martes, 26 de abril de 2016

Delfines a proa

Llevo ya dos días en el mar (hoy es el tercero) y mi vida loca de los últimos tiempos me ha impedido sentarme a reflejar adecuadamente lo que ha pasado desde mi viaje a la isla del viento. Visita relámpago a Roma (ah, de eso tengo que escribir), fiestón de cumpleaños de una bloguera-oveja-rizosa en Torremolinos y hacia el mar.

Y, curiosamente, repaso las entradas del blog de los últimos años y, glups, igual no cuento nada porque ya lo he contado todo. O mejor dicho, lo que estoy viviendo ya lo he contado.

Por ejemplo, quería haber contado que me iba al Primer Festival de Primavera de la temporada (y ya estoy en él). Gone fishing. Pero eso ya lo conté. Hace exactamente dos años y dos días.

Y ayer (antes de quedarme sin cobertura) quería haber contado que era el segundo día en el mar y que los delfines nos habían sorprendido en la proa, al atardecer. Pero eso ya lo conté también. Hace exactamente un año y dos días. No hemos tenido niebla, ni huevos al nido para cenar. Pero algunas cosas se repiten, hasta tengo los mismos turnos de comida que el año pasado.

Fue un poco confuso, descubrir esta repetición de situaciones, de recuerdos. Estaba yo tan emocionada después de ver delfines saltando a nuestro alrededor durante un atardecer espectacular (lo son siempre, los atardeceres en el mar) que esta repetición en mi vida me desinfló un poco.

Pero no nos desilusionemos. Las situaciones se repiten, pero no son iguales. No tengo el mismo camarote, no dedico mi tiempo libre a las mismas cosas y hasta tenemos un par de acuarios en los que disfrutar de las maravillas marinas desde otro punto de vista. Como la de la foto, Alcyonum palmatum, la mano de muerto, un cnidario que no solemos ver así, en todo su esplendor.

Esperemos que continúe la buena mar. Y los avistamientos de delfines.

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