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miércoles, 23 de enero de 2013

"Eva" de Kike Maíllo

Tenía ganas de ver esta película desde que la estrenaron. Pero, como me pasa en los últimos tiempos, no encuentro nunca tiempo para ir al cine. Atrás quedó mi adolescencia cinéfila de sesión de cine casi semanal. Así que no la he visto hasta ahora.

En realidad, hace unos meses (no sé cuántos) vi un trozo por la tele. Ni me acuerdo en qué canal la hacían, pero la encontré mientras hacía tiempo para ir a algún sitio. Y lo poco que vi, me gustó mucho.

Ahora que la he visto entera, remarco la sensación que tuve desde el principio con ella: me ha gustado mucho. Es una película entre la ciencia ficción y el drama. Y funciona como ambas cosas.

La historia se desarrolla en una ciudad montañosa, fría y llena de nieve, con una atmósfera muy peculiar, maravillosa; en un futuro en el que la existencia de robots es algo habitual. Un ingeniero regresa a esa ciudad tras diez años de ausencia, para llevar a cabo un encargo: fabricar un niño robot. Allí se reencuentra con su hermano, con su antigua novia y actual esposa de su hermano y con la hija de éstos, Eva, una niña con la que el protagonista conecta incluso desde antes de saber quién es.

Como he dicho, me parece que la película funciona como historia de ciencia ficción y como drama. Con unos efectos especiales tan adecuados como sutiles (la manera en la que el protagonista escoge las características personales del robot en el que está trabajando), con unos personajes bien definidos y claros, secundarios fantásticos y una historia más allá de la ciencia ficción muy interesante.

Me pareció una película muy amena, que engancha, se deja ver estupendamente y casi te deja con ganas de más. Aunque en realidad ni le sobra ni le falta nada. Y la fotografía es magnífica. Hace que te queden las imágenes marcadas en la retina durante mucho tiempo. Y hace que sientas el frío de sus paisajes nevados. Me encanta. La volveré a ver.

viernes, 11 de enero de 2013

Cine aéreo

No me gustan los aviones especialmente. No es que me den miedo… bueno, sí, un poco; pero simplemente ignoro los sentimientos horribles que me generan y los pensamientos catastróficos que me pasan por la mente e intento disfrutar del viaje. Intento disfrutar del tiempo que paso en ellos leyendo, durmiendo, charlando con mi acompañante (cuando lo tengo), trabajando o simplemente mirando el paisaje por la ventana, sin pensar que estoy en un trasto gigantesco que inexplicablemente se mantiene en el aire con mucha gente dentro y que se mueve a toda leche.

En los últimos años, he cogido muchos aviones y he llegado a una conclusión: mis vuelos favoritos son los de duración intermedia. Dos, tres horas. Algo así. En esos vuelos te da tiempo a encender aparatos electrónicos un buen rato (leer con el libro electrónico en un Barcelona-Palma es casi imposible), ir al baño sin miedo a que sea ya el momento de aterrizar o echarte una buena siesta. He aprendido a aprovechar el tiempo en los aviones, disfrutarlo al máximo, en función de su duración.

Si un vuelo de diez horas y media da para mucho, imaginaos lo que dan de sí dos vuelos de diez horas y media. En mi caso, el viaje de Munich a Johannesburgo (y viceversa) que hice en diciembre para ir a Swakopmund me dieron para dormir algo (más a la ida que a la vuelta), cenar y desayunar, pasear por el avión, ver varios capítulos de series de televisión que me gustan y dos películas.


Fue una maravilla descubrir la pantallita que tenía delante y la multitud de películas (y series y música y juegos) que tenía a mi disposición. A la ida, no me costó mucho escoger la película que quería ver mientras cenaba, a la vuelta, dudé un poco más.

Vi “To Rome with Love” de Woody Allen en la ida. No la había visto y mira que me encanta Woody Allen. Pero se me pasó cuando estuvo en la cartelera, aunque creo que no fue de manera del todo inconsciente, porque tengo una serie de recuerdos agridulces de mi última visita a Roma y admito que durante un tiempo he tratado de evitar todo lo relacionado con esa ciudad. Pero esta vez me decidí. Era Woody Allen. ¿Qué puedo decir? Me gustó mucho, me divirtió. Hubo trozos en los que me reí mucho, pero mucho. Y la verdad, Roma sale estupenda. Pero Roma es una ciudad estupenda. Siempre. Algunas de las historietas de la película son simplemente fantásticas. Me lo pasé pipa.


A la vuelta, vi “The Odd Life Of Timothy Green” de Peter Hedges, de la que nunca había oído hablar. Y no es extraño: en España no se estrena hasta el mes que viene. ¡Madre mía! He visto una película antes de su estreno en nuestro país, ¡y de forma totalmente legal! Es la historia de un matrimonio que no pueden tener niños y de cómo uno (el Timothy Green del título) aparece en sus vidas. Es una película muy chula con toques fantásticos, igual un poco ñoña (es de Disney) pero es bonita y agradable. El tráiler es una maravilla, pero no lo enlazo porque es de esos tráilers que te cuentan el 90% de la película. A mí me gustó mucho porque no tenía ni idea de qué iba y me sorprendió, me entretuvo y me hizo llorar bastante. Qué vergüenza. Yo ahí, llorando en un avión, ale venga, sin parar. En fin, ¡es lo que hay!

miércoles, 2 de enero de 2013

"La princesa prometida" de William Goldman

Lo bueno de tener un libro electrónico es que consigues libros que difícilmente conseguirías de otra manera. Es lo que me ha pasado con esta novela. Ni sabía que existía y cuando vi que la tenía, decidí que era una buena lectura para mis viajes decembrinos.

Partía con la ventaja de que conocía la película, rectifico, de que me encanta la película, así que muy probablemente me iba a gustar la novela. Efectivamente. La novela es muy, muy similar a la película. Bueno, en realidad es al revés: la película es una muy fiel adaptación de una novela amena, divertida, aventurera, un pelín pastelosa pero sobre todo magnífica. Supongo que se debe a que el guión lo escribió el propio autor del libro. Me ha gustado el libro tanto como la película. Aunque hay algunas diferencias entre ambos. No entre los personajes: tanto los protagonistas como los secundarios son los mismos y están igualmente descritos en ambas, pero por ejemplo en la novela sabemos algo más del padre de Íñigo Montoya, o en la película no aparece el Zoo de la Muerte que sí que está en la novela. Además, toda la parte de la historia actual es muy diferente en el libro que en la película: si en la primera es algo más cruel, cínico e incluso duro, en la segunda es casi mucho más suave, amigable y hasta dulce.

Una novela genial, me ha encantado leerla. Eso sí, tengo un impulso irrefrenable de volver a ver la película. ¡Espero hacerlo pronto!

La imagen (sacada de aquí), no necesita explicación. Si la necesita, léete el libro ya. O mira la peli. [Soy incapaz de ponerle portada a los libros electrónicos, no sé si algún día lo conseguiré].