La primera ver que vi este libro y me llamó la atención, no me lo compré. Hacía poco que me había leído un libro relacionado con el Japón y no me parecía el momento de reincidir en el tema. Sin embargo, poco después lo volví a ver y decidí que no era cuestión de ignorar su llamada.
Curiosamente, presenta una estructura muy similar al que me leí justo antes: está contando a varias voces y en varios tiempos. Por un lado, narra la historia de Kazuo, un niño holandés, huérfano de padres y adoptado por un médico japonés en el Nagasaki pre-bomba atómica, su adoración por Junko una niña japonesa y como la guerra y la bomba cambian toda su vida. Y por otro, narra la historia actual de Emilian un arquitecto defensor de la energía atómica y ve como su proyecto de creación de una isla energéticamente autosuficiente se ve frustrado en el último momento, a la vez que conoce a una fascinante japonesa, Mei. Ambas historias están relacionadas por la propia Mei: su abuela es Junko, aquella niña que enamoró al joven holandés y que ahora, anciana y muy enferma, quiere intentar averiguar qué pasó con aquel muchacho.
Es una historia muy amena, interesante y que relata de manera clara unos hechos históricos tan dolorosos como aparentemente lejanos. No me gustan las novelas históricas, la historia en general no me interesaba demasiado en mi época de estudiante, pero me gustan las novelas con trasfondo histórico, que integran la historia que cuentan en la Historia (así, con mayúsculas). Me gustan porque despiertan mi curiosidad y me descubro a mi misma navegando por Internet y releyendo pasajes históricos que estudié en mi adolescencia y que tengo ya olvidados. Me encanta. Y me encanta cuando están bien enlazados con la historia (en minúscula), cuando ésta te engancha y tienes ganas de saber más y más, como en el caso de este libro. Muy recomendable.
Flores blancas de cerezo.
ResponderEliminarAmanece.
Ha llegado el momento.
Buson
Genial.
ResponderEliminar:)