sábado, 9 de febrero de 2013

Contradicciones

Normalmente, lo que quieres hacer y lo que tienes que hacer se contradicen.

Por ejemplo, yo este fin de semana quería irme a pasarlo a un refugio cerca del mar con amigos. Pero tengo una lista de 15 “deberes” laborales que tengo que dejar listos antes del miércoles. O, mejor, del lunes.

A mi pesar, me he despertado (involuntariamente) temprano esta mañana, aún sintiéndome algo idiota por renunciar a un fin de semana de diversión y amistad por unas responsabilidades laborales que, en realidad, son más que laborales, extra-laborales diría yo. De esas que me gusta hacer y que me enganchan de vez en cuando, por voluntad más o menos propia. Como decía, me sentía aún un tanto idiota y con ganas de salir corriendo hacia el norte de la isla (a pesar del frío, del viento y las nubes) cuando he cometido la tontería de revisar el correo del trabajo. Y allí estaba. Un mensaje del jefe:

“Nisi, deberías revisar este informe antes del lunes por la mañana”.
¡Antes del lunes por la mañana!

Y se me ha ido un poco la idiotez, pensando que he hecho bien en quedarme, que tengo que dejar la lista de 15 (+1) deberes listos. Y que tengo que hacer además deberes de inglés (redacción incluida) para el martes.

Y aquí estoy, en un sábado frío de febrero, avanzando en la lista de deberes.

Se hará largo, este fin de semana.

Pero, entre tanto, voy haciendo algunas otras cosas para relajarme y positivizarme (he estado algo negativa esta semana). Como acabar el gorrito de la foto (con pompones incluidos), que me parece bastante mono, pero que no me queda demasiado bien. Serán los colores. (Otra contradicción para el fin de semana). O volver a mi proyecto falda, después de haber conseguido (¡¡sí!!) más lana que se me estaba acabando. O descubriendo el placer de volver a pintar, más bien colorear, del que ya hablaré por aquí otro día.

Hoy mi sábado, mi fin de semana, está lleno de contradicciones. Pero tal vez ahí esté la fuente de nuestras energías.

¡Feliz Sábado!

jueves, 7 de febrero de 2013

Hoy, sólo música

Lo nuevo de Delafé y las Flores Azules, "De ti sin mí".



Y su versión alternativa, "De mi sin tí".



Me quedo con la segunda. Sin duda.

Si te vas, porque creo que lo harás, volverá la tristeza con la misma energía que llegó desde el este tu luz a mi vida, aquella mañana tranquila.

martes, 5 de febrero de 2013

Una de fútbol

Hoy es martes, pero es un martes peor que lunes. El mundo ahí fuera apesta, pero mucho, mucho. Así que me parece un día perfecto para frivolizar. He descubierto que me gustan las frivolidades. Disfruté tanto, tanto, escribiendo sobre Aiden que me he crecido y he decidido seguir siendo superficial. Al menos de vez en cuando.

Hace unos cuantos días, viendo en las noticias el resumen del Balón de Oro (un premio de esos que dan a futbolistas para que les suba el ego, porque no sé sino para qué sirven), descubrí a este señor:


Y pensé “¡madre mía!”. No sabía quién era (soy una inculta futbolera, sí, ¿y qué?) pero pensé “¡madre mía!”. Luego ya me dediqué a buscar si nombre (Fabio Cannavaro) y así descubrí que es un exfutbolista italiano que jugó en el Real Madrid. Lo dicho, inculta futbolera.

En cualquier caso, ese encuentro con Mr. Sonrisa, me hizo darme cuenta de una realidad: hay futbolistas guapos. Y no sólo hay futbolistas guapos: hay futbolistas que, sean guapos o feos, encuentro interesantes. Así que pensé: voy a hacer una lista de mis futbolistas favoritos. No porque sean magníficos jugadores (que deben serlo, pero de eso no entiendo), sino porque por algún motivo, me parecen interesantes. Insisto, no todos deben ser guapos, pero a mí me parecen interesantes, por algún motivo.

A Cannavaro lo dejo fuera de la lista: ya no es futbolista y viendo fotos de su época como tal, sé que no me hubiera gustado (está mejor con pelo). Es uno de esos tipos que mejoran con los años. [Nota mental: Otro día haré una lista de tipos que mejoran con los años].

Y que quede claro que, en general, los futbolistas me parecen creídos, chulos y tontos, pero repito, estamos hablando de frivolidades. Así que todo eso lo ignoraremos. Al menos en este post.

Mi número seis es Karim Benzema, del Real Madrid. Yo no diría que es guapo estrictamente (de hecho, me ha costado mucho encontrar una foto suya en la que no me pareciera feo), pero tiene algo que lo hace interesante. Al menos a mí. No sé si es que me recuerda a alguien o que tiene cara de bueno, pero tiene un no-sé-qué que se hace merecedor de estar en esta lista. Me lo llevaría de excursión por la montaña, a hacer rafting, parapente o alguno de esos deportes extraños que yo creo que no son deportes, pero deben molar.



Mi número cinco es Ibrahim Afellay, del FC Schalke 04, que por lo visto es un equipo alemán (aunque yo lo conozco de su época en el FC Barcelona). Es mono, monísimo. Es tan mono que me siento culpable de poner a alguien tan joven en esta lista; aunque no es que sea tan joven, pero es tan mono, que parece muy joven. Lo dicho, es monísimo. Me pega estupendamente para ir una tarde al cine, a tomar un café en un local súper mono y charlar toda la tarde. Seguramente le quedan genial los jerséis de cuello alto.





Mi número cuatro es Roberto Soldado, del Valencia CF. Éste tampoco es un guapo estricto, sino el típico tío con cara de chico malo que nos gusta. Bueno, que me gusta. Es fuerte, interesante y seguro que es estupendo para irte de cañas y de fiesta, y más cañas y más fiesta y lo que se tercie.





 Mi número tres es David Beckham, del París Saint-Germain. Guapo, guapo. Y él lo sabe. Otro tipo que mejora con la edad. Tiene pinta de buen padre, a pesar de la esposa que tiene. Encima, tenía intención de donar su sueldo en el equipo por el que acaba de fichar, pero por lo visto no puede. Estupendo para llevártelo con sus niños y los tuyos (si los tienes) al parque o de excursión al campo.



Mi número dos es Juan Mata, del Chelsea FC. Mata es mono, pero también es guapo. Es interesante, sexy y sé que sin barbita no sería ni tan interesante ni tan sexy. Con Mata me iría a pasar un día de playa, pasear, nadar, tomar el sol, pasear, nadar, tomar el sol y volver a empezar. Lástima que en la playa no se lleven los jerséis de cuello alto, porque seguro que le quedan estupendos.



Mi número uno es, sin ninguna duda, Xavi Hernández, del FC Barcelona. Me encanta. Me lo llevaría de cañas. Y de copas. Y de vacaciones. Y de cena. Y de comida. Y de paseo. Y de fiesta. Y a la playa. Y al parque con los niños. Y de viaje. Y más cosas que no puedo decir aquí, porque este blog es para todos los púbicos. Y hasta me lo llevaría a comer un domingo a casa de mis padres. Lo peor de todo es que a ellos les encantaría.


Y con esto y un bizcocho, hasta la próxima entrega de yo y mis frivolidades.

domingo, 3 de febrero de 2013

Scones

Mi primer intento de scones, en una tranquila mañana dominical de febrero.

Probablemente mejorables, pero perfectamente comestibles.

¡Feliz domingo!

sábado, 2 de febrero de 2013

Huerto en invierno

 Estos días de invierno, en mi huerto urbano…

… las hojas de las zanahorias están densas y luminosas y ya se vislumbran los primeros tonos de naranja en sus raíces.

… algunas de los pequeños fresales han empezado a echar algunas florecitas precoces que, aunque difícilmente acabarán en fresas, se preparan ya para lucir todo su potencial primaveral.

… la orquídea está reviviendo, con promesas de nuevas flores cuyo color apenas recuerdo.

… los ginkgos están más tristes que nunca, perdiendo poco a poco sus hojas tal y como manda la naturaleza para estos arbolitos caducifolios.

Así está, en estos días de invierno, mi huerto urbano.







miércoles, 30 de enero de 2013

¡Y que cumplas muchos más!

Hoy mi hermana la gafapasta cumple años. No diré cuántos, por si se enfada. Sólo diré que cumple más que yo. Qué diablos, es mi blog y escribo lo que quiero: hoy mi hermana la gafapasta cumple 38 tacos. Y, como veis en la foto de al lado, ella misma se ha ocupado de recordármelo, marcando el calendario adecuadamente.

Hoy mi hermana gafapasta cumple años y este no va a ser una descripción maravillosa de amor fraternal. Porque ella sabe que la quiero y por eso no hace falta que la halague. Porque es un trasto, me saca de quicio siempre y nos hemos peleado mil veces de niñas, pero también es una buena amiga. Porque cuando hay confianza da asco, así que puedo contar todo esto y sé que no se enfadará (o sí).

La principal característica de mi hermana es que es Acuario. Los Acuario se caracterizan por una cosa: viven en su propio mundo, Acuarilandia. Con los años y al haber conocido a muchos más Acuarios, he llegado a la conclusión de que no existe un único Acuarilandia: cada Acuario vive en su propio mundo, su propio Acuarilandia. Sí, puede haber varios Acuarilandias parecidos, pero cada uno tiene el suyo propio. Eso no quita que de vez en cuando viajen de Acuarilandia al mundo real e interaccionen con el resto de humanos pero, en general, viven en Acuarilandia. El mundo de mi hermana es un mundo en el que suena música de ball de bot, todo el mundo es bueno, hay muchos libros, de los grifos sale té, los móviles no se rompen aunque les pases el coche por encima y el color rosa está prohibido.

Otra de sus características es la sinceridad, la sinceridad más absoluta. Eso, aunque parezca lo contrario, es una putada. Porque si algo no le gusta, te lo dice. Así, a la cara. Aunque sea el más maravilloso regalo que llevas semanas planeando. Lo abre, lo mira, pone cara de asco y le preguntas:

- ¿No te gusta?
 - No. – y se queda tan pancha.

Por eso yo no me arriesgo y mis regalos de este cumpleaños van a lo seguro: este conjunto de cuello y gorro hechos por mí, una cosa que ella me ha pedido y otra que no me ha pedido pero que sé que le encantará. Sin sorpresas, a lo seguro. Aunque, bien pensado, a ella le encantan las sorpresas. Y le encanta sorprender a la gente. Lo que pasa que los que la queremos ya no la sorprendemos: nos da miedo por su sinceridad, así que dejamos que sea ella la que nos sorprenda.

- Nisi, no hagas planes para la noche de mi cumple. Vamos a ir a cenar a un sitio. A un sitio muy, muy guay; donde hay que reservar antes porque es muy, muy difícil conseguir sitio y alguien no podrá beber porque hay que conducir.
 - ¿Ah, sí? –pongo cara de inocente.
 - Sííí. ¡No lo averiguarás nunca!
 - Seguro que no… –parpadeo más inocente que Bambi y pienso “nos va a llevar aquí”. Y sé que acertaré.

Su aplastante sinceridad implica otra cosa: es incapaz de mentir. Perdón, no es incapaz, miente, pero no sabe hacerlo. Se le ve el plumero. Abre más los ojos de lo normal, balbucea y dice cosas inconexas. Eso, a los 38, no es un gran problema, porque para qué mentir a estas edades. De adolescente y jovencita, era una putada. Llegaba a casa contando unas historias que se veían a leguas que eran trolas. Los padres, oh, los santos padres, debían hacer como que se lo creían. Pero a mí no me cuela ni una. Yo la conozco. Y yo sí que sé mentir (que no hermana, que no sé dónde nos vas a llevar esta noche, de verdad que no).

Una de las características que no tiene mi hermana la gafapasta es la empatía. Cuando la repartieron, ella debía estar en Acuarilandia. Tiene la misma empatía que una patata frita. Le cuentas tu vida, una cosa terrible de tu vida y tiene la asombrosa capacidad de ridiculizarla hasta el mínimo, contrastándola con alguna cosa que le ha pasado a ella que es, según su punto de vista, un millón de veces peor que lo tuyo:

- Hermana gafapasta, me he partido una pierna, me ha dejado el novio y una moto ha atropellado a mi perro.
 - Ay, ¿sí? Pues mira, a mí me ha salido una cana.
 - Ya pero mira, tengo la pierna rota…
 - Bah, eso no es nada, mira que cana más fea tengo yo.
- Que me ha dejado el novio, por una bailarina de striptease.
- Bah, no me caía bien. ¡Mira mi cana!
- ¡¡¡Que una moto ha atropellado a mi perro!!! ¡¡¡Ha muerto en mis brazos!!!
- Ya, ya, qué pena. Pero, puaj, qué asco. Oye, déjame de contarme tu vida y hazme un poco de caso, ¿eh? Que mira qué cana me ha salido…

Esa falta de empatía le provoca dos cosas. La primera, la capacidad de abstraerse de una conversación. Le estás contando algo y, por muy importante que sea, si no le interesa, se pone a mirar por encima del hombro y desconecta. Y, debido a su ya mencionada sinceridad, lo admite.

- Pues iba yo toda borracha y se me cruza una ancianita y ¡zas, en toda la boca!, la atropello… ¿Crees que me van a detener?
- ¿Perdona?
- Que si me van a detener.
- Mira, es que no te estaba escuchando.
- Joer, ¡que he atropellado a una ancianita!
- Ya, pero es que no me interesa.

Lo segundo es que aunque ella no tiene empatía, cree que todo el mundo está en su mente. No sé por qué, pero está empeñada en que conozco a todo el mundo que ella conoce. Y eso provoca conversaciones como éstas:

- ¡Nisi! ¡Pepita ha tenido ya el niño!
- No conozco a Pepita.
- Que sí, que la conoces.
- Que no.
- Que sí. Es la hermana de Fulanito.
- No sé quién es fulanito.
- Que sí, ¿te acuerdas aquel día hace tres años que íbamos paseando por la calle y nos pitó un coche?
- No.
- Que sí, un coche rojo. Pues el que iba en el asiento trasero es Fulanito. Y Pepita es su hermana.

Total, que mi hermana es una Acuariana anti-empatía pero con encanto. Ah, no lo he dicho, pero es mi hermana favorita. Igual tiene que ver que es mi única hermana. Así que le deseo lo mejor, para hoy y para siempre.

¡¡Feliz cumple, sis!!

martes, 29 de enero de 2013

“Aleta” de Christopher Moore

Este es el primer libro en papel que me compré después de tener el libro electrónico. Estaba yo tan feliz en el aeropuerto, de camino a Croacia, orgullosa de llevar mi libro electrónico que abulta y pesa taaaan poco, cuando de repente lo vi y dije “Lo tengo que comprar”. Y lo compré, claro. Así que viajé con mi hermoso libro electrónico y con un hermoso libro de papel recién comprado que ocupa (y pesa) cuatro veces más que el anterior.

Me llamó la atención la portada, la ballena y que hablara sobre científicos marinos estudiando ballenas, así que fue inevitable comprarlo [*]. Luego me di cuenta que la cola de la ballena de la portada lleva escrito “Que te den” y me dejó un poco desconcertada. Y más tarde, leí que el autor escribe con mucho sentido del humor y es muy gracioso y blablablá, así que realmente no sabía a lo que me enfrentaba.

La novela trata de un científico que estudia las ballenas, tratando de averiguar por qué cantan las ballenas jorobadas, cuál es la finalidad de su canto. Es una novela extraña. La primera parte mezcla la realidad de lo que es la investigación científica y el amor a la naturaleza con personajes, situaciones e historias divertidas, surrealistas, incluso algo absurdas. Un buen día, el protagonista cree ver en la cola de la ballena las palabras que aparecen en portada “Que te den”. Hasta aquí la historia es curiosa, entretenida; pero en el momento que una ballena se come al protagonista… Bueno, aquí la cosa ya se desmadra. Lo que parecía una novela de humor más o menos logrado y casi de divulgación científica, se convierte en una historia de ciencia ficción, también divertida, sí, pero saltando de lo absurdo a lo cruel y, digamos, profundo sin apenas parpadear. A ratos la novela me ha recordado a “Solaris” de Stanisław Lem, aunque sin llegar a su dureza y claustrofobia, pero sí a algunas de sus mismas reflexiones sobre qué es la vida, el poder de la mente y la posible existencia de criaturas (o entes) inimaginables (o casi) para nosotros, además de la lucha entre genes y memes

La historia está bien, me ha resultado bastante entretenida, pero no me esperaba que fuera así y eso me confunde. Además, tiene algunos errores de traducción tan obvios que me hacían chirriar los dientes, como traducir “sperm wales” por “ballenas de esperma” cuando en realidad debería ser “cachalotes”. Joer, no hay que ser biólogo para saber eso, basta ir a wikipedia. También algunas de las bromas, chistes y ocurrencias me han hecho bastante gracia. Otras sencillamente eran tan absurdas y fuera de lugar que sobraban. Me ha confundido un poco esta novela: no sé si es de divulgación, de humor o de ciencia ficción. Intenta ser un poco de todo y a ratos lo consigue, pero le fallan algunas cosas para acabar de ser una historia más redonda y que enganche. Resumiendo: pasable.

[*] Eso es una cosa que echo de menos en el libro electrónico: las portadas. Y ojearlos. Saber lo largos que son por el volumen, no por el número de páginas con el que nunca te haces una idea clara de lo gordos que serían si fueran de papel. Y la textura del papel. Pero bueno, tienen otras ventajas los libros electrónicos, ¡claro!