miércoles, 27 de febrero de 2013

En lo más crudo del crudo invierno

Antes de empezar con una serie de entradas sobre mi último viaje (sé, lo sé, sé que no podré escribir sólo uno) quería compartir aquí el aspecto que presenta mi bosque de Ginkgo bilobas en estos días, en lo más crudo del crudo invierno.

Sí, mis ginkgos son unos tristes árboles pelados, sin hojas, vacíos, casi tristes. Lo bueno de mis ginkgos es que sé que en cualquier momento empezarán a emerger. Cuando acaben estos días de frío intenso, en el momento menos esperado, aparecerán las yemas en las puntas de sus ramas, preludio de una explosión de bellas hojas que iluminarán mi galería el resto del año.

Pero hasta entonces, ¡ay, hasta entonces!, hasta entonces mis ginkgos estarán así, como una metáfora de mí misma, vacíos y casi tristes. Pero también sabiendo que tras estos momentos de vacío y tristeza vendrán, porque tienen que venir, momentos alegres, llenos de luz y vida. En mi bosque de gingkos serán sus hojas, su vida. En mí misma no sé qué será. Pero algo tendrá que ser.

lunes, 25 de febrero de 2013

He vuelto


He visto cosas que vosotros no creeríais. Ciudades con puertas de colores. Calles llenas de vida tanto de día como de noche. Lagos de aguas oscuras rodeados de bosques frondosos. Días soleados en Irlanda en el mes de febrero. Pubs con maravillosa música en directo. Ovejas caminando tranquilamente por pequeñas carreteras que surcan colinas. Puentes colgantes. Castillos al borde de mares en calma. Paseos rocosos creados por gigantes. Todos esos momentos se perderán… en el tiempo… como lágrimas en la lluvia. Es hora de volver a la realidad.

jueves, 21 de febrero de 2013

Titanic Belfast

Estos días, estoy en Belfast en una reunión. Concretamente, estoy en el Titanic Belfast, que es un edificio dedicado al Titanic que se encuentra en los astilleros en los que se construyó el barco.

Ayer, en el descanso de la comida, dando una vuelta por la tienda del recinto y viendo los cientos de personas que no paran de entrar y salir en todo el día (sobre todo niños; esta semana, por lo visto, es festivo escolar por estos lares), me preguntaba hasta qué punto es correcto, incluso ético, montar todo un negocio en torno a un desastre como el del Titanic. ¿Tiene mucho sentido hacer camisetas, postales, mantelerías, pósters, imanes o bolígrafos sobre un barco que se hundió en su viaje inaugural? ¿Tiene sentido montar todo esta Titanic Experience para celebrar que aquí se construyó un barco que su mayor hazaña fue esa, hundirse en su viaje inaugural? Y, sobre todo, ¿tiene sentido que en la tienda de recuerdos haya colgantes a imitación de los que lucía Kate Winslet en la famosa película? Probablemente sí. Porque probablemente este Titanic Belfast es más un homenaje, una gran mercadotecnia gigante sobre la película, más que sobre la historia y el barco real en sí.

También me pregunto qué hace un pirata con largas piernas de palo recibiendo a los visitantes en la entrada. ¿Había piratas en el Titanic? Pero eso ya es otra historia.

El Titanic, ese barco que construyó un irlandés y hundió un inglés. Eso decía una camiseta que le vimos ayer a alguien. Muy adecuado.

En la foto, el edificio del Titanic Belfast.

lunes, 18 de febrero de 2013

Vida

Cuatro días. Paseos por Dublín. Librerías. Pintas en pubs. Excursión al campo. Risas. Cambio de ciudad y de país. Banderas. Conducir por la izquierda. Buen tiempo. Vistas increíbles. Buena compañía. Frío. Pueblos costeros. Fotos. Nuestro pueblo. Desayunos copiosos. Azul. Verde, mucho verde. Ovejas. Vistas espectaculares. Carreteras sinuosas. Un puente colgante. Castillos. Gigantes.

V A C A C I O N E S.

V I D A.

Y ya de vuelta en Belfast y al trabajo. Aún una semana por delante antes de volver a casa.

En la foto, escogida (casi) al azar (de las muchas que tengo que revisar y archivar y que colgar por aquí), una puerta roja en Dublín. Me encantan las casas con la puerta roja.

miércoles, 13 de febrero de 2013

De perdidos, al río

Me voy diez días fuera. Es un viaje de trabajo pero también de ocio. Es un viaje preparado un poco a trompicones, casi diría que improvisado. Me voy un poco estresada, con muchos trabajos pendientes para la vuelta (y para la ida, y para la estancia), pero también con ganas de desconectar unos días. Y me voy sabiendo que me estresaré, porque es una de esas reuniones en las que tengo que llevar parcialmente la batuta y eso siempre me agobia. Y no debería estresarme, porque me dijo el dentista el otro día que me muerdo los dientes, que fuera con cuidado con los nervios, que me iba a cargar todo el esmalte. Pero esa ya es otra historia.

Y como voy a un sitio que hace (aún) más frío que aquí, me he hecho un gorrito con la lana que sé que me va a sobrar de la falda que me estoy haciendo (y que, a este paso, no podré utilizar hasta el invierno que viene). Y como le estoy cogiendo gustillo a ponerle un apodo a los proyectos que hago con las agujas, éste es, sin dudarlo ni un segundo, el gorrito de perdidos al río.

Espero actualizar en algún momento en estos días. O no. No sé, ya veremos.

domingo, 10 de febrero de 2013

Pintando mándalas

Como contaba ayer, esta semana he estado un poco negativa. Supongo que me puede el frío y el invierno. Es normal en esta época.

En mi día cumbre de negatividad, en vez de estar en clase de inglés me fui a pasear con una amiga y descubrí este libro para pintar mándalas (o mandalas, se puede decir de las dos formas, según la RAE) en una librería. Había otros libros del mismo tipo, pero éste me llamó poderosamente la atención. No me lo compré porque me pareció caro (aunque sé que un día de estos iré y lo compraré), pero me entraron unas ganas terribles de pintar mándalas.

Por lo visto, pintar mándalas es una técnica de relajación. Me pareció una gran idea. Una idea maravillosa. Porque, ¿cuándo dejamos de colorear? ¿Por qué dejamos de colorear? Sí, lo consideramos una actividad para niños pero, ¿por qué? No lo sé. Sólo sé que me entraron una ganas terribles, ¡terribles!, de volver a pintar. Así que me fui a comprar un paquete de lápices de colores Staedtler. Siempre había querido unos Staedtler, pero como pintar parece cosa de niños, no me los había comprado hasta ahora. Me gustan, pero no tanto como pensaba. Además, he encontrado una vieja caja de lápices de colores Alpino que compré en primero de carrera (para pintar los dibujos anatómicos que hacíamos en clase de Zoología) y creo que alternaré las dos marcas, para probar.

Como decía, me hice con una caja de lápices de colores (ahora tengo dos), algunos mándalas descargados de internet y me puse a pintar o, mejor, a colorear. No sé por qué. No le encuentro sentido, ni explicación. Simplemente, en un día negativo pensé “esto me gustará”. Y me gusta. Me relaja. No tengo ni idea qué significan usar unos colores u otros, ni pintar de dentro a fuera o viceversa. Yo cojo mi colección de mándalas en blanco, escojo el que me apetece pintar y me pongo a ello, cuando tengo tiempo, un rato.

Ya he pintado dos, los que salen en las fotos. No sé cuánto me durará esto. Si seguiré o me cansaré. Si me relajará o no. Pero me gusta. Hay momentos en los que me apetece leer, otros en los que me apetece escribir, otros en los que me apetece coser y, ahora, otros en los que me apetece pintar.

Así que, simplemente, lo hago.

sábado, 9 de febrero de 2013

Contradicciones

Normalmente, lo que quieres hacer y lo que tienes que hacer se contradicen.

Por ejemplo, yo este fin de semana quería irme a pasarlo a un refugio cerca del mar con amigos. Pero tengo una lista de 15 “deberes” laborales que tengo que dejar listos antes del miércoles. O, mejor, del lunes.

A mi pesar, me he despertado (involuntariamente) temprano esta mañana, aún sintiéndome algo idiota por renunciar a un fin de semana de diversión y amistad por unas responsabilidades laborales que, en realidad, son más que laborales, extra-laborales diría yo. De esas que me gusta hacer y que me enganchan de vez en cuando, por voluntad más o menos propia. Como decía, me sentía aún un tanto idiota y con ganas de salir corriendo hacia el norte de la isla (a pesar del frío, del viento y las nubes) cuando he cometido la tontería de revisar el correo del trabajo. Y allí estaba. Un mensaje del jefe:

“Nisi, deberías revisar este informe antes del lunes por la mañana”.
¡Antes del lunes por la mañana!

Y se me ha ido un poco la idiotez, pensando que he hecho bien en quedarme, que tengo que dejar la lista de 15 (+1) deberes listos. Y que tengo que hacer además deberes de inglés (redacción incluida) para el martes.

Y aquí estoy, en un sábado frío de febrero, avanzando en la lista de deberes.

Se hará largo, este fin de semana.

Pero, entre tanto, voy haciendo algunas otras cosas para relajarme y positivizarme (he estado algo negativa esta semana). Como acabar el gorrito de la foto (con pompones incluidos), que me parece bastante mono, pero que no me queda demasiado bien. Serán los colores. (Otra contradicción para el fin de semana). O volver a mi proyecto falda, después de haber conseguido (¡¡sí!!) más lana que se me estaba acabando. O descubriendo el placer de volver a pintar, más bien colorear, del que ya hablaré por aquí otro día.

Hoy mi sábado, mi fin de semana, está lleno de contradicciones. Pero tal vez ahí esté la fuente de nuestras energías.

¡Feliz Sábado!