lunes, 10 de noviembre de 2014

Responsabilidades

En el segundo festival de primavera de este año, pasó una cosa que afectó a terceras personas.

Llamémoslo el incidente de las galletas.

El incidente fui algo así: iba yo de copiloto por mitad del festival de primavera cuando, sin querer, pasamos por encima del stand que tenía las galletas. Yo no conducía el camión (un camión muy, muy grande) y como el stand era muy pequeñito, no lo vi, pero ni el conductor jefe ni su ayudante tampoco vieron el stand. Como consecuencia, nos llevamos por delante el stand, las galletas y hasta el horno. Como consecuencia de nuestros actos una persona se quedó sin poder hacer (y vender) galletas durante un tiempo.

Para solucionar el problema, tuve que hacer un informe sobre el incidente de las galletas. Me ha llevado más tiempo del que debería, por mil y motivos que no vienen al caso, pero la cuestión es que me ha sorprendido la respuesta que ha tenido mi informe. Ya la primera persona que se lo mostré me dijo que me inculpaba demasiado. En el informe, asumía mi responsabilidad por no haber comunicado al conductor que el stand de las galletas podría estar allí. Llevo ya varios años organizando el festival de primavera y sé que, cada año, el stand de las galletas está más o menos en el mismo lugar. Al menos sé que por la zona suele haber stands como el de las galletas, pequeñitos y difíciles de ver. Cada año compruebo que con el camión no pasamos cerca para no tener problemas pero este año me despisté. Eso, unido a que era la primera vez que este camión y su conductor venían al festival hizo que aquello acabara como el rosario de la aurora. Pero yo asumía que había sido culpa mía, porque yo debería haber avisado.

La cuestión es que acabé suavizando el informe, diciendo que era mi culpa, pero no insistiendo tanto. Envié el informe al jefe de todos los festivales (los hay de primavera, de verano y ¡hasta de otoño e inverno!) y le pareció estupendo, excepto lo de que asumiera la responsabilidad. Al final, me dijo algo así que antes de enviarlo a los grandes jefes de la capital del Reino (que a su vez se lo tienen que enviar a otros grandes jefes de la misma capital), lo hiciera más descriptivo, sin asumir la responsabilidad claramente, porque en realidad, en el camión iba más gente que tenía que haber estado pendiente del stand de las galletas.

Yo, que soy muy obediente, hice caso, claro. Y aunque no sé cómo acabará esta historia, esto me ha enseñado una cosa tan real y habitual en este país nuestro como ésta: aquí nadie asume las responsabilidades. Ni el último mono ni el más alto político. Nadie es capaz de entonar un mea culpa y asumir que una decisión tomada ha sido errónea. No sólo eso. Si alguien levanta la mano y dice “Sí, he sido yo”, todo el mundo se sorprende. Y hasta está mal visto. Parece que a nadie le gusta que se encuentren culpables de los fallos y los errores, parece que ofende que alguien acepte que se equivocó, que hizo algo mal y ese error tuvo consecuencias en otras personas. Y me flipa, me flipa mucho, porque lo de tirar balones fuera me parece de cobardes y de incompetentes. Y, por lo visto, de esos los hay por todas partes.

2 comentarios:

  1. Estos festivales de primavera siempre son muy conflictivos jijijii. Pero yo creo que las culpas nuncas son de una persona, y estoy de acuerdo en que la gente no le gusta asumir las suyas, responsabilizarse, pero no por ello se va a uno a responsabilizar de todo.

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    1. Una cosa es asumir toda la culpa, pero al final siempre quedan tan diluidas las responsabilidades...

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