Milán no es una ciudad que me entusiasmara especialmente. Sí, el Duomo es una pasada, vale la pena subir a su terraza y hasta taparse los hombros para entrar en su interior (aunque sólo sea para echarle un vistazo de cerca a los militares macizos que custodian la puerta). Para ir de compras también debe ser alucinante, aunque esa parte no la exploramos. Pero no es una ciudad a la que volvería siempre (como sí son otros lugares que he visitado). De Milán no me gustó el calor y el exceso de gente (pero eso ya lo tenía asumido, así que no puedo quejarme), los mosquitos y que tiene todos los inconvenientes de una gran ciudad. Me defraudó La Scala, pero porque no entré dentro, claro. De Milán me gustó la comida, el Duomo, sus maravillosos parques y un impresionante cementerio monumental que se merece una entrada por sí mismo.
Nos perdimos muchas cosas: no visitamos museos, ni siquiera “La Última Cena” de Da Vinci. Pero estuvimos muy poco tiempo. Además, está bien no verlo todo de una sola vez: así se deja abierta la posibilidad de volver en un futuro.
Muy bonitas las fotos... A ver cuándo nos las enseñas todas...
ResponderEliminarO el tuyo es muy corto, o el mío es muy largo jajajaja.
Las colgaré pronto en el fb, lo prometo.
EliminarEstilos diferentes, sólo eso! :*
Todas las fotos son bonitas, pero esa del árbol en el lago.... impresionante! de póster!!!
ResponderEliminarGracias! La he puesto de portada en el blog, a mí también me gusta mucho. Fue un momento mágico, estábamos en un parque y vimos ese juego de luces, sombras y colores y nos lanzamos como locos a hacer fotos. Era precioso.
EliminarLa he visto! Y no es para menos, fotaza!
Eliminar