martes, 3 de junio de 2014

Comer

En una campaña científica a bordo de un barco, todo gira alrededor de la comida. Sentarse a la mesa es el acontecimiento más importante del día.

El desayuno es un momento más tranquilo, cada uno va cuando quiere dentro de un horario establecido. Estamos los más madrugadores, que nos encontramos desayunando poco antes de las siete y media y la gente que va más tarde, siempre que el trabajo lo permite.

La comida y la cena son por turnos. Se come a las 11 o a las 12 y se cena a las 19 o a las 20. Los turnos los deciden los responsables de la campaña. En mi primera campaña, lo de comer a las 11 me parecía alucinante, pero me adapté enseguida. En la campaña de final de abril, he estado en el turno de 12 y os sorprenderíais la cantidad de días que antes de las 11 ya estaba deseando sentarme a la mesa a comer un plato de judías, cordero o un buen bistec.

El mar da hambre, mucha.

Además, en las campañas con más trabajo, sentarte a la mesa es el momento de descanso, la parada, el “alto” que te permite coger fuerzas para seguir unas cuantas horas más trabajando de pie. Es el momento de sentarte con los colegas, charlar, reír y analizar la jugada (o jornada). Es un punto y seguido y, si hay suerte la cena es el punto y aparte. Aunque no siempre. A menudo, se trabaja después de cenar. Hasta que el trabajo se termina.

El cocinero es la persona más importante de un barco. Comer bien o mal puede marcar que una campaña sea un éxito o un fracaso. Yo he visto de todo. Platos exquisitos, combinaciones infernales, comidas escasas, excesos absurdos. De todo hay. Por eso, cuando sabes que en la campaña va un cocinero que te gusta o que te parece aceptable lo que haces, es casi una celebración. Es una preocupación menos: vas a comer bien. Vas a disfrutar de ese ratito de descanso de unos platos que te agradarán. Por supuesto, no siempre te gusta todo, pero lo malo es cuando no te gusta nada (o nada es bastante comestible).

En la última campaña, estuve casi tres semanas en un barco en el que se comía muy bien. Se agradece. Lo mejor es que, a partir de mañana, voy a pasar otras dos semanas en el mismo barco, con el mismo cocinero. Y eso me hace quitarme una preocupación de la cabeza. Vamos a comer bien. Eso es lo único que, de momento, está claro de la nueva aventura.

En la foto, la pizarra con uno de los menús de mi anterior campaña. Era domingo, ¿eh? En la comida se nota que es domingo. Incluso en el desayuno: los domingos hay donuts o cruasanes.

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