martes, 26 de marzo de 2013

Casi una falda


En estas casi dos semanas rulando por el mundo, he echado de menos algo más que mis plantas: mis agujas. No soy una gran tejedora, no sé demasiado, pero hubo algún día que me hubieran venido muy bien tenerlas a mano, para relajarme y ocupar mi mente sólo en agujar y lanas.

Así que esta tarde de lluvia, series y fútbol, víspera de vacaciones (sí, mañana me cojo libre y en esta terra poco incognita donde vivo es festivo jueves, viernes y lunes), he cogido de nuevo las agujas después de mucho, mucho tiempo y he tejido hasta que me han dolido los dedos. Y no sólo eso: he acabado un proyecto. Bueno, en parte.

Es una falda.

Bueno, es casi una falda.

Tengo dos mitades más o menos simétricas, más o menos de la misma longitud que aún no hacen una falda, pero casi.

Están hechas con lana de Borgo de Pazzi, de su modelo Bubbolo multicolor. Es una lana que descubrí en la mercería de mi barrio y la usé, en tonos morados, para hacer mi primer cuello. Es también la lana que se me acabó a medio hacer la primera mitad de la falda y tuve que comprar más por internet, porque en mi tienda ya no quedaba. Y es la lana con la que, sabiendo que (ahora sí) me sobraría, tejí el gorro de perdidos al río, que el próximo invierno podrá hacer juego con la falda.

Pues aquí está, mi casi falda.

Sólo tengo que comprar tela para hacerle un forro y una cremallera. Y convertir todo eso en una falda de verdad. Para el invierno que viene.

Deseadme suerte.

lunes, 25 de marzo de 2013

Por las costas catalanas

 Como ya conté por aquí, antes de irme al monasterio italiano, estuve unos días de road movie.

Cinco días. Cuatro noches en cuatro ciudades diferentes. Casi 800 km.

Barcelona. Tarragona. El Port de la Selva. Roses. Llançà. Palamós. Girona.

Y, en medio, un rato de ocio en el Cap de Creus.

Fueron días largos, intensos, cansados. Fueron días buenos, en los que todo salió a pedir de boca. Días de reuniones, de reencuentros, de planificación de nuevos proyectos.

Me gustan las road movies, sí. Definitivamente me gustan. Aunque tenga que disfrutarlas sola.






domingo, 24 de marzo de 2013

Primavera hortelana

Una de las cosas que he echado de menos durante mi retiro no espiritual en un monasterio al norte de Italia han sido mis plantas. Más que echarlas de menos, tenía ganas de volver para poner en marcha la operación primavera.

Y así, menos de 24 horas después de volver, me he puesto a ello: he recolectado zanahorias, plantado tomateras (de dos variedades), un pimiento y una berenjena (a ver qué sale…), he arreglado los fresales, he redecorado el comedor dándole más protagonismo a un poto que se mudó a esta casa incluso antes que yo y le he dado un poco de color a la casa con algunas nuevas adquisiciones: flores compradas, flores regaladas y unas pequeñas orquídeas que, ay, sí, son mi debilidad, pero no sé qué resultado darán.

Y con esta inmersión hortelana, de nuevo a la vida normal, a la rutina, a una semana corta, muy corta.

Siempre es extraño esto de volver a casa.







lunes, 18 de marzo de 2013

Ayer. Hoy.

 Ayer, cuando me desperté en un hotel de Girona, ésta era la imagen que veía desde mi ventana.


Hoy, cuando me he despertado en un monasterio-hotel-centro de espiritualidad de Barza d’Ispra, junto al lago Maggiore al norte de Italia, ésta es la imagen que he visto desde mi ventana.


Ayer. Hoy.

domingo, 17 de marzo de 2013

Cap de Creus

En unas horas, se acaba mi road movie. Han sido unos días curiosos, más amenos de lo que me pensaba, muy agradables. Días de muchos quilómetros, mucho viento y mucha información. Días de no parar, de casi no tener tiempo de nada más que eso: carretera y trabajo. Días de pasar cerca lugares que me encantan y no tener tiempo de visitarlos. O casi.

Hace dos días. Dos horas libres en mitad de una mañana ventosa de marzo. Carretera, piedras oscuras, paisaje casi lunar, viento de Tramontana, mar azul y blanco. Y allí, como siempre, una vez más, magnífico, sublime, mágico, impresionante, maravilloso e irrepetible, el Cap de Creus.

Hay lugares a los que podría volver siempre. Uno de ellos es éste.

Y aprovechando al máximo esos minutos libres, refugiándome de un viendo infernal que me tumbaba, disfruté de media horita de placer sublime, en uno de los lugares más fascinantes del mundo en compañía de una caña y un libro. Sin pensar en nada más que en eso, ni en trabajo, ni en preocupaciones, ni en planificaciones, ni en tristezas infinitas e insondables. El Cap de Creus, la cerveza, el libro, yo. No hace falta nada más.

Felicidad máxima.

miércoles, 13 de marzo de 2013

De road movie

Hoy me voy de road movie.

Sí, me voy unos días a vivir una peli de carretera.

No va a ser una road movie como la de la carretera costera norirlandesa. No. Aquélla fue vacacional, ésta será laboral. Aquélla fue conduciendo por la izquierda, ésta será conduciendo por la derecha. Aquélla fue en compañía, esta será en soledad.

Tengo sentimientos encontrados hacia esta road movie. No sé cómo irá. Ya veremos.

En la foto, una frase que me encanta de “Alicia en el País de las Maravillas” de Lewis Carroll, en el menú del desayuno del hotel de Belfast.

“A veces creo hasta en seis cosas imposibles antes del desayuno”.

Yo también.