y ahí están. ¿Soy yo o se aprecia cierta tendencia al rojo?
martes, 21 de mayo de 2013
CocheCapricho
Como ya conté aquí, tengo coche nuevo, CocheCapricho, el coche que
siempre he querido, del color que siempre he querido: un Volkswagen Polo
de color rojo.
Ha sido una evolución casi natural, pasar del Citroën al Volkswagen, algo así:
No, en serio. Me he sentido cómoda en CocheCapricho desde el primer minuto que salí con él del concesionario. Es un coche maravilloso de conducir, lo encuentro muy confortable y, simplemente, me encanta.
Y el color, ¡oh, el color! Rojo. Me encanta el rojo. Me chifla el rojo. Rojo Flash, se llama. Qué más da. Es rojo y me encanta.
El otro día, mirándolo de lejos pensé en lo bonito que era (¡Es taaaaan guapo!) y no me podía creer que fuera mío. Aún no me lo creo mucho.
Ya he superado el terror de conducirlo el primer día; sólo pensaba “por favor, que no pase nada…”. Más que nada, porque me hubiera dado una vergüenza infinita admitir que lo había estrellado el día que lo estrenaba. Ahora sigo sintiendo terror porque le pase algo pero, no nos engañemos, algún día será el día del primer rallajo, del primer golpe, del primer susto. Pero intentaré asumirlo con tranquilidad (¡ja!).
Eso sí, mi tortuguita que estaba en mi viejo ZX también forma parte del Polo. Tampoco hay que ser demasiado radicales con los cambios.
En fin, pues aquí está, CocheCapricho. Se parece mucho (mucho) al de la portada del catálogo del modelo. Pongo esa foto, porque aún no tengo ninguna decente del coche entero.
lunes, 20 de mayo de 2013
De velada con Joseph
El sábado pasado, estuve de velada con Joseph, tal y como ponía en las entradas que aparecen aquí al lado. De velada con Joseph Fiennes. Flipante, ¿verdad? Bueno, para mí sí que lo fue.
El evento estaba organizado por CineCiutat. CineCiutat es un proyecto que surgió a raíz del cierre del único cine íntegro en versión original en mi ciudad, el cine Renoir. Tras el cierre, un grupo de ciudadanos amantes del cine creó la asociación XarxaCinema que realizó las gestiones para mantener el cine abierto con el nombre CineCiutat. Ahora es un cine gestionado por (y para) ciudadanos, sin ánimo de lucro, con las entradas más baratas de toda la isla y con una oferta de películas difícil de encontrar en otros cines (más información, aquí). Además de ofrecer películas, organizan eventos como éste.
Con la excusa de celebrar los 15 (¡¡quince!!) años de “Shakespeare in love”, la noche empezó con la proyección de esta película de John Madden. Vi esta película en el cine en su momento y recuerdo que me gustó mucho. No sé si la había vuelto a ver desde entonces, pero volver a verla (esta vez en versión original) me encantó. Es una película que ganó varios Óscars, protagonizada por Joseph Fiennes y Gwyneth Paltrow, además de muchos otros actores maravillosos (como Geoffrey Rush, Colin Firth, Judi Dench, Imelda Staunton, Rupert Everett, Ben Affleck y muchos de esos estupendos secundarios de los que conoces la cara pero no el nombre, como el señor Carson de “Dowton Abbey”). Cuenta la historia de un joven William Shakespeare, sin dinero ni inspiración, y de su amor hacia una joven aristócrata Viola de Lesseps, que a su vez admira el trabajo de Shakespeare. Su historia de amor se entrelaza con la escritura de una de las obras más famosas de Shakespeare, “Romeo y Julieta”. Le peli genial, como la recordaba. Me gusta todo de esta peli: sus actores, su ambientación, su banda sonora. Es genial.
Y después de la peli, apareció Joseph Fiennes. Sobre Joseph Fiennes tengo que decir dos cosas: (1) siempre he sido más fan de su hermano Ralph que de él y (2) después de la velada del sábado, ya no estoy tan segura de la afirmación nº1. Porque fue un coloquio muy agradable: la gente iba haciéndole preguntas y él contestando amablemente, con alguna broma por en medio. Me pareció un artista, no una estrella. Se nota que es un actor por vocación y por pasión, que ama y disfruta de lo que hace, y que lleva la creatividad en las venas. Se nota también su amor hacia la interpretación en general y el teatro en particular. Y por su familia. Debo admitir que me lo imaginaba un poco más “estrella”, aunque ya sabía que viene del teatro y que tiene un gran pasado en las tablas inglesas interpretando muchas obras de Shakespeare, pero también ha protagonizado películas muy famosas y algo de televisión. A mí me encantaba “Flashforward”, pero creo que no le sacaron todo el partido que la historia tenía. Y ahora está en "American Horror Story", que no voy a ver ni loca, porque soy muy (pero que muy, muy) miedica. Total, me lo imaginaba un poco más engreído, más estrellita, pero no, me pareció un profesional como la copa de un pino, inteligente, agradable y muy guapo (¡qué ojos! ¡qué pestañas!).
Una velada muy agradable, deliciosa, como la peli. Podéis oír aquí el coloquio. Y para rematar la noche, una foto con él, su autógrafo (en mi agenda y con mi lápiz del Titanic Belfast –improvisación total-) y un corto intercambio de palabras (algún día contaré la vergüenza innata de mi hermana la gafapasta delante de famosos –y no tan famosos-. Su conversación con él el sábado fue exactamente así:”Hello”, dijo ella. “Hola”, contestó él. ¡Jajajaja! Yo no, yo hablé más, pero yo soy muy habladora siempre).
Resumiendo: genial, genial, genial.
El evento estaba organizado por CineCiutat. CineCiutat es un proyecto que surgió a raíz del cierre del único cine íntegro en versión original en mi ciudad, el cine Renoir. Tras el cierre, un grupo de ciudadanos amantes del cine creó la asociación XarxaCinema que realizó las gestiones para mantener el cine abierto con el nombre CineCiutat. Ahora es un cine gestionado por (y para) ciudadanos, sin ánimo de lucro, con las entradas más baratas de toda la isla y con una oferta de películas difícil de encontrar en otros cines (más información, aquí). Además de ofrecer películas, organizan eventos como éste.
Con la excusa de celebrar los 15 (¡¡quince!!) años de “Shakespeare in love”, la noche empezó con la proyección de esta película de John Madden. Vi esta película en el cine en su momento y recuerdo que me gustó mucho. No sé si la había vuelto a ver desde entonces, pero volver a verla (esta vez en versión original) me encantó. Es una película que ganó varios Óscars, protagonizada por Joseph Fiennes y Gwyneth Paltrow, además de muchos otros actores maravillosos (como Geoffrey Rush, Colin Firth, Judi Dench, Imelda Staunton, Rupert Everett, Ben Affleck y muchos de esos estupendos secundarios de los que conoces la cara pero no el nombre, como el señor Carson de “Dowton Abbey”). Cuenta la historia de un joven William Shakespeare, sin dinero ni inspiración, y de su amor hacia una joven aristócrata Viola de Lesseps, que a su vez admira el trabajo de Shakespeare. Su historia de amor se entrelaza con la escritura de una de las obras más famosas de Shakespeare, “Romeo y Julieta”. Le peli genial, como la recordaba. Me gusta todo de esta peli: sus actores, su ambientación, su banda sonora. Es genial.
Y después de la peli, apareció Joseph Fiennes. Sobre Joseph Fiennes tengo que decir dos cosas: (1) siempre he sido más fan de su hermano Ralph que de él y (2) después de la velada del sábado, ya no estoy tan segura de la afirmación nº1. Porque fue un coloquio muy agradable: la gente iba haciéndole preguntas y él contestando amablemente, con alguna broma por en medio. Me pareció un artista, no una estrella. Se nota que es un actor por vocación y por pasión, que ama y disfruta de lo que hace, y que lleva la creatividad en las venas. Se nota también su amor hacia la interpretación en general y el teatro en particular. Y por su familia. Debo admitir que me lo imaginaba un poco más “estrella”, aunque ya sabía que viene del teatro y que tiene un gran pasado en las tablas inglesas interpretando muchas obras de Shakespeare, pero también ha protagonizado películas muy famosas y algo de televisión. A mí me encantaba “Flashforward”, pero creo que no le sacaron todo el partido que la historia tenía. Y ahora está en "American Horror Story", que no voy a ver ni loca, porque soy muy (pero que muy, muy) miedica. Total, me lo imaginaba un poco más engreído, más estrellita, pero no, me pareció un profesional como la copa de un pino, inteligente, agradable y muy guapo (¡qué ojos! ¡qué pestañas!).
Una velada muy agradable, deliciosa, como la peli. Podéis oír aquí el coloquio. Y para rematar la noche, una foto con él, su autógrafo (en mi agenda y con mi lápiz del Titanic Belfast –improvisación total-) y un corto intercambio de palabras (algún día contaré la vergüenza innata de mi hermana la gafapasta delante de famosos –y no tan famosos-. Su conversación con él el sábado fue exactamente así:”Hello”, dijo ella. “Hola”, contestó él. ¡Jajajaja! Yo no, yo hablé más, pero yo soy muy habladora siempre).
Resumiendo: genial, genial, genial.
domingo, 19 de mayo de 2013
Harry Potter à l’école des sorciers
Hace tiempo conté cómo empezó mi colección de Harry Potters internacionales. Mi intención era ir colgando poco a poco las fotos de todos los que tengo (tampoco son tantos), así que me lo voy poner como deberes personales, para ir haciéndolo de vez en cuando.
“Harry Potter à l’école des sorciers” es la versión francesa.Y es uno de los pocos HPs que han sido regalos, no comprados por mí. Un regalo de Aras, mi hermana la gafapasta.
Lausanne (Suiza). Junio 2010.
¡Feliz tarde dominical!
“Harry Potter à l’école des sorciers” es la versión francesa.Y es uno de los pocos HPs que han sido regalos, no comprados por mí. Un regalo de Aras, mi hermana la gafapasta.
Lausanne (Suiza). Junio 2010.
¡Feliz tarde dominical!
viernes, 17 de mayo de 2013
Elefantes namibios paseando por mi mesa de comedor
En Namibia, había hormigas namibias paseando por mi escritorio.
Desde que volví de Namibia, hay elefantes namibios paseando por la mesa de mi comedor.
No voy a negarlo: me caen mejor los elefantes que las hormigas. Además, estos los he invitado yo, mientras que aquellas eran unas compañeras no especialmente deseadas.
Son bonitos, los elefantes.
Post scriptum: hoy quería escribir sobre mi coche nuevo, pero ayer cuando fui a buscarlo, se me olvidó hacerle una sola foto. Demasiados nervios. Así que la presentación tendrá que esperar.
miércoles, 15 de mayo de 2013
Alergia a la primavera
La alergia. Nuestra gran enemiga.
Hay muchos tipos de alergia. Alergia a alimentos. Alergia al sol. Alergia a la injusticia. Alergia al polen.
Yo tengo alergia a la primavera. La alergia de más actualidad. La última moda.
Vale, sí, es alergia al polen (“Hola, me llamo Nisi y soy alérgica al polen”), pero alergia a la primavera es más poético.
Tengo alergia desde hace pocos años. En un viaje laboral por tierras catalanas acabé en una farmacia contándole mi vida al farmacéutico: “Me pican los ojos, la nariz, la comisura de los labios y estornudo”. “Acabas de describir los síntomas de la alergia igual que un libro”, me dijo él. Y así empezó todo.
Fui una vez a un alergólogo, un señor que parecía sacado de una peli rusa chunga, en una consulta de peli rusa chunga. Me hizo unas pruebas raras, me dijo que tenía alergia al polen de olivo (poca) y al de gramíneas (mucha). Me recetó unos antihistamínicos, un espray nasal y un colirio para los ojos. Y me hizo este dibujo:
Y me dijo: “Estos son los niveles de polen según te alejas o acercas de la costa: cuanto más cerca de la costa, menos polen; cuanto más lejos, más polen”. Me recomendó evitar el campo en primavera y no viajar a lugares con muchas gramíneas u olivos en época de floración. Me explicó lo que era el polen y me sacó un libro que yo tenía de mi época universitaria para explicarme lo que eran las gramíneas, aunque yo ya lo sabía. Hasta me explicó el número de poros que tienen los granos de polen de gramíneas.
Al principio, pasé un poco de sus consejos y me dediqué a las drogas: antihistamínicos. Pero me daban sueño y cada vez me gusta menos tomar medicamentos. Así que con los años he ido perfeccionando mi técnica de evitar los antihistamínicos. Y el polen. ¿Cómo? Muy sencillo. ¿Qué hace un alérgico al marisco? ¿Se hincha a marisco y a antihistamínicos? No. Evita el marisco. Pues yo hago lo mismo: evito el polen. ¿Cómo?
Punto 1. Conocimiento.
Saber a qué plantas tienes alergia y cuándo florecen. Es sencillo: basta echar un vistazo a páginas web como ésta o ésta para conocer los niveles de polen. Cuando vas de viaje, intentar averiguar si tus plantas enemigas están en época de floración allá donde vas (recuerdo mi primer congreso internacional, en Inglaterra, en pleno Julio, y yo estornudando sin parar porque allí las gramíneas inglesas ¡florecen más tarde!). Si vas a exponerte a tu polen enemigo, estar preparado: llevar antihistamínicos encima. Recordemos, aquí el enemigo es el polen, no los antihistamínicos.
Punto 2. Actuación.
Evitar el polen. Así de simple. Ventilar la casa sólo a primera hora de la mañana o de la tarde (la concentración de polen por la noche es casi inexistente). No abrir las ventanas del coche. Secar las sábanas con secadora y no al aire libre (y los jerseys e ¡¡importante!! el pijama. La otra noche cometí un fallo de principiante y me pasé la noche con picores). Evitar excursiones al campo, paellas en la finca de los amigos y cervecitas en la terraza a las 12 de la mañana. Sí, es una putada. Pero aquí hay que aunar el Punto 1 con el Punto 2: si tienes una paella con los colegas en el campo, llévate los antihistamínicos y suero en monodosis para los ojos: tranquilizará la conjuntivitis.
Punto 3. Concienciar.
Esto es lo peor. Yo ya hace años que perdí la esperanza de que en el despacho no abran la ventana en primavera. Recuerdo la época que abrían la ventana cuando yo salía del despacho y, cuando volvía a entrar, la volvían a cerrar. Eso no sirve para nada. Pero la gente no lo entiende. Cuando voy a casa de mis padres y me pongo a estornudar, siempre piensan que estoy resfriada, cuando ya les he dicho que es porque abren las ventanas toda la mañana. Y rechazar una invitación con amigos a la feria del pueblo de tu hermana gafapasta en pleno mes de mayo no les suele sentar bien y te avasallan a preguntas de qué te pasa. La gente no entiende que abrir una ventana, estar lejos de la costa o ir de excursión a la montaña en esta época es un suplicio: implica (i) picores constantes en las comisuras de los labios, conjuntivitis en los ojos y estornudos continuos o (ii) drogarme a base de antihistamínicos, que me dan sueño y me hacen sentirme una drogadicta.
Yo hace tiempo que decidí no concienciar: no le pido a nadie que cierre una ventana, porque sé que es difícil de entender. Pero sí que mantengo mi paraíso: mi casa. Las ventajas de vivir sola. Sí que tengo la ventana del baño abierta todo el día, y también la galería y la cocina, pero mi salón y mi cuarto son templos sagrados: sólo ventilo a primera hora de la mañana o por la tarde noche. Y durante el día, cerrados. La gente no lo nota, pero yo noto en seguida, al entrar en una habitación si ha tenido las ventanas abiertas o no. Y, creedme, la diferencia es abismal.
Y aquí se acaban mis lecciones magistrales sobre la alergia a la primavera. Id y aplicadlas (sobre todo tú, Hombre Revenido, sí, tú). Seréis más felices.
La foto, el domingo pasado en la playa. Por prescripción médica.
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