Hace unos meses, un día decidí que quería aprender a coser con máquina de coser. Mi madre tiene una y sabe, así que me dio un par de lecciones y pasé un buen rato dándole al pedal (eléctrico). Desde entonces, tenía ganas de hacer algo, algún proyecto de novata total, para perderle el miedo a la máquina. Así que cuando vi en el blog de Miso un gorrito, me pareció el proyecto ideal: hecho con telas recicladas, sencillo y útil. Yo soy muy de gorrito en la playa y aunque tengo un sombrero maravilloso que me encanta, también tengo un gorro (bueno, dos) de este estilo que me gusta.
Así que ahí me puse, con un pantalón viejo de mi hermana la gafapasta y una camiseta vieja mía (que tenía ya agujeros, pero me daba pena tirar), me lancé a la aventura siguiendo el patrón. Y gracias a la inestimable ayuda de mi madre (el que ideó cómo poner el hilo en una máquina de coser supongo que estará ardiendo en el infierno, qué complicación), en unas pocas horas conseguí este gorro reversible.
¡Tachán!
Tiene fallos, mucho. El primero la elección de la tela: es muy fina, de
camiseta barata, pero es taaaan bonita que no la podía tirar. Además, es
un gorro de prueba y, para ser mi primer proyecto con la máquina de
coser, ha salido medianamente decente. Sólo usé una pernera de un
vaquero. Tengo tres perneras más que aprovechar, así que creo que habrá
más gorritos. Eso sí, dentro de un tiempo, que coser a máquina es
agotador y necesito un descanso. Jeje.
Ayer ya lo estrené en la playa. Día de cielos grises y mares verdes.
Y como es jueves, ¡me voy a RUMS!
jueves, 21 de agosto de 2014
martes, 19 de agosto de 2014
Películas en vacaciones
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“Cómo entrenar a tu dragón” de Dean DeBlois y Chris Sanders es una película de animación de la que sabía bastante poco, así que la vi sin saber de qué iba. Es la historia de un pueblo vikingo que vive en constante temor por ser atacado por dragones. Su protagonista es un jovencito que debe entrenarse para matar dragones y su encuentro con el dragón más temible de todos que hará que todo cambie. Me lo pasé genial viendo la peli. Entretenida, divertida, amena. Ahora hacen en el cine la segunda parte, no creo que vaya a verla, pero sí que la veré en algún momento del futuro.
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lunes, 18 de agosto de 2014
"La delicadeza" de David Foenkinos
Compré este libro porque leí en algún sitio que era delicioso. Un tiempo después, Carmen J. utilizó el mismo adjetivo para definirlo y escribió una reseña que me impulsó a ponerlo en el listado que hice por Sant Jordi de este año sobre los libros que quería leer este año (lista que, dicho sea de paso, no llevo del todo mal). Y ahora, aprovechando que estoy leyendo más en papel porque no estoy de viaje, lo he leído.
Cuando llevaba unas pocas páginas, busqué por internet una foto de la portada para ponerla en el blog y fue entonces cuando descubrí que hay una película basada en él, dirigida por el mismo autor del libro y protagonizada por Audrey Tautou. Pero lo sorprendente no es que no supiera que había una película (sí que lo sabía, sale en la contraportada del libro) sino que yo esa película ya la he visto. Concretamente hace dos veranos. Y no es que no la recordara, simplemente la había borrado de mi mente. Intentando recordar fue una película que no me dejó muy buen sabor de boca y, leyendo la reseña que entonces hice, confirmé esos recuerdos. Escribí (textualmente) “no acaba de ser ni una comedia, ni un drama y tiene algún momento que parece que casi se acerca a un lirismo casi irreal, pero no llega a ser ni suficientemente lírica, ni suficientemente irreal, pero tampoco suficientemente real”. Debo admitir, como admití entonces, que cuando la vi estaba enfadada con el mundo en general y con el amor en particular, así que probablemente era la película menos adecuada para ver con mi estado de ánimo.
Así que, después de esto, me enfrenté a la novela con ciertos prejuicios. Por un lado, todo el mundo decía que era una historia deliciosa. Por otro, le tenía cierta tirria por haber visto la película basada en ella en el peor de los momentos. Incluso pensé en no leerla, pero me dejé de tonterías y me la leí. Y sí, es ciertamente una novela deliciosa, que sé que hubiera disfrutado mucho más de no haber visto antes la película, porque ya sabía lo que iba a pasar. Eso no quita el punto lírico que sí que he viso ahora en la historia y que creo yo que en la película no vi por mi cabreo personal.
Ésta es, pues, la historia de una mujer que pierde a su marido y de cómo va superando esa pérdida, cómo encuentra la ilusión cuando cree que la vida ya no la puede ilusionar. Una historia muy sencilla, simple, contada de manera elegante, a veces hasta sutil, a ratos trágica pero también divertida. Una historia redonda, rápida de leer, que te instala una sonrisa en los labios y te hace sonreír. Muy recomendable. Y la película también, aunque en su día no fui capaz de apreciarla.
Cuando llevaba unas pocas páginas, busqué por internet una foto de la portada para ponerla en el blog y fue entonces cuando descubrí que hay una película basada en él, dirigida por el mismo autor del libro y protagonizada por Audrey Tautou. Pero lo sorprendente no es que no supiera que había una película (sí que lo sabía, sale en la contraportada del libro) sino que yo esa película ya la he visto. Concretamente hace dos veranos. Y no es que no la recordara, simplemente la había borrado de mi mente. Intentando recordar fue una película que no me dejó muy buen sabor de boca y, leyendo la reseña que entonces hice, confirmé esos recuerdos. Escribí (textualmente) “no acaba de ser ni una comedia, ni un drama y tiene algún momento que parece que casi se acerca a un lirismo casi irreal, pero no llega a ser ni suficientemente lírica, ni suficientemente irreal, pero tampoco suficientemente real”. Debo admitir, como admití entonces, que cuando la vi estaba enfadada con el mundo en general y con el amor en particular, así que probablemente era la película menos adecuada para ver con mi estado de ánimo.
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Ésta es, pues, la historia de una mujer que pierde a su marido y de cómo va superando esa pérdida, cómo encuentra la ilusión cuando cree que la vida ya no la puede ilusionar. Una historia muy sencilla, simple, contada de manera elegante, a veces hasta sutil, a ratos trágica pero también divertida. Una historia redonda, rápida de leer, que te instala una sonrisa en los labios y te hace sonreír. Muy recomendable. Y la película también, aunque en su día no fui capaz de apreciarla.
sábado, 16 de agosto de 2014
Un poco de música
Es curioso lo importante que es la música en mi vida y lo poco que queda reflejada en este blog. Será que mi yo 2.0 no es tan musical como mi yo 1.0 o, simplemente, que tengo la música tan instalada en mi cotidianidad que no pienso en ella como elemento potencialmente narrable. Sea lo que sea, hoy voy a hablar de dos conciertos en los que he estado, uno hace sólo unos días, el otro hace ya varios meses.
Uno de los lugares más emblemáticos de mi ciudad es el Castillo de Bellver y, aunque es un lugar al que llevas siempre a las visitas que vienen de
fuera, admito que no voy allí de manera frecuente. Y eso que cuenta con
una de las vistas más impresionantes de la ciudad. En verano, es un
lugar increíble donde suele haber conciertos, como ya descubrí hace unos
años. Pues allí fui hace unos días, a un concierto del grupo O Sister! O Sister! es un grupo sevillano que homenajea la música popular americana de los años 20 y 30, de las épocas doradas del dixie y del swing. Los vi el día anterior en una actuación gratuita, pero aunque les presté bastante atención, ese día estaba más ocupada de bailar (y sobre todo de intentar que no se me parara el corazón con tanto swing y tanto baile). El concierto en el castillo fue maravilloso, entretenido, ameno, divertido y muy bonito. Me parece un grupo muy chulo, con una vestimenta muy cuidada y adecuada a la música. Vale la pena escucharlos y su directo es muy recomendable. Aquí podéis escuchar su música. Y como colofón final del concierto, dos amigos salieron a bailar una canción con ellos. Todo un lujazo.
El otro concierto del que quería hablar fue ya hace unos (cuantos, muchos) meses. Fue en otro lugar maravilloso, el Teatre Mar i Terra, rehabilitado hace unos años. Allí fui a un concierto de Poomse, una banda mallorquina de rock con un toque melancólico que me encanta. Los descubrí en el mismo concierto y me llevé su último álbum a casa, porque es un tipo de música que me resulta muy inspiradora. De hecho, el concierto me resultó tremendamente inspirador, si hubiera tenido allí papel y boli me lo hubiera pasado escribiendo y, de hecho, el concierto fue el catalizador que me ayudó, por fin, a echar fuera algo que hacía ya tiempo que rondaba mi cabeza y con lo que ya había emborronado algún documento de texto (concretamente esto). Aquí podéis escuchar su música y dejo también un vídeo del concierto en el que estuve (¡en marzo! Ya decía yo que hacía mucho tiempo…).
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miércoles, 13 de agosto de 2014
Huerto en verano
Hace mucho que no escribo sobre mis plantas, lo que no quiere decir que me haya olvidado de ellas. Bueno, algunos días sí, pobres, con el calor que hace…
No ha sido éste un año especialmente esplendoroso en tomates. Sí, he tenido (tengo aún) muchas plantas, sí, han salido muchos tomates, pero son pequeños, muchos de ellos no parecen querer madurar y, aunque algunos han sido deliciosos, otros han sido muy fibrosos.
De pimientos sólo he tenido una planta y alguno (bueno, uno) ha salido bastante grande, otro no está mal y hay aún dos que están creciendo.
Las fucsias siguen dando flores, pocas, muy pocas, pero son tan, tan, tan bonitas que con que haya una ya me basta.
El fresal ha dado algunas (muy sabrosas) fresas y últimamente crece a un ritmo muy alegre. Incluso ya se está reproduciendo y tiene unos cuantos estolones, que estoy intentando que enraícen en plantas nuevas.
Los tres pequeños cactus que re-adopté de mi maravilloso (y ya desaparecido) cactus gigante van viento en popa. No estaba muy segura de su supervivencia, pero tienen un aspecto maravilloso.
El aloe vera ha sufrido una terrible planga de cochinillas, igual que los mini-claveles. El aloe, tras una limpieza en profundidad y pasar una temporada en la UCI, parece que está libre de la plaga. Los mini-claveles también, aunque en este caso el método de cura fue una poda intensa (pobrecillo). Parece que ahora salen nuevos brotes.
He conseguido averiguar qué le pasaba a una hoja de la orquídea, que tenía una fea mancha negra. Lo averigüé cuando la misma mancha apareció en otra hoja, en una nueva y sana. No es una mancha: es una quemadura. Es lo que pasa cuando tienes la orquídea en la cocina, peligrosamente cerca del tostador. Tengo que tener más cuidado.
El resto, bien, gracias.
No ha sido éste un año especialmente esplendoroso en tomates. Sí, he tenido (tengo aún) muchas plantas, sí, han salido muchos tomates, pero son pequeños, muchos de ellos no parecen querer madurar y, aunque algunos han sido deliciosos, otros han sido muy fibrosos.
De pimientos sólo he tenido una planta y alguno (bueno, uno) ha salido bastante grande, otro no está mal y hay aún dos que están creciendo.
Las fucsias siguen dando flores, pocas, muy pocas, pero son tan, tan, tan bonitas que con que haya una ya me basta.
El fresal ha dado algunas (muy sabrosas) fresas y últimamente crece a un ritmo muy alegre. Incluso ya se está reproduciendo y tiene unos cuantos estolones, que estoy intentando que enraícen en plantas nuevas.
Los tres pequeños cactus que re-adopté de mi maravilloso (y ya desaparecido) cactus gigante van viento en popa. No estaba muy segura de su supervivencia, pero tienen un aspecto maravilloso.
El aloe vera ha sufrido una terrible planga de cochinillas, igual que los mini-claveles. El aloe, tras una limpieza en profundidad y pasar una temporada en la UCI, parece que está libre de la plaga. Los mini-claveles también, aunque en este caso el método de cura fue una poda intensa (pobrecillo). Parece que ahora salen nuevos brotes.
He conseguido averiguar qué le pasaba a una hoja de la orquídea, que tenía una fea mancha negra. Lo averigüé cuando la misma mancha apareció en otra hoja, en una nueva y sana. No es una mancha: es una quemadura. Es lo que pasa cuando tienes la orquídea en la cocina, peligrosamente cerca del tostador. Tengo que tener más cuidado.
El resto, bien, gracias.
lunes, 11 de agosto de 2014
Harry Potter belga
Llevo bastante retraso en mi idea de colgar por aquí todos los ejemplares de mi colección de Harry Potter internacionales. Así que, no nos durmamos en los laureles y vamos a lo que vamos.
Compré la edición en neerlandés del libro en mi primer viaje a Bruselas y, concretamente, en mi primera visita a Brujas. Es otra de esas ediciones de las que no recuerdo nada de la librería en la que lo compré. Sí que recuerdo que, en aquel primer viaje a Bruselas, me quedé un par de días más para conocer la ciudad y alrededores y, en uno de esos días, fui a Brujas (allí volvería tres años después, pero en compañía). Y allí compré el libro cuya portada no he visto, de momento, en ninguna otra edición.
Harry Potter en de Steen der Wijzen.
Brugge (Brujas), Bélgica. Octubre 2011.
Compré la edición en neerlandés del libro en mi primer viaje a Bruselas y, concretamente, en mi primera visita a Brujas. Es otra de esas ediciones de las que no recuerdo nada de la librería en la que lo compré. Sí que recuerdo que, en aquel primer viaje a Bruselas, me quedé un par de días más para conocer la ciudad y alrededores y, en uno de esos días, fui a Brujas (allí volvería tres años después, pero en compañía). Y allí compré el libro cuya portada no he visto, de momento, en ninguna otra edición.
Harry Potter en de Steen der Wijzen.
Brugge (Brujas), Bélgica. Octubre 2011.
domingo, 10 de agosto de 2014
ArtNit
Viernes noche. (El de la semana pasada, ay, ¡qué rápido pasan los días en verano!).
Pueblo perdido en mitad de la isla, al que hace años emigró mi hermana la gafapasta.
Noche de arte (ArtNit la llaman). Una cita ya ineludible en nuestras noches veraniegas.
Pinchos, vinos, pasear por las calles y entrar en casas y locales que se convierten, por unas horas, en galerías de arte.
Encontrar las medusas progenitoras de la que decora mi salón.
El indescriptible show de Cibersheep.
Bichitos que tienen poco de seres vivos.
Imaginación con la arqueología futurista.
Y, tras la medianoche, fiesta en la plaza.
Primero, Vivian Caoba.
Después, dos djs pinchando música mientras un artista dibuja trazos y palabras en un cuaderno, que son como sueños proyectados en pantalla grande. Qué belleza, cuántas verdades, verdades como puños.
Y, de repente, suena esta canción, “Maria” de Blondie.
Pueblo perdido en mitad de la isla, al que hace años emigró mi hermana la gafapasta.
Noche de arte (ArtNit la llaman). Una cita ya ineludible en nuestras noches veraniegas.
Pinchos, vinos, pasear por las calles y entrar en casas y locales que se convierten, por unas horas, en galerías de arte.
Encontrar las medusas progenitoras de la que decora mi salón.
El indescriptible show de Cibersheep.
Bichitos que tienen poco de seres vivos.
Imaginación con la arqueología futurista.
Y, tras la medianoche, fiesta en la plaza.
Primero, Vivian Caoba.
Después, dos djs pinchando música mientras un artista dibuja trazos y palabras en un cuaderno, que son como sueños proyectados en pantalla grande. Qué belleza, cuántas verdades, verdades como puños.
Y, de repente, suena esta canción, “Maria” de Blondie.
Me encanta.
Y en esa noche divertida, un poco loca, en la que me acuerdo mucho de una persona y bastante de otra (en ambos casos, demasiado), me viene a la cabeza la última noche en Creta, hace casi ya 6 (glups) años. Ahora que lo pienso, no fue la última noche, pero sí la última noche de fiesta. En un coche rojo de alquiler, despidiéndome de mi vecino, sonaba esta canción y le conté que a partir de ella, escribí toda una historia. Bueno, aún no estaba (ni está) acabada, pero sí está en mi mente. Y allí, en la plaza del pueblo de mi hermana gafapasta, rodeada de amigos, arte y con algo de alcohol corriendo por mis venas me juré a mí misma que escribiría más, que acabaría todas esas historias que tengo a medio contar, que ya basta de dejar cosas a medias.
La de tonterías que el alcohol te hace prometer.
Y en esa noche divertida, un poco loca, en la que me acuerdo mucho de una persona y bastante de otra (en ambos casos, demasiado), me viene a la cabeza la última noche en Creta, hace casi ya 6 (glups) años. Ahora que lo pienso, no fue la última noche, pero sí la última noche de fiesta. En un coche rojo de alquiler, despidiéndome de mi vecino, sonaba esta canción y le conté que a partir de ella, escribí toda una historia. Bueno, aún no estaba (ni está) acabada, pero sí está en mi mente. Y allí, en la plaza del pueblo de mi hermana gafapasta, rodeada de amigos, arte y con algo de alcohol corriendo por mis venas me juré a mí misma que escribiría más, que acabaría todas esas historias que tengo a medio contar, que ya basta de dejar cosas a medias.
La de tonterías que el alcohol te hace prometer.
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