Mostrando entradas con la etiqueta mándalas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta mándalas. Mostrar todas las entradas

domingo, 10 de febrero de 2013

Pintando mándalas

Como contaba ayer, esta semana he estado un poco negativa. Supongo que me puede el frío y el invierno. Es normal en esta época.

En mi día cumbre de negatividad, en vez de estar en clase de inglés me fui a pasear con una amiga y descubrí este libro para pintar mándalas (o mandalas, se puede decir de las dos formas, según la RAE) en una librería. Había otros libros del mismo tipo, pero éste me llamó poderosamente la atención. No me lo compré porque me pareció caro (aunque sé que un día de estos iré y lo compraré), pero me entraron unas ganas terribles de pintar mándalas.

Por lo visto, pintar mándalas es una técnica de relajación. Me pareció una gran idea. Una idea maravillosa. Porque, ¿cuándo dejamos de colorear? ¿Por qué dejamos de colorear? Sí, lo consideramos una actividad para niños pero, ¿por qué? No lo sé. Sólo sé que me entraron una ganas terribles, ¡terribles!, de volver a pintar. Así que me fui a comprar un paquete de lápices de colores Staedtler. Siempre había querido unos Staedtler, pero como pintar parece cosa de niños, no me los había comprado hasta ahora. Me gustan, pero no tanto como pensaba. Además, he encontrado una vieja caja de lápices de colores Alpino que compré en primero de carrera (para pintar los dibujos anatómicos que hacíamos en clase de Zoología) y creo que alternaré las dos marcas, para probar.

Como decía, me hice con una caja de lápices de colores (ahora tengo dos), algunos mándalas descargados de internet y me puse a pintar o, mejor, a colorear. No sé por qué. No le encuentro sentido, ni explicación. Simplemente, en un día negativo pensé “esto me gustará”. Y me gusta. Me relaja. No tengo ni idea qué significan usar unos colores u otros, ni pintar de dentro a fuera o viceversa. Yo cojo mi colección de mándalas en blanco, escojo el que me apetece pintar y me pongo a ello, cuando tengo tiempo, un rato.

Ya he pintado dos, los que salen en las fotos. No sé cuánto me durará esto. Si seguiré o me cansaré. Si me relajará o no. Pero me gusta. Hay momentos en los que me apetece leer, otros en los que me apetece escribir, otros en los que me apetece coser y, ahora, otros en los que me apetece pintar.

Así que, simplemente, lo hago.