viernes, 14 de septiembre de 2012
Sobreviviendo a la semana
A principios de este año, en el trabajo cambiaron la máquina de fichar: ya no teníamos una tarjetita, sino que había que fichar con el dedo. Una de las gracias del nuevo método, es poder acceder a la web donde para ver no sólo cuántas horas trabajas, sino también la hora de entrada y salida. Es bastante útil para comprobar si te has olvidado de fichar (cosa relativamente habitual en mí) y para hacer el seguimiento de horas diarias, cuando (como es mi caso) tienes que además rellenar otra aplicación con qué tiempo dedicas diariamente a cada cosa (un coñazo).
La cuestión es que este método me ha permitido descubrir una cosa que ya intuía: la semana se me hace cuesta arriba. Se ve claramente en la foto adjunta (arriba, las horas; a la izquierda, los días): en las últimas dos semanas, el lunes es el día que entro más pronto y la hora de entrada se va haciendo cada vez más tardía según avanza la semana. El viernes pasado me cogí libre. Y los últimos dos días de esta semana también.
En mi defensa diré que el miércoles 12 se hizo más tarde por culpa del chapoteo en el parking, pero esa ya es otra historia. Pero eso no quita una verdad como una casa. Y a las pruebas me remito. La semana me mata, y según avanza, la voy sobreviviendo como puedo.
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