Mostrando entradas con la etiqueta libros. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta libros. Mostrar todas las entradas

lunes, 23 de diciembre de 2013

"El médico" de Noah Gordon

Hacía tiempo que quería leer este libro, no sólo porque había oído hablar mucho de él, sino porque el anterior libro que me había leído de Noah Gordon, “La bodega”, me había gustado mucho. Admito que me daba un poco de pereza leerlo, por sus 700 y pico páginas, no por el hecho de ser largo en sí, sino porque no me imaginaba a mí misma paseándome por aeropuertos del mundo con un libro tan gordo. Solución: leerlo en el libro electrónico. Je.

La novela cuenta la vida de Rob J. Cole, desde su infancia en Londres hasta la edad adulta, contando las vicisitudes de su vida en su proceso de alcanzar su sueño: ser médico. Después de unos primeros años como ayudante de cirujano-barbero, Cole viaja a Ispahán para estudiar medicina, en un viaje lleno de tantas aventuras como las que vivirá también en Persia, epidemias y guerras incluidas.

Me gusta mucho el estilo de Noah Gordon, el planteamiento de sus historias, cómo sus novelas no sólo te entretienen sino que te enseñan: con “La bodega” aprendí mucho del cultivo de la uva y la fabricación del vino; con “El médico” he conocido una parte de la Historia totalmente desconocida para mí, Historia de Persia y de Inglaterra, pero también sobre la vida y las costumbres persas y judías y sobre medicina. No es que sea una novela histórica, pero sí que integra la Historia en la vida de los personajes, o mejor dicho, integra los personajes en la Historia.

“El médico” es el primer libro de una trilogía, así que tendré que leerme los otros dos. Me ha gustado lo suficiente como para seguir leyendo. Ah, y hace unos días descubrí que van a estrenar una película basada en esta novela. Y tiene una pinta estupenda. Habrá que verla.

sábado, 30 de noviembre de 2013

Día de las librerías

Ayer fue el día de las librerías.

No soy yo mucho de celebrar los “días de…” aunque en realidad me parecen la excusa perfecta para llamar la atención sobre un tema que el resto del año pasa prácticamente desapercibido.

Pensando en librerías, me he dado cuenta de que no tengo una librería predilecta en mi ciudad. Antes, de adolescente, sí, pero era un sitio que cerraron. Ahora compro los libros (casi) en cualquier parte: en el hipermercado, en centros comerciales o en aeropuertos. Cuando veo un libro que quiero y me gusta, lo compro. Sí que hay una librería que visito con más frecuencia (Agapea), pero es porque me pilla de paso de camino a mis clases de inglés y, como siempre voy con unos minutos de sobra, suelo entrar a dar una vuelta y ver qué novedades hay. Hace poco descubrí Come In, una librería inglesa con multitud de títulos y me gusta bastante. Pero ambas son en realidad franquicias, no tengo ninguna librería en mi ciudad, de esas “de verdad” a la que vaya con mucha frecuencia.

Curiosamente, sí que tengo librerías favoritas en otras ciudades en las que he estado. Creo que se debe a que en mi ciudad, cuando voy al centro voy a cosas concretas. No suelo deambular por el centro como sí hago en los lugares a los que viajo.

Mi librería favorita en Dublín es, sin duda, Hodges Figgis. Es una librería grande y confortable, con un escaparate que invita a entrar y un interior que invita a quedarse. Estuvimos al menos dos veces y allí me compré unos cuantos libros.

En Swakopmund tengo no una sino dos librerías que me gustan. Una es Die Muschel, la primera que descubrí y de la que me gusta todo, incluyendo la terracita que tiene en la que puedes sentarte a tomar zumos naturales de la cafetería de al lado. La segunda es Swakopmunder Buchhandlung, que a simple vista no es tan atractiva como la anterior, pero su interior sí.

Ahora que ya he estado varias veces en Bruselas, empiezo a tener lugares a los que me gusta volver. Uno que descubrí en mi último viaje (y al que volveré) es la librería Tropismes, en las Galerías de la Reina. Es una librería preciosa en la que hasta ojear libros en idiomas que no conozco es agradable. Me encanta.

Y como bonus track de esta entrada, un lugar que no es una librería. O sí. El café Paludan en Copenhague. Buena comida a buen precio en un lugar acogedor, animado y en pleno centro de la ciudad. En la próxima visita (si la hay) tendré que inspeccionar las librerías de la ciudad.

La foto es de la librería Tropismes, en Bruselas.

Y el segundo bonus track de la entrada, un listado de librerías con encanto.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Harry Potter esloveno

Nueva entrega de frikismo harrypotteriano con la versión eslovena del libro.

Lo compré en Ljubljana, en una reunión de trabajo. Tengo recuerdos muy buenos de aquel viaje. No recuerdo demasiado de la reunión, creo que fue bastante correcta, ni estupenda, ni horrible. Pero recuerdo una ciudad maravillosa, un hotel delicioso, un Aperol Spritz en una terraza con mi jefa, hablando de amoríos y de esperanzas (ah, esas ilusiones absurdas y sin sentido), unas clasificaciones para Eurovisión seguidas con entusiasmo por las colegas chipriotas, una copa en otra terraza, tratando de sonsacarle (infructuosamente) información confidencial al participante de la Comisión Europea y una cena muy amena con una pareja de colegas italiano-chipriota.

Fue un buen viaje.

No recuerdo exactamente dónde compré el libro, no recuerdo ni la librería ni el momento. Pero recuerdo el centro de la ciudad peatonal, con tiendas maravillosas en las que nos perdíamos algunas tardes, de vuelta al hotel. En una de ellas compré un bol morado, en otra una taza maravillosa de puntos de colores. Supongo que por allí encontré una librería en la que compré este libro. Por cierto, la portada es la misma que las ediciones búlgara y turca.


Harry Potter Kamen modrosti.



Ljubljana, Eslovenia. Mayo 2011.

domingo, 20 de octubre de 2013

Harry Potter inglés


La mayoría de libros de mi colección friki de Harry Potter los he comprado en alguno de mis viajes. Sin embargo, de vez en cuando a mi hermana la gafapasta se le ocurre regalarme uno. La versión en inglés es uno de ellos. Me lo regaló en las Navidades de 2010-2011 y lo compró aquí en nuestra ciudad. Curiosamente, años después me regalaría un libro electrónico con un vale que me permitía descargar gratuitamente este libro, así que es el único HP que tengo en formato papel y electrónico. Y también es uno de los pocos de mi colección que realmente podría leer. Je, je.

(Y sí, la segunda foto está borrosa, pero me da pereza repetirla).

Harry Potter and the Philosopher’s Stone.


Palma. Diciembre 2010-Enero 2011.


domingo, 13 de octubre de 2013

"Before I die" de Jenny Downham

Después de unos días de turismo por tierras belgas aprovechando un viaje laboral a Bruselas, vuelvo a casa y al blog. Y empiezo con un libro que compré en Dublín, por un precio ridículamente barato. Pensé que sería un libro fácil de leer, pues es un libro “para adolescentes” y la verdad es que lo leí en dos días, lo que duró el viaje de Namibia a casa.

Tessa es una adolescente de 16 años diagnosticada de leucemia desde hace cuatro. Cuando descubre que su cáncer es terminal, decide hacer una lista de cosas que hacer antes de morir, contando con ayuda de su amiga Zoey. Según intenta avanzar con su lista, Tessa se da cuenta de que las cosas que creemos que son imprescindibles en nuestra vida no nos dan la satisfacción que creíamos.

Me ha gustado mucho. Obviamente es un libro duro y con un trasfondo muy triste, pero también es un canto a la vida y al amor hacia las pequeñas cosas, hacia la búsqueda de una felicidad que a veces creemos que está en una parte (el éxito, la fama) y obviamos que está en cosas mucho más simples, sencillas y cercanas (la familia, una taza de té). Lloré un poco (mucho) leyéndolo. Venga llorar en el aeropuerto de Frankfurt. Pero me gustó, sí.

Me he enterado que hay una película basada en él (“Now is good”). Debería verla, pero sólo de pensarlo, ya me dan ganas de llorar. Pero la acabaré viendo.

martes, 8 de octubre de 2013

“Cosas que le pasan... a una madre sin superpoderes” de Molinos

 No recuerdo exactamente cómo y cuándo descubrí el blog de Molinos, Cosas que (me) pasan. Creo que fue a través de Visitante, que mencionó el blog en alguna entrada y pasé a echarle un vistazo. Me gustó, me entretuvo y me enganchó. Pasé un tiempo leyendo entradas antiguas, por temas, al azar, por épocas. Me leí muchas entradas antiguas del blog, supongo que no todas, me puse al día y me convertí en una de sus descerebrados. Me gusta el blog de Molinos, hay cosas que me gustan más y cosas que me gustan menos. Me encantan sus entradas llenas de ironía y mala leche, sus despellejes y los libros encadenados, porque siempre veo alguno que me llama la atención y me apetece leer. Pero también me gusta, y mucho, cuando se pone seria. Tal vez las que menos interés me generaran en su día fueron precisamente las de maternity, porque no soy madre, pero la verdad es que son entradas muy divertidas y entrañables. Por eso también me enganché a ellas y por eso cuando descubrí que publicaba un libro basado en esas entradas, decidí que quería leerlo. Lo encontró primero mi hermana la gafapasta, así que cuando ella se lo leyó, lo tomé prestado.

Me leí este libro estando en Namibia, entre alguna tarde sentada en el balcón del hotel y (gran parte) en el (largo) viaje en coche de vuelta de Etosha. Es un libro ameno, sencillo, fácil de leer. Había muchas cosas que me sonaban de haberlas leído en el blog, pero también es cierto que descubrí algunas que no había leído en su día o son cosas nuevas. Me ha pasado algo curioso con este libro: cuando leía, tenía la impresión de que había cosas repetidas en el libro, que eso lo había leído hacía poco y lo tenía muy fresco, pero supongo que es porque ya había leído mucho de maternity en el blog y lo recordaba muy bien.

El libro es básicamente sobre la maternidad, cómo te cambia la vida y cómo la vive una madre desnaturalizada y sin superpoderes como Moli se autodefine. Si algún día tengo niños, la verdad es que creo que seré un poco como Moli en lo de desnaturalizada y sin superpoderes. Pero debo confesar que también me apunto mentalmente cosas que hace que me encantaría hacer con mis hijos: infundirles el amor por la lectura, dejar que cada uno desarrolle sus inquietudes, las sesiones de cine con sus princezaz. Me parece que es una madre cojonuda, aunque admita que hay veces que las circunstancias le superan. Como a todas las madres, como a todas las mujeres, como a todas las personas en algún momento de nuestras vidas.

Cuando vi el título del libro, tuve la sensación que era el primero de una saga. “Cosas que le pasan a…” permite bucear en las distintas facetas de Molinos. Sí, porque ella será una madre sin superpoderes, pero también es una despellejadora nata, lectura compulsiva, amante de Gin Tonics, habitante de una pradera de libros de colores y muchas otras cosas que sólo se descubren visitando su blog, Cosas que (me) pasan.


En la foto, disfrutando de una tarde de inusual buen tiempo en mi balcón en Swakopmund, con el faro al fondo.

martes, 24 de septiembre de 2013

"Wilt" de Tom Sharpe

No tenía previsto leer este libro, pero tras leer sobre la propuesta de Lady Boheme en su blog “Leo, luego existo” de lectura conjunta y tertulia literaria sobre él, me animé. Participar en la tertulia era cuanto menos imposible. Madrid, en general, me pilla muy lejos, pero estos días todavía más (si todo va según lo planeado, el domingo estaré volviendo Swakopmund tras una rápida visita a Etosha y preparando la maleta para iniciar el camino de regreso). Había acabado con “Dublineses” y, en vez de empezar uno de los otros libros que me traje en papel, decidí ponerme con éste.

Henry Wilt es un profesor de Humanidades en un instituto donde da clase a alumnos que no tienen ningún interés por su asignatura. Lleva una vida monótona, marcada por sus insufribles estudiantes y por una esposa con la que se lleva tan mal que se dedica a fantasear sobre su muerte, mientras pasea el perro en soledad. La amistad de su esposa con un matrimonio un tanto extraño provoca una serie de malos entendidos y situaciones a cual más absurda, surrealista y divertida, en las que intervienen, entre otras muchas cosas, muñecas hinchables, preservativos con mensajes de socorro y hasta un cura borracho.

Es un libro muy, muy divertido. Sabía de su existencia y que era humorístico, pero no suelo leer libros de humor, así que nunca me había llamado la atención. Ahora que lo he leído, quiero leer las otras novelas de Sharpe dedicadas a este personaje. Creo que valdrán la pena para pasar un rato agradable y ameno. Y creo que están en papel en casa de mis padres, así que seguiré con Wilt.

martes, 17 de septiembre de 2013

"Dublineses" de James Joyce

Durante los días que pasé en Dublín a principio de año, visitamos de manera más o menos recurrente varias librerías. Las librerías me encantan y los precios de los libros allí eran más que asequibles. Una combinación perfecta, vamos. No sé cuántas librerías visitamos, probablemente media docena, o incluso más, pero en todas ellas (o en casi todas) había una obra destacada en sus estanterías: “Dubliners” de James Joyce.

En cada librería sentí la tentación de comprar el libro. ¿Qué mejor manera que recordar una ciudad que has visitado que con un libro sobre sus habitantes, escrito además por uno de sus ciudadanos más ilustres? No había leído nada de James Joyce, pero admito que es un autor que siempre me ha dado un poco de vértigo, porque siempre he creído que sería difícil de leer. Y más en inglés. Así al final opté por no comprarlo y me decanté por otros libros, prometiéndome que intentaría conseguir una versión traducida y leerla.

Creo que no había vuelto a pensar en ello hasta hace unas semanas, cuando me puse a ojear una colección de libros que tienen mis padres, estando en su casa y mientras hablaba por teléfono con mi hermana la gafapasta. Es una colección que compraron durante mi adolescencia y de la que entonces leí unos cuantos libros. Y entre esos libros estaba “Dublineses”. Vi el libro, lo cogí, lo ojeé y se lo pedí prestado a mis padres. Como había acabado hace poco de leer otro libro en papel, me puse con él casi de inmediato. Aunque admito que la edición me daba un poco de pereza: la letra es pequeña y un poco borrosa, no demasiado agradable a la vista. Y la verdad es que la traducción no me ha gustado mucho.

“Dublineses” lo forman quince relatos cortos, historias variadas con un común telón de fondo: Dublín. Son historias con protagonistas muy variados: desde niños a adultos y también de longitud variada. Algunos relatos me han gustado mucho, otros bastante, otros poco y otros me han dejado totalmente indiferente. Tal vez el relato más conocido es el último (y más largo) del volumen: “Los muertos”, que me ha sorprendido de una manera muy curiosa, pues el principio no parece indicar, para nada, el tipo de historia que cuenta. Me dejó con la boca abierta. Además, este relato me ha permitido conocer una canción tradicional irlandesa, “The Lass of Aughrim” y descubrir a Ewan McGregor interpretándola en “Nora” (película en la que da vida precisamente a James Joyce y que tengo que ver). También he descubierto que John Houston hizo una película basada en él y que también tengo que ver, claro.

Dos fragmentos del relato:

“De manera que ella tuvo un amor así en su vida: un hombre había muerto por su causa”.

“Mejor pasar audaz al otro mundo en el apogeo de una pasión que marchitarse consumido funestamente por la vida”.

Uff.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Harry Potter italiano

Tengo que ponerme al día con mi colección friki de Harry Potter, así que hoy toca la versión italiana del primer libro.

Lo compré en el aeropuerto de Roma, haciendo escala de vuelta de una reunión en Mazara del Vallo, en Sicilia. Recuerdo haber recorrido Mazara con un compañero en busca de una librería infantil, él para comprar un regalo a sus hijos, yo buscando este libro. No encontramos ninguna. Después, cuando se lo comentamos a un colega italiano nos dijo “¿Una librería en Mazara? ¡JAJAJAJAJAJA!”. La portada no la he visto repetida, de momento, en ningún otro idioma.

Harry Potter e la pietra filosofale.


Aeropuerto de Roma, Italia. Diciembre 2010.


domingo, 8 de septiembre de 2013

Frikismo


Creo que mi nivel de frikismo harrypotteriano ha quedado claro con mi colección de Harry Potters internacionales. Es una cosa que siempre he aceptado, sí, me parecía un poco friki, pero me di cuenta de su alto nivel cuando unas amigas me dijeron una vez que no fuera por ahí enseñando esa colección, que ellas me entendían y que eran mis amigas, pero que era muy, muy friki.
Alguna vez me ha dado un poco de vergüenza visitar en un país cuyo idioma no conozco una librería y preguntar por el primer libro de la serie Potter. Siempre he pensado que algún día, algún dependiente me miraría raro y me interrogaría sobre qué diablos hago comprando un libro en un idioma que no entiendo. Previsora ante algo así, tenía incluso una respuesta estudiada “Es para un regalo”.

Tengo casi una decena de HP, la mayoría comprados por mí y sí, a veces me he avergonzado un poco al comprarlo, pero en general me ha parecido que no era algo tan raro. Hasta ayer.

Ayer, en Bucarest, me sentí tan, tan, tan friki que me entraron ganas de salir corriendo. Pasé la mañana paseando con el bus turístico por la ciudad, comí en el centro y por la tarde, antes de volver al hotel para dirigirme ya al aeropuerto, pasé por una librería que había visto por la mañana. No tenía muchas esperanzas de encontrarla abierta, pero sí, estaba abierta. Era una librería preciosa, un edificio antiguo, con suelos y escaleras de madera, con varios pisos. Vi una sección, en la planta baja, dedicada a libros infantiles y rápidamente encontré alguno de Harry Potter, pero no el primero. Así que me dirigí a la caja y le pregunté (en inglés) al empleado. Me preguntó varias veces si lo quería en rumano o en inglés y le insistí que en rumano. Fue al piso inferior a buscarlo y subió ojeándolo.

- Aquí lo tienes. Pero es en rumano. ¿No lo quieres en inglés? (supongo que pensaba que tenía un nivel de inglés Ana Botella y por eso insistía para comprobar que nos entendíamos).
- No, lo quiero en rumano.
- ¿Seguro?
- ¡Sí!
- Es que no lo entiendo.
- Hmmmm.
- ¿Por qué lo quieres en rumano?

Le conté que los coleccionaba en varios idiomas y siguió insistiendo en que no lo entendía. El pobre muchacho no daba crédito. Casi ni quería darme el libro. Se lo pensó mucho, me volvió a mirar y a insistir en que no lo entendía. Yo quería salir corriendo. Tierra trágame. Pero al final se lo pasó al chico de la caja, me cobró y me lo llevé, despidiéndome amablemente de ambos. El chico seguía mirándome con cara de asombro.

Al salir de la librería, quise salir corriendo. Otra vez. Creo que el muchacho aún debe estar flipando y les debe contar a sus amigos la historia de una friki extranjera que compró Harry Potter en rumano.

En mi vida me había sentido tan friki. Pero ya se me ha pasado. Y tengo un HP más para mi colección, ¡¡yujuuuu!!

La foto, de las (maravillosas) escaleras de la librería en cuestión. La cámara de mi móvil está cada vez peor, qué churro de fotos que hace…

miércoles, 4 de septiembre de 2013

"Las cosas que no nos dijimos" de Marc Levy

Debería estar ahora mismo currando un poco, pero después de un largo día de reunión, no me apetece demasiado, la verdad. Y como en un rato salgo hacia una cena de grupo (o social dinner como decimos siempre), aprovecho para actualizar con un libro que acabé poco antes de venirme a orillas del Mar Negro.

Éste es un libro prestado. Mi hermana la gafapasta es súper fan de Marc Levy y como yo no me había leído ningún libro suyo, me dejó “Las cosas que no nos dijimos”. “Te encantará”, me dijo ella. Cuando lo empecé, no me gustó nada, pero nada de nada. De verdad, ¿eh? Pero no quería dejarlo y seguí leyéndolo. Luego apareció un poco de historia por en medio (la caída del muro de Berlín), la cosa se animó un poco y al final me enganché. Eso sí, está lleno de topicazos (el mejor amigo gay, la búsqueda del amor de juventud) pero es un libro majo, ameno, entretenido, que se lee rápido y bien. Ah, y cuando mi hermana la gafapasta me dijo que no era un libro de amor, me mintió vilmente. Ya no sé si voy a volver a hacer caso a sus consejos…

El libro cuenta la historia de Julia, una joven neoyorkina que, pocos días antes de su boda, recibe la noticia del fallecimiento de su padre, con el que apenas tenía contacto. Tras suspender la boda, recibe un extraño paquete que le permite reencontrarse con su pasado, reconciliarse con su padre y replantearse su futuro.

El libro está bien, no es para tirar cohetes, pero sí que es entretenido y agradable, sin grandes complicaciones ni cosas profundas. Ideal para el verano.

Pues nada, voy a ver si me pinto la raya del ojo antes de ir a cenar.

viernes, 30 de agosto de 2013

Ciencia ficción versus terror y sustos

Me gusta la literatura de ciencia ficción. Mucho. He leído bastante ciencia ficción, tanto siendo adolescente (fui hiperfan de “La trilogía de los trípodes” de John Christopher que releí hace 5 años) como ya de adulta. HG Wells, Ray Bradbury, Aldous Huxley, George Orwell, Stanislav Lem, Philip K. Dick son autores que he leído (y seguramente varios más que no recuerdo ahora). En cambio, con el cine de ciencia ficción me pasa una cosa: como ya sugerí el otro día, tengo la sensación que en los últimos tiempos, deriva demasiado hacia el cine de terror, o al menos al cine de “sustos”.

Para mí, el terror es una cosa y la ciencia-ficción es otra. Sí, que los extraterrestres invadan la tierra no deja de ser terrorífico, pero eso no implica que una invasión extraterrestre se convierta en una historia de sobresaltos continuos, de agobio, de angustia por cuándo vendrá el siguiente susto. Creo que la ciencia-ficción me resulta mucho más interesante cuando reflexiona, cuando por ejemplo, en el caso concreto de la invasión de extraterrestres, se plantea quiénes son, de dónde vienen, a qué vienen y (sobre todo) cómo diantres podemos librarnos de ellos.

Aquí hay claras diferencias entre cine y literatura: en literatura, el concepto de terror es mucho más relativo. Pueden darte miedo historias de fantasmas o zombies, incluso de extraterrestres, pero nada es comparable con el terror en la pantalla grande. Y más que con el terror, con el miedo, con los sustos.

En los últimos tiempos, el cine (sobre todo Hollywood) convierte en cine de terror cualquier historia de ciencia ficción. Vayamos a cualquier listado de mejores películas de ciencia ficción, por ejemplo éste o éste.

Entre las películas que he visto, hay muchas de ciencia-ficción interesantes (y hasta divertidas, pero nunca terroríficas) de antes del año 2000: “Gattaca”, “Regreso al futuro”, “La guerra de las galaxias”, “Blade Runner”, “ET”, “Terminator”, “Abyss” y “Esfera” (la misma historia contada dos veces), “Contact” y un largo etcétera. Pero las películas más recientes de ciencia-ficción me dan miedo: “Señales del futuro”, “La guerra de los mundos” o “Señales” son ejemplos en los que lo he pasado bastante mal. Vale, en el pasado también había películas de ciencia-ficción terroríficas (“Alien”, que no he visto nunca ni pienso ver o “La invasión de los ladrones de cuerpos” que vi de niña y me aterrorizó) y también hay historias de ciencia ficción recientes que no dan miedo (“Hijos de los hombres”, “Avatar” o “In time”), pero tengo la sensación que hoy en día se asume que cualquier historia no realista, cualquier historia de ciencia ficción se debe convertir en una peli que da miedo. Lo vi claramente después de ver la versión antigua de “La guerra de los mundos” que me pareció amena e interesante, intrigante y con las dosis adecuadas de tensión, en comparación con la versión moderna de Spielberg, de la que sólo recuerdo que pasé “mucho susto”.

Y no hablemos ya de historias de fantasmas o de zombis. Por ejemplo, a mí “Los otros” me encantó como historia, igual que “El orfanato”, pero pasé tanto, tanto miedo con ambas que no las pienso volver a ver. También pasé mucho miedo con “Dragonfly” (sí, soy una miedica) y a las historias de zombies ni me acerco, y eso que me parecen una temática muy interesante. Pienso leerme “Guerra Mundial Z”, pero no veré la película ni de coña.

Resumiendo, me gusta la ciencia-ficción y soy muy miedica. Así que productores de Hollywood, por favor, haced películas de invasiones extraterrestres, de futuros inciertos, de fantasmas o de zombies, pero haced alguna sin sustos innecesarios, que a mí no me aportan nada.

En la foto, una gaviota el otro día en Cudillero, Asturias. No tiene nada que ver con la entrada, pero es una foto que me gusta y el otro día no colgué.

lunes, 26 de agosto de 2013

"Una vacante imprevista" de J.K. Rowling

Creo que ya es conocida mi afición por Harry Potter (HP), así que era inevitable que me leyera la primera novela para adultos de su autora, J.K. Rowling. Mi hermana-gafapasta, como buena hermana mayor conocedora de su hermana pequeña, me regaló esta novela por Navidad pero ha sido ahora cuando por fin la he leído.

“Una vacante imprevista” cuenta el día a día de un pequeño pueblo inglés, Pagford, tras la repentina muerte de uno de sus habitantes, Barry Fairbrother. La muerte de éste deja la vacante de la que habla el título en el concejo parroquial y sirve de excusa para presentar a toda una serie de personajes cuyas vidas se entrecruzan de algún modo con el fallecido y como su muerte les va afectando.

Sinceramente, esta novela no me ha entusiasmado como cualquiera de los libros de la saga HP. Me costó mucho arrancarla, sobretodo porque la empecé antes de pasarme un mes sin libros, así que la dejé a medias. Los primeros capítulos de familiarización con los principales personajes se me hicieron un poco cuesta arriba: no me aportaban demasiado. Este es un libro para leer seguido, no a ratos como yo suelo hacer muchas veces. Quiero decir, no es un libro pesado ni aburrido, pero es un libro con poca acción, de esos que agradecen que les dediques un par de horas seguidas para tener la sensación de que avanzas. Porque yo hasta bien entrada la mitad del libro, no tuve la sensación de que avanzaba. De hecho, cuando llevaba más de medio libro y echaba la vista atrás pensaba “¿Y sólo ha pasado esto y esto?”.

Otra cosa que no me ha gustado demasiado es que se etiqueta al libro como “una comedia negra”. A mí no me ha parecido comedia en absoluto. Es una historia realista, de un pueblo, de sus gentes, de las relaciones que se establecen entre ellos, de sus vidas personales y de cómo una muerte repentina altera la vida de sus habitantes, de diversas maneras. Yo no le he encontrado el punto de comedia por ningún lado. Al contrario. Me ha parecido un libro con un punto triste, gris, bastante pesimista y poco esperanzador.

No quiero ser demasiado crítica: en realidad la novela me ha gustado, sólo que me esperaba otra cosa, no otra historia pero sí una narración más dinámica, que me enganchara al principio como finalmente lo hizo casi al final. Digamos que me ha gustado pero que no me ha encantado. La recomendaría, pero con precaución. Eso sí, leeré los siguientes libros de J.K. Rowling. Seguro.

domingo, 25 de agosto de 2013

Harry Potter turco

Hoy toca una nueva entrega de frikismo Harry Potter: la versión turca del primer libro de la serie.

Lo compré en un viaje de trabajo en Estambul, ciudad alucinante a la que me fui dos días antes para descubrirla. Tengo buenos recuerdos de aquellos días, aunque no recuerdo cómo encontré el libro ni en qué librería lo compré. Pero me encanta la edición, flexible y agradable, y las extrañas palabras que lo llenan. Como curiosidad, la imagen de portada es la misma que el HP búlgaro.

Harry Potter ve Felsefe Taşı


 Estambul, Turquía. Octubre 2010.


miércoles, 24 de julio de 2013

“De la ceniza volverás” de Ray Bradbury

Antes que éste, había leído algunos libros de Ray Bradbury, “Fahrenheit 451” y “Crónicas marcianas”, creo que ninguno más. Son dos libros que sé que me gustaron, pero que tendré que releer en algún momento, porque no los recuerdo mucho, sobre todo el segundo, que creo que hace más de 10 años que leí.

“De la ceniza volverás” es una recopilación de relatos en torno a una casa misteriosa, a una familia muy especial, cuyos habitantes tienen muchos, muchos años, excepto el pequeño Timothy, el único habitante que es diferente, que sabe que envejecerá y morirá. Como novela a ratos me ha parecido un poco inconexa, pero después descubrí que son varias historias independientes recopiladas y, a pesar de eso, sí que tienen cierta línea argumental. Es un libro corto, sencillo, agradable, con ese punto de fantasía e irrealidad que a mí personalmente me gusta mucho, combinado perfectamente con las inquietudes más mundanas y humanas: el amor, el miedo a la soledad, a la muerte.

Un libro chulo. Tengo que leer más de Bradbury. Seguro.

viernes, 19 de julio de 2013

“La fortaleza digital” de Dan Brown

Me gusta leer novelas de Dan Brown. Me suelen divertir bastante, son entretenidas y compañeras ligeras para viajes o jornadas playeras, aunque a veces pienso que estoy perdiendo el tiempo con ellas. Me leí en su día “El código da Vinci” y también leí “Ángeles y demonios”. Ahora he leído “La fortaleza digital”, la historia de una criptógrafa que trabaja para una agencia secreta de Estados Unidos, encargada de controlar y descifrar códigos. Su vida se complica cuando su jefe se encuentra con un código imposible de descifrar a la vez que su prometido viaja hasta Sevilla para intentar hallar la clave que solucione el problema.

Creo que de los libros de Dan Brown que me he leído es el que menos me ha gustado. Luego he descubierto que fue el primero que escribió, así que se lo (medio) perdono. Es curioso, porque el espionaje más o menos legal o más o menos admitido por los gobiernos es un tema de bastante actualidad, así que supongo que tendría que haberme gustado más el libro o al menos plantearme ciertas preguntas sobre la legitimidad de las escuchas o sobre la ética del control al que (supongo) nos tienen sometidos, pero la verdad es que no ha sido así. Unos personajes están totalmente a favor del llamémosle espionaje a los ciudadanos de a pie, otros en contra. Curiosamente, los primeros eran los buenos, los segundos los malos. Bueno, más o menos. En cualquier caso, a mí que me espíen, lean mis correos o escuchen mis llamadas telefónicas me importa bastante poco, la verdad. No sé si está bien o mal (he decidido no perder el tiempo reflexionando sobre esto), pero creo que hay cosas mucho más chungas que nuestros gobernantes hacen que leer nuestros correos, la verdad. Y más importantes.

Una cosa que no me ha gustado nada del libro es cómo sale reflejada España, en concreto Sevilla. Aparte de algunos errores (de ubicación y de precisión), España aparece como un país tercermundista, lleno de cosas horribles y chungas, gente corrupta, prostitución a mansalva y unas condiciones sanitarias terroríficas. Que sí, que no estamos tampoco muy bien, pero lo que aparece en el libro es casi indecente.

viernes, 5 de julio de 2013

Sin libros

He estado un mes prácticamente sin leer. Cuando estoy en un barco trabajando, no puedo leer. No recuerdo si lo hacía al principio, cuando mis responsabilidades eran menos que las actuales, porque por aquel entonces tampoco tenía mucho tiempo libre a bordo. Supongo que entonces sí que leía. Ahora no, y mira que lo intento.

Hace años coincidí a una chica que me dijo que cuando iba de jefa de campaña, leía muchísimo. Yo le dije que no tenía tiempo para leer, a lo que respondió “¿Y qué haces todo el tiempo en el puente?”.

En el puente en concreto y en el mar en general, un día normal para mí es algo así:

Me levanto entre las seis y media y siete menos cuarto, salgo al pasillo desierto a esas horas y subo al puente sobre las siete. El primer día, el oficial de guardia me dice “Oye, ¡que queda una hora para empezar a trabajar!”. “Lo sé”, suelo contestar yo simplemente. Luego ya se acostumbran a verme aparecer a esas horas. Una vez en puente, enciendo el ordenador (u ordenadores), converso con el oficial y el timonel de guardia, compruebo que estamos ya cerca del punto de muestreo y les pregunto (y observo yo) si hay boyas o barcos en la zona que nos impidan trabajar. Arranco varios programas: uno de navegación en el que compruebo que funciona el GPS (el día antes de empezar, todo funciona; el primer día, no funciona nada; pero al final, todo sale bien, todo), otro de recepción de datos con las características de la red y una hoja de cálculo en la que anoto las posiciones. Luego preparo los papeles que necesitaré para el día: los estadillos de puente en los que iré apuntando (en lápiz, en el mar sólo se usan lápices) cada cinco minutos la situación del barco durante los muestreos, así como la hora, profundidad y características del arte. Si estamos cerca de costa y hay cobertura de Internet, incluso me da tiempo a echar un rápido vistazo al correo del trabajo.

La siguiente media hora la paso fuera del puente: suelo bajar a popa a revisar la red, ver que todo está correcto, comprobar qué sensores quedan por colocar, saludar a marineros y demás miembros de la tripulación que me encuentro e intercambiar impresiones con ellos. A esa hora, el personal científico suele dormir aunque los más madrugadores empiezan a dar señales de vida. A las 7:30 en punto entro en el comedor, a desayunar rápidamente, mientras vigilo si aparece el compañero responsable de los sensores y voy con él a la red a ayudarle a colocarlos (si me deja). Eso sí, los días que empezamos a trabajar antes, me salto el desayuno: los horarios de comidas son muy estrictos a bordo. A las 7:45 vuelvo al puente y aparece el capitán, intercambiamos saludos y nos preparamos para empezar el día.

Entre las 8 y las 17-18 la rutina es muy similar: vamos al punto de muestreo, cuando largamos la red salgo a la cubierta a comprobar que sale de manera adecuada (no se cierra, no se lía) y luego, con los sensores, comprobamos que las puertas no se lían (dos veces nos ha pasado en la última campaña) y que el arte llega al fondo. Antes de que salgan las puertas, le digo al capitán los metros de cable que hay que largar. Apunto la información en los momentos de largado, puertas al agua, firmes e inicio pesca, así como cada cinco minutos durante los 20, 30 ó 60 minutos que dura el muestreo (dependiendo de la profundidad). Pero no sólo es apuntar. Es comprobar que el arte trabaja bien, que sigue sin haber boyas o barcos, que no nos salimos de las zonas que tenemos que muestrear y que la velocidad es la adecuada. Y si algo falla, tomar las decisiones correspondientes: virar antes de hora, dar un muestreo por nulo, repetirlo, escoger un nuevo punto de trabajo. Y, a la vez, ir pensando en los demás muestreos del día: planificando horarios de trabajo y tiempos de navegación. Paramos a comer a las 11 o a las 12, según nos cuadre el trabajo. Cuando acaba cada muestreo, bajo a popa, casco en la cabeza, a ver que todo va bien, comprobar las capturas, hacerles una foto, anotar las características en la pizarra del laboratorio (número de lance, profundidad, sector, estrato y validez) y ver qué tal les va el trabajo de muestreo al resto de personal científico.

Por la tarde, después del último muestreo y mientras mis compañeros siguen procesando las muestras, preparo con el Capitán el trabajo del día siguiente: decidimos los muestreos que haremos, a partir de propuestas mías. Cuando el plan del día siguiente queda decidido, repaso el papeleo de todo el día, informatizo la información, chequeo el correo y el parte del tiempo de los próximos días, que, si es malo, puede modificar los planes. A veces hay muestreos extras: por ejemplo, patines supra y epibentónicos o dragas, que alargan más las horas en el puente. Ceno a las 20 y después de las cena hago alguna llamada, sigo con papeles y planificaciones en el puente o en mi camarote (mi “camerino”) o acabamos algunos muestreos que han quedado pendientes. Si aún hay trabajo de muestreo, bajo a ayudar, aunque en general, este año, casi no ha hecho falta. Cuando por fin doy mi trabajo por listo, paseo por el barco a charlar con el personal científico que ya descansa, juega a cartas, mira la tele o se toma algo. Sobre las 23 o 23:30 me retiro al camarote a dormir.

Entonces podría leer.

Pero no lo hago.

Porque mi cabeza sigue pensando en muestreos, planificaciones, partes del tiempo y posibles problemas con personal y tripulación, además del trabajo de tierra que siempre está ahí. Así que me doy una ducha y me meto en la cama, con música para amortiguar los ruidos del barco y los ruidos de mi cabeza, hasta que noto que mi cerebro desconecta, paro la música y me duermo con ese descanso profundo y sin apenas sueños que suelo tener en los barcos.

Eso es lo que hago, en los barcos. Y por eso no puedo leer. Porque durante el día es imposible. Y por la noche… por la noche lo único que quiero es desconectar el cerebro y descansar. Porque al día siguiente, en menos de 8 horas, todo empieza de nuevo. Y así durante muchos días seguidos, sin descanso, sin fines de semana, sin momentos libres.

Sin libros.

En la foto, pasillos desiertos en la cubierta de camarotes de científicos, en el buque de investigación oceanográfica Cornide de Saavedra, hace ya unos días.

martes, 28 de mayo de 2013

“La luz en casa de los demás” de Chiara Gamberale

Compré este libro no recuerdo ni cuándo ni dónde, pero sí que recuerdo que fue porque me llamó la atención el título y la historia: Mandorla (almendra en italiano) es una niña que pierde a su madre, Maria, a los seis años. Maria deja escrita una carta en la que dice que el padre de la pequeña es uno de los varones que habitan el número 315 de Grotta Perfetta en Roma, edificio del que ella era administradora. Los vecinos, ante el shock que podría suponer para una de las familias descubrir quién es el padre de la niña, deciden criarla entre todos, haciendo que la niña viva cada año con una de las cinco familias que habitan el inmueble.

Me pareció una historia original y curiosa, pero debo admitir que me ha decepcionado un poco. La historia está contada con saltos en el tiempo y con varios narradores, cosa que no me suele molestar especialmente, pero en esta ocasión me ha irritado un poco, no sé muy bien por qué. Tal vez sea porque casi desde el principio sabemos que la Mandorla actual está pasando una noche en la cárcel, no sabemos ni por qué motivos ni qué la ha llevado allí. Y los recuerdos de la infancia y adolescencia de la niña con las distintas familias se suceden con las reflexiones de la chica encerrada y con historias anteriores y antiguas de algunos de los habitantes de la casa.

Ya lo he dicho, no me ha entusiasmado demasiado esta historia. Creo que es un poco pretenciosa, intenta recrear la frescura de otro libro que se desarrollaba en una comunidad de vecinos (“La elegancia del erizo” de Muriel Barbery), pero sin llegar a la belleza sutil de aquel. Me ha parecido bastante flojo, no me ha aportado nada especial y encima me pasé la mitad del libro pensando que al final no sabríamos quién era el padre de Mandorla y la otra mitad pensando que seguro que no era ninguno de los que parecía que podrían ser. Y en los últimos capítulos ya casi hasta me daba igual esto, simplemente quería que acabara para poder empezar otro.

En fin, un poco decepcionada, para qué engañarnos. No es horrible, pero no lo volvería a leer. Aunque tiene algunas frases para guardar.

No hay nada más bonito en el mundo que despertarse en una cama en la que nunca habías dormido antes y pensar: en este preciso momento no necesito nada más de la vida.
 

Acuérdate de que no hay nada absurdo hoy que mañana no te parezca natural haber vivido.
 

Cuando un adulto está mal, hay que dejarlo en paz. Quien necesita consolarlo es el que asiste a su desesperación, para que ésta termine cuanto antes: pero él sólo necesita sacar todo lo que tiene dentro.

viernes, 24 de mayo de 2013

Cosecha post-Sant Jordi

Ya conté por aquí que este año el día de Sant Jordi me pilló a casi 8000 Km de casa, así que no pude celebrando como suelo hacer, de paseo por el centro de la ciudad y comprando libros. Además, en Swakopmund las librerías (y todas las tiendas) cierran condenadamente pronto, así que me quedé sin cosecha de Sant Jordi. Pero, afortunadamente, unos días después pude pasearme por las dos librerías que tengo localizadas en esa ciudad. Y como resultado, este es la cosecha de (post-)Sant Jordi de este año:

“The Lewis Man” de Peter May. Segunda parte de la trilogía de Lewis. La primera (“La isla de los cazadores de pájaros”) me gustó mucho, muchísimo. Y, aunque no estoy segura que será sencillo de leer en inglés, lo intentaré.

“This is not a flowerpot” de Amy Schoeman. Un libro del que no sabía nada cuando lo compré (ahora tampoco sé mucho más), pero su autora es una inglesa que actualmente vive en Namibia, así que me pareció bonito comprar un libro editado en el país en el que estaba. Al igual que el anterior, forma parte de una trilogía: éste es el primero de una que está aún por acabar.

“It’s time to identify. Selected Animals and Plants of the Namib” de Samuel Ehrenbold y Viktoria Keding. Después de mi excursión por el desierto del Namib, sentí curiosidad por aprender más de los animales que allí se pueden encontrar, así que me pareció buena idea comprar este librito. Es una monada, la verdad: simple y sencillo, pero con descripciones claras de las especies.

“Namibia” de Gerald and marc Hoberman. Un libro de fotografías y algo de texto sobre este país increíble. Lo compré porque no sólo son fotografías y explicaciones de paisajes y ciudades, también de las tribus namibias. Lo he ojeado varias veces y leído algunas partes, pero aún tengo que dedicarle más tiempo. Es precioso.

Además, el día del libro mi hermana la gafapasta (sale mucho ésta últimamente por este blog) me compró "Mala índole. Cuentos aceptados y aceptables" de Javier Marías. Aunque hace mil años que no leo nada de este autor (tengo alguno pendiente en casa), lo que he leído me ha gustado siempre mucho. ¡Gracias, sis!

domingo, 19 de mayo de 2013

Harry Potter à l’école des sorciers

Hace tiempo conté cómo empezó mi colección de Harry Potters internacionales. Mi intención era ir colgando poco a poco las fotos de todos los que tengo (tampoco son tantos), así que me lo voy poner como deberes personales, para ir haciéndolo de vez en cuando.

“Harry Potter à l’école des sorciers” es la versión francesa.Y es uno de los pocos HPs que han sido regalos, no comprados por mí. Un regalo de Aras, mi hermana la gafapasta.


Lausanne (Suiza). Junio 2010.


¡Feliz tarde dominical!