martes, 29 de abril de 2014

Desde el mar

Llevamos cuatro días en el mar.

Estoy disfrutando como una enana. De verdad.

Aunque vaya al mar cada año, hacía muchos que no lo vivía como lo estoy viviendo aquí: sin grandes responsabilidades. Soy una más de la manada, del equipo, de las 20 personas que formamos parte de la tripulación científica. Hago lo que me dicen: separo especies, mido y abro bichos, escrito palotes, sumo números, limpio, ordeno. Lo que sea. No tengo que tomar grandes decisiones, no tengo que solucionar problemas, no tengo que tener planes B por si el plan A no sale bien, no tengo que mirar el parte del tiempo para organizar los muestreos, no tengo que reñir a nadie. Y eso mola mil. Hasta tengo tiempo de ir al gimnasio ¡al gimnasio! En mis campañas nunca tengo tiempo de ir al gimnasio. Es curioso, yo nunca voy al gimnasio en tierra, pero aquí he ido un par de días. Bueno, a hacer bici y algunos estiramientos, tampoco es para tirar cohetes. Y estoy durmiendo mis horas, como un tronco, aunque eso implique perderme partidas de cartas. Pero me conozco y si no duermo lo suficiente, no soy persona.

El tiempo acompaña, tenemos buena mar. Y que dure.

He visto especies que nunca había visto. He visto lugares que nunca había visto. He muestreado especies que nunca había muestreado.

Hemos estado donde Europa y África se separan.

Trabajamos muchas horas, más algún ratito extra que le dedico al trabajo de tierra. Pero de momento no me siento cansada. La emoción, el subidón de estar aquí, ahora, haciendo esto es más fuerte que nada y las horas y horas que pasamos de pie apenas se notan.

Estos días estoy recordando qué me gustó de este trabajo, que me enganchó.

Me encanta lo que hago.

Así, tal cual.

Pero a veces hacen falta momentos que te lo recuerden. Para tener fuerzas en los momentos más difíciles, menos maravillosos, más complicados.

Y aunque pasemos muchas horas encerrados por debajo del nivel del mar, sin ver la luz del día ni el océano, sabemos que está ahí. El mar. A apenas unos centímetros. Rodeándonos. El mar y toda su vida infinita. Y alucinante.









2 comentarios:

  1. Qué gusto da leerte cuando dices que te encanta lo que haces. La verdad es que, vista desde fuera y desde el más absoluto de los desconocimientos, tu profesión parece muy atractiva e interesante.

    Las formas, las texturas, los colores… son alucinantes. Yo, que lo más cerca que suelo estar de la fauna marina es cuando voy a la pescadería, me quedo pillado con las escamas de una simple sardina.

    Qué continúes con buena mar.

    Besos ;)

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    1. Sí, la verdad es que es un trabajo muy chulo. A mí me chiflan las pescaderías, deformación profesional, supongo.
      Y seguimos con buena mar, qué gusto...

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