viernes, 4 de octubre de 2013

Trencitas namibias

Hace ya tres días que volví y no me había visto con fuerzas para escribir nada hasta ahora. Y es una pena, porque tengo muchas cosas que compartir, fotos de Etosha, libros que he leído, películas que he visto,… He estado algo cansada por el viaje de vuelta y por la vuelta al trabajo, pero sobre todo creo que ha sido que tengo el horario un poco cambiado: estoy acostumbrada a irme a dormir muy pronto y levantarme también muy pronto. Así que por las noches, que es cuando suelo escribir, sólo quiero dormir, dormir y dormir. O tal vez sea porque las trencitas africanas que me traje de recuerdo me tenían las neuronas estiradas (o asfixiadas).

Nunca me había llamado especialmente la atención eso de las trencitas. Hasta que viajé a Namibia. En mi anterior viaje, ya me entraron ganas de hacérmelas. Y esta vez me las hice, aprovechando que tengo el pelo mucho más largo de lo que es habitual en mí. Fue la última mañana allí, este mismo lunes (parece que hace mucho más), sólo unas horas antes de coger el avión.

Once trencitas surcando mi cuero cabelludo.

Ha sido una experiencia muy curiosa y divertida. Apenas me dolieron y me han durado más de lo que creía. Me las he quitado esta noche, hace un rato. Me las hubiera dejado más pero tenía miedo de estropearme el pelo.

Lo más divertido ha sido la reacción de la gente: acostumbrada a ser transparente, ahora notaba como la gente me miraba. Incluso en Namibia o tal vez sobre todo en Namibia. Un chico himba intentó ligar conmigo en el aeropuerto de Windhoek (tengo su email y teléfono). Por lo visto, no hay muchos blancos que allí se hagan este peinado. Y no sé por qué. Es cómodo, divertido, práctico. Es todo. Me ha dado pena quitármelas, pero ahora tengo una curiosa melena ondulada y con un volumen que nunca he tenido en mi vida. Pero mañana, cuando me lave el pelo, volveré a mi melena lacia y aburrida.

Ha molado ser africana por unos días.

También ha sido graciosa la reacción de la gente conocida. “¿Te duele?”. “Te tiene que doler”. ¿Dónde te las has hecho?”. “¿Cuándo te las has hecho?”. “¿Te lavas el pelo?”. “¡Te quedan muy bien!”. “¡No te quedan nada bien!”. “Casi no te reconozco”. “¡No te las quites todavía!”. “¿Cuánto te han costado? ¿Sólo? Aquí son carísimas”. “Una amiga mía se tuvo que rapar toda después de hacérselas…”.

Todas las opiniones. Todas las reacciones.

Yo estoy feliz, muy feliz de habérmelas hecho. Pensando en volvérmelas a hacer de nuevo, alguna vez, en algún momento.

Sólo he echado de menos una cosa estos días: mi flequillo. Tengo la frente muy, muy ancha y he llevado siempre flequillo, o al menos cuatro pelos cubriendo la frente. Estos días, me sentía desnuda.

Y también he descubierto unas orejas más prominentes de lo que creía.

Pero, repito, ha molado ser africana por unos días.

En la foto, mis trenzas. Y mis orejitas. Je, je.

6 comentarios:

  1. Ya verás tú...todavía nos traes un churumbele morenito y con trencitas :-D

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  2. Podrías escribir un post sobre "mi flequillo y yo" jajaajajaja.. Anda que sí!
    Estabas muy guapa con tus trencitas africanillas....

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  3. ¿Y no te dolían? ¿Y qué el lavarse el pelo? Poque con trenzas se lava, ¿no? =P
    Ahora en serio. A la tías le da por hacerse trencitas sin avisarme y cuando las veo empiezo a suplicar mentalmente: "que no me diga si me gustan, que no me diga si le quedan bien, que no me diga".
    Porque no me suele gustar como les quedan, pero no quiero ofenderlas porque están supercontentas y tampoco quiero mentirles.

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    1. No, no dolía. Me tiraba un poco el cuero cabelludo, pero esa tolerable. :) Yo no me lavé el pelo, pero las llevé sólo 4 días. Gente que conozco que las ha llevado más tiempo sí que se las lavaba de manera normal.
      Yo no le preguntaba a nadie si les gustaba cómo me quedaban. A mí no me gustaban cómo me quedaban (por el tema del flequillo y de la frente) pero la gente me daba su opinión sin yo preguntar. De hecho, más de una persona me ha dicho claramente que no les gustaba cómo me quedaban, jajaja. ¡Sinceridad ante todo!

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