jueves, 5 de septiembre de 2013
Por fin
Por fin veo de esta ciudad algo más que el hotel en el que nos alojamos y la sala en la que nos reunimos.
Por fin hemos conseguido acercarnos al centro, ver de manera fugaz su casco antiguo (semi-abandonado, destripado y completamente en obras) y descubrir una ciudad mucho más viva de lo que, a simple vista, parecía.
Por fin he podido sacar la réflex de la maleta y hacer alguna foto. Pocas, pues no quería hacer esperar a mis compañeros de paseo no fotógrafos.
Por fin he visto el casino, junto al mar Negro, que parece ser el símbolo de la ciudad. A pesar de estar abandonado (o precisamente por eso), emana una energía y una magia especial, muy difícil de explicar. Sí, el casino de Constantza tiene una fuera proveniente, supongo, de su pasado de lujo, de hospital, de restaurante. De mil y una historias vividas entre sus paredes, de mil y un momentos históricos contemplados desde su interior.
Podría haber pasado horas fotografiándolo, contemplando sus detalles, viendo como las sombras de la noche empezaban a cubrirlo, pero cuando paseas en compañía, a veces hay que sacrificar momentos.
Mañana, después de la reunión, partiremos hacia Bucarest. Creo que me pierdo todo de esta ciudad, que lo dejo todo por ver. Qué lástima y qué frustración. En teoría, en febrero-marzo tenía que volver a esta ciudad, pero no va a ser así. En fin… Qué breves son los momentos de felicidad.
En la foto, el casino de Constantza (Rumanía), esta misma tarde.
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